CAPÍTULO 22

Los monárquicos mueven ficha (y pierden)

Noviembre madrileño, frío y desapacible. En el mercado de la Cebada conversan el especiero Pepe Lapiedra y el inspector de arbitrios don Especio Álvarez.

—El que no vote pierde el salario del día si es funcionario y si es industrial sufrirá un recargo en la contribución —dice el de los arbitrios.

—¡No jodas!

—Eso han dicho. Más te vale votar.

El otro vuelve a mirar la octavilla que un guardia municipal ha entregado en todos los puestos.

—«Comicios municipales» —lee arriba en letra grande y negra—. ¿Qué es eso de comicios?

—¿Comicios? —se queda pensando Pepe—. ¡Ah, sí hombre! Comicios son votaciones, que hay que votar, como en la República.

—¡Coño, votar! ¿Y eso lo sabe Franco?

—Natural, pero es para elegir alcalde, ¿eh? ¿Tú es que no sabes que somos democracia orgánica: familia, municipio y sindicato? Pues ahí tienes al municipio.

—Mira ahí, ¿qué pone?

Don Especio lee entonando:

—«… En las presentes elecciones no se persigue una confrontación política, se trata más bien de encontrar a unos candidatos sin más deseos que trabajar por la ciudad, a los que se pueda votar por su prestigio personal, por la confianza que despiertan y por su trayectoria en otras actividades».

—Y si no confías en ninguno, ¿qué votas? —se resiste el especiero.

—Tú no seas tonto y vota, ¿a ti qué más te da el paripé, mientras no se metan contigo?

—Sí, eso es verdad.

Franco besa la cruz en un tedeum en Santa María.

Franco besa la cruz en un tedeum en Santa María.

Castellón, 1958.

Franco y señora en el congreso Eucarístico.

Franco y señora en el congreso Eucarístico.

Barcelona, 1952.

Los consejeros de don Juan, convencidos de que una parte considerable de los españoles están deseando que regrese la monarquía, deciden presentar candidatura en Madrid[142]. El resultado es desalentador: sólo obtienen el 20% de los votos. Gana la candidatura oficial, la del Glorioso Movimiento Nacional, encabezada por el camisa vieja José Antonio Elola Olaso, que obtiene el 80%. El diario Arriba ofrece la noticia con cierto recochineo: «Rechazando los propósitos de maniobra política, los madrileños se volcaron en las urnas votando la candidatura de Elola. El pueblo ha llegado a una madurez extraordinaria en lo político y no cae en el juego al viejo estilo».

—¡Habrase visto! ¡El pueblo, dice! —se indigna la duquesa de Pradoancho al oír la noticia por la radio—. ¡Pero si no ha votado nadie, nada más que los funcionarios y esos porque los vigilan los jefes!

En El Pardo tampoco están satisfechos: les parece que los monárquicos han obtenido demasiados votos. El almirante Carrero ya le había advertido a Franco que podía ocurrir.

La pescadora de Begijar y el vehículo de la empresa.

La pescadora de Begijar y el vehículo de la empresa.

El servicio y la niña que hace la Primera Comunión.

El servicio y la niña que hace la Primera Comunión.