UN SALUDO

(al estilo de Brahms)

a los Participantes en el Festival de Música

(Ystad, 1909)

A la orilla del Mälare esperamos

La primavera con anhelo y gozo;

Hasta Pentecostés no nos llegó

Y ello hizo larguísima la espera,

De modo que hacia el sur y el sol nos fuimos

A su encuentro.

Hacia el sol nos marchamos,

De la tierra hasta el fin,

Pero allí no encontramos primavera;

Junto al lago de Öster

El estío en persona recibiónos

De follaje a la entrada revestido

Y entre flores y hojas

Calor, vino y amigos nos hallamos.

Con el violín al hombro

Seguimos adelante

Hasta la orilla solitaria y calma

Que sólo bellas, verdes hojas tocan

Y rumores y música del bosque,

Nada allí puede nuestro canto hurtar

Cuando la música alce la batuta

Entre dos tribunales[278].

Adonde amigos de doquier acuden

A consagrar murallas nuevas

Con viejas notas

Gratas como recuerdos

Que casi nunca se oyen entre el vulgo

Ni de las urbes entre los escombros;

¡El dolor y los gozos de los grandes

Se difuminan y del todo olvídanse

Cuando los musicales jeroglíficos

A la vida despiertan!

Recíbelos con corazón abierto

Y con abierta mente

Y tu seno de prendas llenarás

Que llevar como fruta a tu morada

Donde las guardarás para el invierno;

Pues maduran más tarde

Y al revés que las flores no se agostan.

¡Amigos!, pues aquí nos vemos todos

En belleza y confianza, protegidos

Por un benévolo anfitrión

Conocido y amado.

Tres días santos: el solsticio

De estío nos tiende hospitalaria orilla,

Luciente paz durante el festival,

¡Y a todos os saluda!:

¡Bienvenidos!