El caso del publicista Wilson antes citado denota hasta qué punto la sindonología se ha convertido en una industria. No lo es sólo para la diócesis y la catedral de Turín, que se ha convertido en una de las principales metas europeas del turismo religioso (una variedad viajera que mueve cientos de miles de millones de pesetas cada año). Es, además, la próspera industria que la Sábana Santa genera. Cada año, en cada país de Occidente y aun en algunos de Oriente alejados de la comunidad cristiana, aparecen cientos de artículos y decenas de libros y cintas de vídeo que tratan del tema, y se imparten miles de conferencias. Casi cada año, en un país u otro, se organizan simposios, congresos, encuentros y jornadas de estudio sindonológico. Todo esto genera mucho dinero. Un dinero limpiamente ganado del que vive honradamente un puñado de familias y que contribuye indirectamente al mantenimiento de muchas más. La sindonología cumple, por tanto, una función económica y social nada desdeñable, sin mencionar los aspectos menos materialistas de la cuestión, la fortaleza moral que el tema infunde en muchos devotos cristianos para que se mantengan firmes en sus creencias e inmunes a la erosión espiritual de esta vida moderna, tan desquiciada y sin sentido, mientras sus hermanos agnósticos, privados como están de este consuelo, arrastran vidas grises y sórdidas, desprovistos de esperanza, huérfanos de ilusiones. No obstante, es un hecho que hemos de lamentar, la copiosa bibliografía que la Sábana Santa genera queda limitada casi exclusivamente a las revistas sensacionalistas, esotéricas o especializadas en temas marginales (extraterrestres, astrología, vampiros, terapias alternativas, zombis, yoga, templarios, reiki tibetano, naturopatía integral, parapsicología y disciplinas por el estilo). Hay excepciones, no obstante, por ejemplo, la revista Nature, que pasa por ser una de las más prestigiosas en el mundo científico, dedicó un extenso artículo a la Sábana Santa el año 1990. Lástima que fuera para demostrar que es una obra del siglo XIV. También están, por supuesto, las publicaciones específicamente sindonológicas, esos boletines periódicos que publican las distintas hermandades y cofradías sindonológicas. Poco más. No sabemos si será casual que muchos ilustres sindonólogos se interesen también por los platillos volantes procedentes de lejanas galaxias (estudio que ha dado origen a otra ciencia, la ufología, también conocida en España como investigación ovni) y en otros menesteres no menos peregrinos.