Harto de bulla y civilización,
Posters, cinismo y vetos policiales,
De que la vida sea mimetismo
y de Dios el talento ocupe el sitio,
Busca él su nido en el vecino bosque
Do es libre el aire en la naturaleza
—La más antigua amiga que tuvimos—
Y cual bestia feliz gozar se puede.
Se ve, por fin, del Bois junto al portal[77]
Y lee ante todo el largo reglamento
Para evitar innecesarias multas.
Y aquí, además, no es todo toma, hay daca,
Pues la naturaleza es cara cosa
Ni se hizo para quintos y niñeras.
Primero hay que vestir decentemente
Si no se quiere ser del parque echado.
Y hay que pagar tributo de respeto
A la más bella creación divina[78]
Donde la forma es, cierto, cosa huera.
Asunto es éste, en fin, que a arriendo huele.
De todas formas, él en el parque entra
Y, sin más, nota que la sangre hiérvele;
Pues la mirada piérdesele en torno
Y el pulmón hasta el fondo se le colma.
Más la naturaleza en esto acaba
Y el bosque es de una hetaira fiel imagen:
Bella de ver pues va muy bien compuesta
Mas son sólo apariencia sus afeites.
Sólo decoraciones, bambalinas
Por algún jardinero diseñadas;
Los árboles podados a la inglesa[79]
Rocas forjadas cual si cera fuesen
Cascadas que de cañerías saltan
Y a bautizar no bastan un pagano,
Los lagos surgen de la misma fuente
Y hay puentes á la mode de nature;
Y musgosos adornos, grutas, ruinas
Que cualquiera de yeso encargar puede.
Todo este panorama es un gran teatro
Donde lucir posturas y ademanes
A caballo, en carroza, en velocípedo,
Do gente del gran mundo ves, que fuera
De aquí no hallas, y ahora les ves ir
Con finos vicios y elegantes crímenes[80],
También mostrando que comprender saben
De la gente honorable las maneras.
¡Oh, bosque, bosque!, ¿es de otoño o de ira
De lo que aquí las hojas se sonrojan?
¿Perdido habéis la voz, decidme, pájaros
Por el eterno trueno ciudadano?
¿O será que os hizo a la medida
El conocido fabricante X?
¿Más de qué vale aquí perorar de esto?,
¡De uno se carcajean cual de un cretino!
No Jejos, no, lejísimos de aquí,
Do todo es falso como venal mueca,
Donde madera y fronda y tierra y aire
Y hombres y bestias que respiran y andan
Tan solo son articles de Paris;
Hasta las nubes móviles del cielo
Aquí distintas cada día asoman,
Están compuestas de carbón de piedra
Y de la parisién cocina nacen[81].
Él se perdió por senda solitaria
Que del paseo al margen discurría
Donde un momento andar a solas pudo
E incluso de amazonas libre verse.
En tal silencio hasta el viento oíase
Susurrar suavemente a las mejillas,
Hojas cayendo entre crujientes ramas
Y en piedra húmeda gotas de rocío.
De rojas hayas las doradas hojas
Y de nogales los pulidos troncos;
De espino blanco bayas rojo fuego
Entre hileras de proceres castaños;
Olmos gallardos y elegantes robles,
Las acacias al cielo altivas yérguense;
Todo aéreo es aquí y de buen tono
Pero a él la recta fe le falta,
Desnudo y frío siéntese y extraño
Y muy poco encajado en el ambiente;
Sigue andando, así y todo, entre maleza
Y con la primavera va soñando,
Hasta sentir, de pronto, en la mejilla
Una espinosa rama que le roza
Y un aroma exhalarse al mismo tiempo
Como de canción célebre un acorde;
Y entre los nobles árboles talados
Quedaba erguido un frondoso abeto,
Hijo pequeño del gigante nórdico.
Y hele aquí, heladas y tormentas reta
Viviendo siempre de muy poca cosa;
Y si entre sus agujas silba el viento
En su interior su memoria se aviva:
Vistas estivas en soleada banda,
Verdes prados en donde el mar murmura,
Azules olas, patos y gaviotas
Juncos floridos en orillas quietas,
En pradera de acianos albos bienzos,
Bancos de percas, matas de fresales;
Y él vuelve a ver la caldeada estancia
Do hospitalaria chimenea crepita
Y vivo y verde el árbol de Noel luce
Entre los pequeñuelos saltarines
Y los viejos que jóvenes se vuelven;
La cocinera de su fogón corre
Y la doncella deja sus escobas
Pues hoy con el señor el criado alterna:
Así: alegría y son, se llama el día[82]
En que el criado a la gran mesa siéntase
Y la criada disfruta de un buen rato
En el sofá con ropa de domingo;
Así; alegría y son, se llama el día:
Navidades y paz, concordia y luces.
EvangeUo, sin duda, más no ley[83],
No indagación, más fe sencillamente,
pues la duda enseguida vuelve al quite
Y tú te encierras en tu grato nido
Y dejas fuera los zapatos sucios
Y la puerta de golpe al punto cierras.
Embebecido en sueños navideños
Y entre árboles él anda silencioso
Cuando de un guardia le despierta un grito
El cual de una manera más bien brusca,
Más hosca que cortés le dice, claro:
Señor, prohibido está pisar la hierba.
Y así, expulsado de su paraíso,
Donde hay serpientes mas ninguna Eva,
Y de naturaleza sólo sobras,
Que, empero, son las que la palma llévanse,
Nuestro hombre corre hacia una nueva tapia
Que oculta alguna ignota maravilla.
Es un jardín de un nombre más bien largo:
¡ardin Zoologique d’Acclimatation.
¡Señor de la Creación, aquí me inclino!
jamás soñé que la naturaleza
Y el hombre hacer pudiesen tal alianza
Y que tan suave fuese su violencia.
Es una empresa que corregir quiere
De la naturaleza los errores,
Y en París todos piensan que está haciéndolo
Pues cada objeto aquí medalla ostenta:
De honorable mención las vacas gozan
Y diploma de honor tienen los cerdos
Y los pavos ostentan roja banda
Y fuera de concurso están los patos
Y por todo el país faisanes vuelan
Y hasta en Véfour degústanse palomas[84].
Ahí vio él al hombre en todo ese poder
Que la naturaleza le otorgara,
Y vio también la índole divina
Del señorío que sobre las bestias
Y las plantas y mucho más posee[85]
Y que él ahora a contarnos se dispone:
Trapeciformes fresnos vio injertados
Y manzanos estriados cual peonzas,
Cual hierba bajo ve el peral altivo
Reptando por la tierra en línea recta,
Y gigantes del bosque cuyas ramas
Altas en bellas mechas torna el hombre,
O bojs como vejetes recortados,
O vides recortadas en zigzag.
En sus manos lo recto curvo vuélvese
Y lo monocromo se policroma,
Lo grande mícrase y lo micro agrándase,
Y cuando algo enloquece de verdad
El hombre piensa que ésa es su gran obra.
Y ahora él ve patos que antes bien volaban
Andar por tierra con pesada tripa;
Y aves con prensa hidráulica cebadas[86]
Tan gordas como cerdos en noviembre,
Las cuales en angosto aduar vegetan
A obscuras y en cadenas y cerrojos
Y a su lado los huevos mirar pueden
Automáticamente en cajas puestos[87]:
La ciencia es sabia, y hasta a la gallina
Enseña a poner huevos con más gracia.
En igual sitio, pero ocioso, vemos
A un homúnculo en una incubadora,
Un hombrecillo antes de tiempo nato,
Una presa a la parca arrebatada:
Ved, también hijos hácense con máquinas
Y eso sí que es el colmo de la industria.
Él a las bestias deja, y de los monos
Pasa al lado, lejano el parentesco.
Ahora ve demostrada su teoría
De modo que a casita emprende el paso.
***
Por vez final, el solitario espíritu
De la errabunda arca se escabulle
En busca de su linde permanente
Que tanta gente en vano siempre busca.
De modo que se infiltra, sigiloso,
En el palacio augusto del saber[88]
Donde a la ciencia se ha dictado sede
Que sobre todo exactitud venera[89].
Tú, ciencia natural, que tan segura
De la verdad te muestras de tus cosas
Tú, que sabes que balan las ovejas
Y que el hombre no es más que un animal,
Tú, que cuentas las patas de la hormiga
y a los peces sumerges en alcohol,
Tú, que sabes que el ácido y la base
Con flechazo seguro siempre encuéntranse;
Tú, que hasta lo impesable a pesar llegas
Y lo inconmensurable presta mides,
Dinos, pues es seguro que lo sabes:
¿Cuál es la vía que los muertos toman,
A dónde iremos todos algún día,
Dónde estuvo al principio nuestra cuna?
Respuestas tienes, mas no a esta pregunta,
Respuesta para mucho que no impórtanos,
Y nunca reconoces tu impotencia
Mientras a más tinieblas nos conduces.
En un último esfuerzo, cuando estaban
Tus asuntos maduros para el cierre,
Todo lo vivo en un gran bloque uniste
Y en un enorme hoyo lo enterraste,
Cogiste tus mamíferos bien juntos
Y la aérea tropa de los pájaros
Los peces mudos y los fríos reptiles
Y los innominados seres ínfimos
Y la sapiencia sobrenadó encima
Toda reunida tras tremenda búsqueda
En máximas y mínimas cabezas.
Y luego se atornilla y se presiona
Bien fuerte para extraer de la materia
Muerta un fluido vital que se destila
De las heces y en la retorta escánciase,
pero cuando la quinta serie llega[90]
La esencia es ya muy clara y transparente
Y ante la gente que asombrada mira
Se ve el hallazgo con luciente fausto;
Y he aquí que en la retorta hay sólo… un mono[91].
Y ahora ves el ratón que parió el monte,
La respuesta he aquí que no pediste,
Ve a casa, corazón que sangró tanto
Y era en tu mente espíritu gozoso.
No quiero negar datos sobre el mono,
Pues esos datos sus razones tienen,
Eso quizás nuestra soberbia humille
Y nos disuada de creernos dioses[92];
Mas ya con eso mucho hemos andado
Hacia la solución del grave enigma,
Y pienso que el camino es muy penoso
Y al fin igual estamos que al principio.
Pero atrás, atrás hay camino nuevo,
Y abajo, abajo está la raíz del árbol,
Y en el último paso igual seguimos
Que cuando apenas dimos el primero.
Pero dejemos eruditos temas
De aves resecas y transidas moscas
Y asgamos con firmeza el microscopio
Que en cuero duro sus miradas hunde.
¿Qué vemos, pues, por esa vía aguda
Si nuestra vista en una mota hincamos
De ínfima humedad roja que está viva?
¡Pues que una célula es lo que ahora vemos!
¡Magister dixit: «In principio cellula»![93]
¿Mas y antes de la célula?, ¡otra célula!
La materia está ahí, mas quien la hizo,
Ya fuese capataz o meritorio,
No existe a ojos de los adversarios,
Que en zapatos sí creen, no en zapateros[94].
Mas basta ya, perdí la votación
Y la célula está consolidada,
Como altísimo ser, en la fe nueva,
Y la fe, sabido es, razón rechaza.
¡Célula (primigenio humor llamada,
Protoplasma también en lengua culta);
Oh, célula, timón de los destinos,
Líbranos del barullo de la vida,
Nuestro corazón, célula, tú hinche
Y apacigua la sed de nuestro espíritu,
Oh, protoplasma, lo primero que hubo,
Del dolor de la vida desaherrójanos!;
Mas si no puedes cuando es más urgente,
Del ánima en la lid, a muerte o vida,
Si con un sustentáculo no basta,
Si ayudar nuestro espíritu no sabes,
Si justo cuando más falta haces fállasnos,
Entonces ríndete y vergüenza cobra,
¡Y es que esto era algo que yo bien sabía:
De células las almas no se sacian!
No, ciencia, no, de tan poco nos sirves
Que tu orgullo excesivo nos parece
Y si tu misterioso velo hendemos
Y lo que tras él late contemplamos
No hallamos ese dios en que sentimos.
No, simple figurón te nos has vuelto.
Los que en las academias te encarcelan
predican alto infalibilidad
Y a veces juegan con masonerías
Mientras tú cóseste un bien grueso velo
Y muestras preferir ropones largos[95],
Con sonrisas y ceño honor exiges
Y aunque de fuera venga bien lo aceptas;
¡Ay, quién de tu arsenal pudiera a veces
Armas asir contra nocturnos ogros!,
No hay más remedio en tales circunstancias
Que violentar tu sala de armas fuerte
Pasando entre tus fieros centinelas.
(¡Que hay deslumbrantes excepciones nadie,
Ni yo mismo siquiera, lo desmiente!)
¡Mas, oh, ciencia, que la naturaleza
Desintegras y rompes sus secretos,
Por qué tan muda eres como un muro!
¿Por qué no hablas, con lo sabia que eres,
De todas las ficciones de esta Tierra?
¿Por qué al pulpito de una vez no subes
Y truenas contra la pseudocultura
Que luce casi tanto como el sol
Y al tiempo ciega al ojo más agudo?
¿Por qué la lengua natural no hablas
Que valoras tan tristemente poco?
¿Por qué tu boya en lo alto no iluminas
Para que del marino guía sea
Que en alta mar y lejos de la costa
Entre niebla y nevisca se consume
Y en torno vanamente busca tierra?
Mas tú tranquila en tu sofá te acunas
Y a la luz de tu vela haces hipótesis
Y al mundo estúpido hallas en extremo
Que las admira sin jamas leerlas.
Y cuando algún descubrimiento haces
Es el descubrimiento lo que importa
Sin que sus resultados cuenten mucho;
El laurel sólo es para sabias frentes,
por eso mismo empieza a rumorearse,
Y a moverse la gente en altos medios,
Así que, ¡ojo!, si no te sientas firme
De tu silla caerás de espaldas cuando
Su respaldo se rompa. En tanto crece
La duda y nadie cree ya en sombras chinas
Ni rehuye a quien a Dios a dudas mata.
Y es que la ciencia que ayudó al poder
Y comete fornicio con la industria
A veces baja por los negros túneles
La lámpara buscando de Aladino[96].
Pon en el microscopio humana gloria
Y analiza el estado y la política
Y verás, en lugar de heroína, un ganso,
Y en lugar de gigante un enanito.
Saca a la vieja iglesia del mortero
Y caldea tu horno incandescente
Para que salir pueda de sus faldas
Un putón arrugado: ¡tú, tranquilo![97]
Coge embustes gloriosos, ceros regios,
Ensalzados bribones, santas necias,
Júntalo todo: grande, santo, bello,
Cuanto ha sido sellado y coronado[98]
Y acércalo al soplete y a las llamas
Del fuego eterno en véritas ardiendo,
Coge el espectroscopio, esa gran dádiva,
Que al mismísimo sol imparcial juzga
Y atisbarás nigérrimas regiones
y encontrarás manchones obscurísimos
Y también rayos de arco iris cromáticos
Que el traidor prisma ante tus ojos pinta[99].
Tú hacer eso debiste, mas no hay tiempo
Y un alcaloide dejas como puedes
Y los pelos de un bicho indigno cuentas
Porque así esperas alcanzar la gloria
Y en el polo sin hielo puerto buscas
Para que exporten a él nuestros insignes
Negociantes cada año su aguardiente[100]
Y si ahí ya no hay mas grandeza es cosa
Que siempre de envidiosos es consuelo,
¡Tú tranquilo, que muchas cosas tienes
Y la gente que admiras no te inquieta!
Mas antes de dejar el culto solio
Do únicamente ciencia puede hacerse
Y do insolentemente se predica
Que todo lo demás es pura ignavia
El sabio anexo visitar deseo
Allá en lo alto de arenosa cúspide
Do la X de los astros se ha encontrado
Y del cielo las puertas se escindieron[101].
Desde la cima del observatorio
Oteo entera la ciudad dormida
Que duerme más de lo que dormir debe
Y la culpa es del cincuenta y un grado[102];
Bien duerme y dulce y no sueñes conmigo
Pues eso a lo mejor te despertase,
Pero yo, yo contigo sueño siempre,
¿Viste en tu vida nada parecido?
Cual va el niño a la tumba de su madre,
Tan sin sentido e irracionalmente
Pues la tumba cadáver sólo busca
Y jamás vida devolvió a ninguno,
Sino, todo lo más, compuestos químicos;
En fin, de noche voy de aquí alejándome
Buscando compañía un breve rato
Pero a sabiendas de no encontrar nada;
De día contigo en lejanía converso
Y lo mejor de corazón te auguro;
Pero tú no, tú muerte me deseas
Y dices que por gusto sólo riño.
Sí, quiero echarte a riñas de la cama
Y como íncubo el pecho cabalgarte[103]
Para que en pie de un salto te me pongas
Y te des cuenta de que aquí hay peligro.
Con bomberos te veo, y veo sus luces
Allá junto a la iglesia de Johannis[104];
Y ellos tu casa al fuego hurtar debieran,
Responsables, si no, de ello les haces.
Mas, mira, vengo y no he sido invitado
Y ningún uniforme llevo puesto,
Llámame, pues, al orden y pregúntame
Quien es el que a tu puerta aquí me envía;
¡Preferirías con tu casa arder
A que te salve uno que no es bombero!
Mas dejemos la Tierra: no responde,
Y del cielo los ígneos signos veamos.
Vos, que cubrís la bóveda celeste
Estrellas mínimas, sois soles (¡mal
Os vemos!) y el sol mismo es una estrella,
Y los grandes planetas, bien creemos
Que serán los más grandes de ellos todos,
Cuando en realidad son los menores,
¡Y es que aquí todo está patas arriba!
¡Oh, luna, tú, nuestra más fiel amante,
Noche y día nos sigues sin descanso,
En ti soñaba el hombre y aún sueña
Por mucho que tú le hayas engañado!;
Aunque obscura eres luces en la noche
Y por eso te has vuelto tan ideal,
Más lo cierto es que fáltante agua y aire
Y resultas no ser más que una cáscara.
Quizás nuestro futuro azar predices
Y de allende la tumba señas hácesnos,
Quizás tu vida fue en exceso rauda
Como la de nosotros los terrícolas[105].
Quizás también tuviste en otros tiempos
Prados, campos y bueyes con arados,
Mas caíste en el lujo y en el fraude
Y así ardieron tus bosques protectores[106],
O quizás, según otras teorías,
Presa de exceso de habitantes fuiste,
De modo que tus gentes cual caníbales
Se comieron por falta de alimento
Y aunque la luna tiene cuatro cuartos
La quiebra cual relámpago cubrióla[107].
Otra opinión, y mucho más probable
Es que el sol te negara su concurso
Y tú quedaste entonces incapaz
De mantenerte en lo alto y descendiste…
De vacío tu larga vía transcurres[108]
Y el sol robóte cuanto poseías;
¡Y nuestro sino en ti captar podemos!
Y cuando en el nirvana nos durmamos
Nuestro mundo estará al gusto de todos.
Muchos han visto que el sol pierde fuerza
Y que su funda de vapor se engrosa,
Y hasta una edad del hielo se ha previsto
Con la mitad de nuestra esfera helada,
Y nada valdrá aquí calefacción[109],
De modo que escapemos como sea.
Y así enigmas fáciles resuélvense,
Y Suecia en un glaciar se ha convertido
Y se hace esquí sobre marinas aguas
Y no se pide ayuda a armas y pólvora;
Y no se riñe por pensiones reales
Y nadie ya querrá ser rey jamás
Porque en nuestros bolsillos no habrá un cuarto.
Y emigrarán entonces como locos
Los funcionarios y los dignatarios
Y las hetairas y los comerciantes
Buscando tierras más civilizadas
A las que tender mano protectora;
Se podrá ser patriota allí de nuevo
Después de haber ensandecido a todos,
Pues Patriota (el país así se llama)
Se encuentra muy abajo, junto al Cabo[110],
Donde habrá que forjarse injustos vínculos
Con hotentotes y demás basura.
Y que la emigración no impida, créolo
Firmemente, ¡conozco esa nación!
Primero tú, mi Suecia, que eres libre,
Y a lo que es tuyo buen derecho tienes.
Los codiciosos poco te dejaron;
Mas, como cuando el hielo se agrieta
Y el frío huye de nuevo por las rajas,
También tú puedes empezar de nuevo.
Mas a hurgar en la tierra no te arriesgues
Y guárdate de escudriñar en túmulos,
Pues si lo viejo a curiosear empiezas
Pronto darás con el pasado inútil;
Mejor seguir entonces adelante
Diciéndote: ¡por Dios, en fin, qué lástima!,
¡Escondan lo pasado nieve y hielo
Para que así no vuelvas a encontrarlo!
Vive libre y altiva en tu pobreza,
De la falsa cultura sigue libre
Y por el lujo tu albo pan no trueques
Ni des tu ley por pompas cortesanas
Ni a dioses reces por el hombre alzados
Ni creas que en la tierra hay algo grande.
Mira, pues, al espacio y cielo llámalo,
Y siéntete minúsculo cual polvo
Del todo en la hormigueante infinidad,
Tú lo ínfimo eres que en el éter vive,
Y recuerda que el sol, que es nuestra madre,
Y al cual el hombre altares ha erigido,
Ya no disfruta de sus años jóvenes
Y está perdiendo sus guedejas áureas;
No lo olvides: con él envejecemos
Y cuando muera se terminó todo
Para nosotros, grandes o minúsculos.
¡Si él se enfría, nosotros nos enfriamos,
Y si él en su carrera se parase
Nosotros, ¡qué esperanza!, ¡pararíamos!
¿Así que a qué esforzarnos y hacer ruido
Si un día, menos mal, se hundirá todo?
¿Y porqué molestar al moribundo
Cuando es inevitable su partida?
Bien sé que largo tiempo tardará
En cumplirse tan triste vaticinio,
Miles y miles de años, nos afirman
Los sombríos señores que esas cosas
Con espectral análisis comprueban
Y las calculan con integral cálculo.
Y así y todo es posible que aquí puédase
Dar la vuelta a las cifras, como dase
La vuelta a un traje viejo, y que resulte
Que todo esto no fue más que una broma.
No tomemos lo cierto por incierto
Y al final y al principio igual busquemos
Y las últimas horas dulces séannos;
Pues los que ya no creemos en milagros
Tenemos que pasar a la ofensiva,
Y armar cuanto jaleo sea posible
Y así al menos el último viaje
Hacer como hombres libres y no esclavos;
Y si es en este mundo do vivimos,
Hagamos por él algo cuando menos;
Y el que por algo más que gloria vive
Saque partido de este buen consejo,
El bien de todos es el mejor bien[111].
¡He dicho, y ahora sea lo que dios quiera!
***
¡Mas amanece!, ¡día es de Año Nuevo!,
¡Día de promesas, de esperanza día!
¡En pie, tú, incrédulo, ármate otra vez!
¡Cree en la vida, cree que es posible alzarla!,
Y si por tierra el fardo se derrumba,
¡Ánimo!, baja y cárgalo de nuevo!
¿Qué?, ¿te cruzas de brazos?, ¡vaya, hombre
¡Tu vida, al cabo, es como la de todos,
Digna de elogio o de censura, y punto!
No, alma, dormir debes en la noche
Y estar de día tanto más despierta;
Distingue bien la oveja de la cabra
Y la pequeña gente de lo grande.
Y si duda te llega en plena noche
A decirte que todo es pura nada
Y que tu obra está en el agua escrita
Y que aquí todo es simple vanidad,
Piensa en el siervo, que bajo el sol pena
En el taller, las minas o la fábrica
Donde medio pulmón ha de dejarse,
Y, aun así, da a la esperanza voz
Sin ver que esa voz no es más que un gemido.
¡Mira a los campesinos!, con justicia
Piden lo que robóles la opresión;
¡Bien a la vista está que las tinieblas
de los siglos no mellan su energía!
¡Mira en tu torno, el pobre feligrés
Como un poseso es de la fe adalid,
Y si no encuentras esto razonable,
Ve al menos cómo aprecias sus fervores!
¡Ve al loado noble que laureles blande
Su áurea lira en torno derramando
Ante el altar que cande en sacrificios,
Y él tanto arde en el moderno vértigo
Que al siervo hermano su alta mano tiende![112]
Ve también al honrado periodista
Con poca honra y ningún reposo,
Sin laurel, mas con ramas espinosas,
Sin esperanza de evitar pendencias
Y por su buena fe despellejado.
¡Escéptico, álzate, rompe la baraja,
Tiempo no hay ya para jugar con versos,
Cuando se blanden mazas claveteadas!,
¡Ya no vale de nada tener dudas!
Si das palos de ciego y das en piedra
Sigue dando hasta que en el blanco aciertes
Y pega bien contra tus propios huesos,
Verás lo bien que puedes resistirlo.
¡Ave, patria!, ¡la noche terminó!,
¡La duda vil como la fuerza duerme
Pues el sol matinal se ha desviado
Y llegará muy pronto el claro día!
¡Ve, hombre sin fe, despiertan los espíritus,
La ancestral altivez deviene humilde,
Y ahora, por fin, la fe alzará su testa,
Y si no lo hace, sea vergüenza tuya!