con motivo de nuestra primera amistad. Primero de Mayo del año 1868
August
Era primavera en nuestro norte
De la tierra fundente surgían
Las cabezas de las anémonas.
Yo estaba cansado de mi libro
Y contra la pared lo tiré
Entre las lágrimas de las musas.
Y entonces cogí bastón y gorra
Para salir en pos de un buen trago
Entre las gratas visiones del zoo.
¡He aquí un príncipe en su calesa!
¡He ahí un campesino en su carro!
Y entre ellos faetones burgueses.
Yo a la pompa indiferente soy
Y seguí en silencio mi camino
Hasta el café «Reposo de Bellman»[140].
Me tomé una copita, tomé dos[141],
Luego me levanté para irme,
Mas ¡ay!, la sombra no dejó mi frente.
La naturaleza se vestía
Entera en sus ropajes de fiesta
Para gozar de su alegre unión.
Mas en mi alma sólo había noche.
El mal espíritu la aherrojaba
A ella turbias ideas llamando.
Y entonces me despertó una risa
Y tan cristalina resonaba
Que mis miradas volví hacia ella
Y allí ante mí se encontraba un hombre
Que se acercó y me estrechó la mano
Y en mi interior sentí yo su fuerza.
Y él comenzó su primo a llamarme
Pero en su rostro observé enseguida
Que el uno del otro extraños éramos.
Y sin embargo fueron las copas
Lo que el freno rompió a la lengua
Y lo cierto es que no lo sentimos.
Del error pronto nos percatamos:
«Y es que nunca los lazos de sangre
Que nos conjuntan se reconcilian»[142].
¡Ay Dios, entre envidias y pendencias
De ruindad tenemos, que vivir
Por mucho que «la sangre» proteste.
Bastante alegre fue la velada
Y hasta cantamos un poco y todo
Mandando a paseo nuestros duelos.
Y al fin, hartos de beber tanto allí
Nos fuimos juntos a una taberna
Y un fino piscolabis pedimos.
Allí sí que lo pasamos bien
Entre vino y chicas disfrutando
Hasta que el sol tras el monte huyó.
Luego fuimos derechos a casa
Y aunque yo estaba muy avergonzado
Conseguí mantener bien el tipo.
En fin, yo y él ya éramos amigos
Como en el norte hacemos amistad.
Y por mi pobre diablo me alegro
Porque cuando recuperé fuerzas
Y volví a sentirme con ánimos
Me fui derecho a la Calle Nueva[143].
Nunca en mi vida podré olvidar
Lo bien que en tu hospitalaria choza
Lo pasé en la ribera del Kolström
Dando contigo vuelta a monedas
Y bebiendo magnífico ponche[144]
Y todo con júbilo y humor.
Ya es demasiado largo este canto,
De modo que otra vez seguiremos.
¡Al diablo!, ¡olvidé felicitarte!
¡Buena suerte te deseo, hermano!
¡Ojalá sea madre tu Rosa,
y tú padre, y bien te vaya todo![145]