1
Calle desierta en entreluz albeante,
Reptante se prolonga en lejanía,
Tanteando, adelante, barrio adentro,
Solares y callejas corta y cruza…
En algún lejanísimo suburbio
Se alza, se eleva hasta tornarse cuesta.
Y cuelga por encima de las nubes;
La tierra acaba do comienza el cielo.
Casas, muros grisbeige, ornados frisos,
Balcones, canalones, balaústres
Tenderetes de pastas, y roscones,
En las aceras adoquines lisos,
Farolas en montón, encrucijadas
Con tejados de hierro protegidas.
Y la calle, gastada y sucia alfombra
Roída por continuos lavatorios.
Tras los muros grisbeige ronca la gente
En espera de fúnebres destinos
Y a la puerta las parcas les aguardan[208]
Para recomenzar el nuevo día
Jugando con sus vidas a su gusto.
Ahora, en la lueñe cima de la cuesta,
Asoma una cabeza que se mueve
Y dos manos cogidas a un bastón
Como visión que sobre sí se eleva,
Y un hombre, la cabeza entre las nubes,
Se acerca cuesta abajo, con la escoba
Levanta polvaredas. Tierra y cielo
Se encuentran y se enfrentan en las nubes.
2
Calleja obscura en plena otoñal tarde,
Ventanas medio abiertas; pensamientos
Otoñales turbando las estancias,
De estíos idos añoranza viva,
Y la inquietud del inminente invierno,
Y la incerteza de acosantes pánicos,
Cuánta angustia el humano pecho oprime…
Estas casas respiran, la calleja
Tan hosca está como en dolor sumida.
Allá abajo, al entrar de la calleja,
El agua espera y sus anclados barcos[209],
Las velas de la hodierna lluvia sécanse,
Y allá, más lejos, en la opuesta orilla,
Una islita se alza verdeciente.
En las copas más altas de los árboles
Su verde el sol poniente en oro adorna,
Y mas más allá, más alto todavía,
Se ve urbano perfil azuleante:
Allí el sol, y los muelles que relucen,
Aire de mar, banderas que se agitan,
Y altísimas, las cúpulas de iglesia
Con su orbe en pertinaz sobredorado:
El orbe, el mundo como el sol reluce
Y hoscos rayos exhala en torno a sí.
¡Mas sobre el orbe una alta cruz campea!
3
Obscura está la cuesta cual las casas,
Más obscuros aún están los sótanos
Abiertos bajo tierra, sin ventanas,
De ventanas les sirven sus pasillos.
Y más abajo, obscuridad adentro,
Hay una dinamo que susurra, áspero,
Chirría, chispea, de su rueda en torno;
Negro, siniestro, a escondidas late,
Moliendo luz para el distrito entero.