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EL HÉROE RENACIDO

Año del Renacimiento del Héroe (1463 CV)

Netheril

L

ord Parise Ulfbinder del imperio de Netheril se revolvió con incomodidad en su asiento, examinando repetidamente, uno por uno, los cien pergaminos. No dejaba de mirar de reojo a su bola de cristal, esperando casi otra intromisión mágica de su par y amigo lord Draygo Quick, que residía fuera de la ciudad de Gloomwrought en el Páramo de las Sombras, la hermana oscura del Plano del Magma Primario.

Todo lo que Draygo Quick acababa de decirle no hacía más que reforzar los temores de Parise. Las puertas entre el Páramo de las Sombras y Toril se habían debilitado aún más, y parecía que los pozos de sombra de Toril se estaban achicando.

La mayoría de los eruditos de Netheril, y había muchos, habían calificado los fuertes vínculos entre los mundos como un gran cambio en el multiverso, como un nuevo y permanente paradigma, al menos en la duración de la sombra.

Parise Ulfbinder empezaba a dudar, y la pila de pergaminos, antiguos escritos de eruditos muertos mucho tiempo atrás, tanto netherilianos como de otra procedencia, le decían cosas que al parecer se estaban convirtiendo en realidad a su alrededor.

Las puertas se estaban… debilitando.

El vibrante y joven lord apartó los pergaminos que tenía delante y acercó la piedra angular de su teoría: un antiguo soneto conocido como «La Oscuridad de Cherlrigo».

Disfruta del espectáculo cuando las sombras se llevan el día…

Todo el mundo, apenas medio mundo para el que inicia el camino.

Date un festín de setas y despelleja el tallo que es de la luz atisbo;

No te demores sin avanzar, porque los dioses sueñan todavía.

En cambio, procura que te conozcan, sé de pie ligero y suave voz.

¡No oses despertarlos para adelantar la apertura del día!

Una profunda pérdida, pero un corto camino que andar todavía;

la apertura inevitable que tú podrás elegir o no.

¡Ay, otra vez el deambular temporal del solitario mundo!

Con reinos perdidos y tesoros que inalcanzables siento,

y enemigos que despiden de su dios el peculiar olor.

Desgarrados e íntegros, son arrojados al espacio sin rumbo;

donde no llegan esencias mágicas ni la nave del caminante en el viento;

dejando fruslerías para aquellos que sí gozan de sus dioses el favor.

Parise y lord Draygo habían estudiado este soneto y habían debatido sobre él repetidas veces, especialmente sobre la volta, el noveno verso, primero del primer terceto: «¡Ay, otra vez el deambular temporal del solitario mundo!».

—«Del solitario mundo» —leyó Parise en voz alta—. «Del».

Para él, esta resolución parecía una afirmación suficientemente clara, más que una pista, de que la proximidad mágica de Abeir y Toril no era tan duradera como muchos creían.

—¿Cuánto tiempo? —se preguntó en voz alta, y su mirada se dirigió al globo y calendario dual que había colocado en el extremo más alejado de su escritorio.

Parise leyó el encabezamiento del calendario: «Cómputo de los valles, 1463».

Por supuesto, sabía cuál era el año correspondiente en Toril. Era un matemático, un estudioso, y le interesaban mucho los movimientos de las esferas celestes, que habían desempeñado un papel importante en su investigación sobre el destino de Abeir-Toril. De modo que mencionar el nombre del año no tendría que haber sido una revelación para el erudito lord netheriliano… y sin embargo lo fue.

—¿1463? —murmuró, y de pronto contuvo la respiración, sorprendido.

Saltó de su silla tan rápidamente que la hizo girar y caer a sus espaldas, y con idéntica rapidez, se desplomó en la silla colocada ante su bola de cristal. Presa de un súbito frenesí empezó a restablecer la conexión con el Páramo de las Sombras, con lord Draygo Quick.

Le produjo un gran alivio comprobar que su amigo seguía aún en su estudio y por eso escuchó su llamada.

—Buen día de nuevo —saludó lord Draygo, un mustio hechicero de gran influencia y poder mágico.

—Tú conoces a un héroe favorecido —afirmó Parise—, un elegido de uno de los antiguos dioses, o eso crees.

—Sí —respondió Draygo Quick, pues acababan de hablar de eso.

—Puede que estés en un error.

En la bola de cristal, la imagen ligeramente distorsionada del interlocutor de Parise pareció quedarse de piedra.

—Nunca dije que fuera absolutamente cierto…

—Quizá nos equivocamos los dos —se corrigió Parise Ulfbinder— al creer que los héroes de los dioses antiguos están preparándose.

Ahora Draygo Quick se quedó sencillamente perplejo.

—¿En qué año estamos? —preguntó Parise.

—¿Año?

—Sí, ¿qué año es en el calendario de Toril? ¿En el cómputo de los valles?

La cara de Draygo Quick se contrajo en una mueca como si estuviera sopesando la pregunta, que Parise esperaba que le llevase unos instantes resolver, dado que lord Draygo vivía en el Páramo de las Sombras, donde el tiempo se medía de manera diferente.

—Llevas demasiado tiempo en las tierras de la luz; tanto que aún te preocupan esas cosas —recalcó Draygo Quick, antes de dar la respuesta adecuada—. Creo que 1463.

—No se trata de la fecha, sino del nombre.

—1463… —respondió Parise Ulfbinder—, el Año del Héroe Renacido.

—¿Qué importancia tiene eso? —preguntó Draygo Quick.

Parise se encogió de hombros.

—Tal vez ninguna —admitió—. Es una orientación, no una pista. Podría decirse que es una orientación potencial. No deberíamos alterar nuestros respectivos planes o investigaciones.

—¿Relativas a Drizzt Do’Urden?

—A él o a cualquiera que nos llame la atención —dijo Parise—. Estableceremos nuestra propia red para encontrar y seguir a estos favorecidos mortales, a estos héroes. Pero a medida que avancemos, tal vez deberíamos instruir a nuestros espías para que presten especial atención a cualquiera que parezca un elegido que haya nacido este año.

—Es una notable coincidencia —admitió Draygo Quick, y empezó a examinar las listas de los años anteriores—. Pero puede que encontremos pistas.

Parise suspiró, porque temía haber abierto esta caja de los truenos. Los eruditos habían dedicado toda su vida a tratar de encontrar el sentido y ordenar el Pergamino de los Años, las profecías de Auguthra el Loco.

—Es un trabajo para discípulos —sugirió lord Parise—. Échale un vistazo por encima y nada más, te lo ruego.

—El Año de la Calavera Cantora —dijo Draygo Quick, que pareció ignorar lo que le decía Parise.

—¿Qué?

—1297 —respondió el anciano lord—. El año del nacimiento de Drizzt, creo. El Año de la Calavera Cantora.

—¿Crees que es relevante?

—No.

—Entonces ¿para qué interrumpes…?

—¿Por qué habría de ser relevante? —preguntó Draygo Quick—. Es sólo un drow, uno entre decenas de miles.

—¿Entonces por qué…? —La voz de Parise Ulfbinder se fue apagando y su pensamiento se desvaneció.

Ese había sido su temor cuando conoció por primera vez el nombre formal del año en curso. Tal vez fuera una coincidencia; era probable que lo fuera, y también que la investigación del nombre no proporcionara ninguna información que mereciera su tiempo y su energía.

—Deja que nuestro trabajo siga como hasta ahora —le sugirió a Draygo Quick—. Tenemos que establecer redes y que contratar espías.

—Como Bregan D’aerthe.

Parise asintió.

—Como Bregan D’aerthe, tan práctico y útil como ninguno de ellos puede llegar ni a imaginar.

—Entonces has reabierto nuestras discusiones sólo por una curiosidad —manifestó Draygo Quick.

Parise sopesó cuidadosamente las palabras, y finalmente asintió.

—Una curiosidad, sin duda —aceptó.

Draygo Quick sonrió por toda respuesta, mostrando a su amigo que lo entendía. Después de asentir con un gesto de la cabeza, cubrió la bola de cristal con un paño y puso fin a la comunicación.

Parise Ulfbinder se arrellanó en su silla y se llevó a los labios las puntas de los dedos índices.

El nombre del año podía significar muchas cosas, sin duda, y tal vez no fuera más que una curiosidad, una coincidencia.

Pero Parise Ulfbinder no era de los que consideraban que algo con semejante potencial destructivo fuera una coincidencia.

—El Año del Renacimiento del Héroe… —susurró.