A MI HERMANA ANNA[181]

Niños, corrían al bosque,

Flores silvestres uníanles,

Frescas, coronas de dicha[182].

Y todos iban pensando

En su chica más querida,

Para quien la corona era.

Mas entre ellos, triste, hermético,

Iba el hosco, obscuro Arnkel,

Que por tierra la corona

Tiró que había trenzado:

«¿Para qué flores del bosque,

No le van a mi carácter,

Arnkel amiga no tiene»[183].

«Mentira, Arnkel, lo que dices,

¿La que cautivó mi mente,

La que rompió con sus risas

Tus hondas, tontas tristezas,

No es más, acaso, que “amiga”?,

¿No es digna de una corona?,

Anda, Arnkel, recógela

Llévala con buen talante

A tu alegre hermana Anna».

Arnkel Ofeg