Capítulo 19

El cálculo de probabilidades

Como venimos observando, los sindonólogos están de acuerdo en casi todo. No obstante, parece que discrepan algo en las probabilidades de que el hombre de la sábana sea Jesucristo.

El primer sindonólogo que concibió la brillante idea de calcular las posibilidades de que el hombre de la sábana no sea Jesús fue el ingeniero y jesuita Paul de Gail, S. J., en 1972. Su idea creó escuela y en seguida surgieron otros calculadores con resultados cada vez más halagüeños para la sindonología, aunque quizá el observador ignorante pueda preguntarse cómo demonios pueden reducir a cifras una materia tan subjetiva e inasible. A De Gail, S. J., siguieron, en 1978, el matemático turinés Tino Zeuli y su colega Bruno Barberis, que calcularon una posibilidad entre doscientos veinticinco mil millones de que el hombre de la Sábana Santa no fuera Jesús. La cifra, aunque impresionante, pareció exigua a muchos devotos sindonólogos, que se niegan a dejar un resquicio al Maligno; así que, en abril de 1980, propusieron nuevos cálculos casi simultáneamente Francis Filas, S. J., y Vincent J. Donovan. El padre Filas, S. J., cree que «el grado de posibilidad de que el hombre de la sábana no sea Jesucristo es uno contra diez elevado a veintiséis»; por su parte, Vincent J. Donovan calcula en uno contra doscientos ochenta y dos mil millones el grado de posibilidad de que no se trate de Jesús (Stevenson, p. 150).

El cálculo en sí, en su formulación científica, puede parecer, incluso ser, un fárrago estadístico. En aras de la pedagógica sencillez que el apostolado sindonológico requiere, los conferenciantes, la infantería del sistema, lo han reducido a proporciones fácilmente asimilables para la gente sencilla.

Diversos autores varían entre una probabilidad de error de alcance prácticamente nulo de uno contra trillones, y la más modesta pero también decisiva de uno contra millones pasando por las de miles de millones. (Igartua, p. 105).

Incluso se han propuesto explicaciones especialmente diseñadas para iluminar a personas más dotadas de fe que de inteligencia. Con laudable ánimo misional, el padre Igartua, S. J., ha ideado el siguiente ejemplo práctico:

Puestos en fila ochenta y tres millones de billetes de dólar (que es el número de probabilidad calculado) el que resultase que el hombre de la figura no es Jesús es tan poco probable como que alguien acierte en esa enorme fila de billetes cuál es el marcado con una señal y lo encuentre con los ojos vendados. (Igartua, p. 105).

En realidad, el texto sindonológico original, del que el padre Igartua, S. J., copia su cálculo, habla de 82 944 000 billetes de dólar puestos en fila uno junto al otro cubriendo la distancia entre Nueva York y San Francisco. Hay una diferencia de 56 000 dólares, que no es moco de pavo. Cuando escribimos estas líneas, el dólar se cotiza a 126 pesetas; así que estamos hablando de siete millones y pico de pesetas, una cantidad nada despreciable. No obstante, es posible que el padre Igartua, S. J., que escribió su libro en el año 1990, haya preferido actualizar la cifra que copia de un libro editado en 1982. En este caso, no habría nada que objetar.

En cualquier caso el resultado es claro:

No existe prácticamente probabilidad de que alguien que no fuera Jesucristo haya sido envuelto a su muerte en la Sábana de Turín. (Stevenson, p. 154).

Otro punto en el que los sindonólogos suelen diferir a veces es el referente a la tan controvertida estatura de Cristo medida sobre la sábana. En general la fijan entre 178 y 183 cm, pero también ha habido atribuciones de 203 y de 169 cm. El mayor consenso se establece en torno a 181 cm. Esta es la medida que el profesor Cordiglia propone y Marvizón, «con miles de horas de documentación a su espalda», refrenda (Marvizón, p. 35).