SEGUNDA NOCHE

Imágenes soleadas de otros días

Atraen a su paso al ojo exhausto:

Ya se ha tomado el desayuno[34]

En nuestra artística colonia.

Suecos y yanquis, negras y fineses

En Beauséjour reposo hallaron

Y dejando en París excesos y modelos

Se asentaron en Grez junto a Nemours.

Grupos aislados por el jardín yerran;

El sol su meridiano ardor exhala;

Juntos suecos, noruegos dialogan,

Franceses y alemanes van del brazo.

Reluce el sol en tapias blancas, uvas

Azules en parrales verde claro,

Entre el follaje acechan peras gualda,

A la hora de comer la muerte espera.

Incandescen tomates rojo fuego

Entre florestas de alcachofas

Lechugas de alabastro exangües tiemblan,

Coliflores estériles[35]

Toda la exquisitez de la cultura:

Gruesas dalias sin sexo

Rosas de desnudeces provocantes[36],

Verdes ropajes, pero ningún semen[37].

Alegre gente va entre la comida

Y no es extraño que el ingenio admiren

De la naturaleza: el arte vela

La jaula en que nacemos y vivimos.

Allí, sobre la pulcra estera verde

Se esparce alegre un apretado grupo,

Jóvenes cónyuges ríen y bromean

Y de niños disfruta viva tropa.

El vino ahora va de mano en mano

La flauta se une a la guitarra hispana,

Nadie se siente aquí zahareño y hosco,

Ningún sensato ahora se ensandece.

¡Vestidos de verano en verde parque,

Fête champêtre, idilio de Watteau!

Entre juncosas ribas fluye el río

Y un botecillo lo navega leve,

Zambúyense los ánades salvajes,

Ríen las picazas sobre ruido tanto.

Óyense resonar pingües lamentos

Porque el verano raudo se escapó,

Flores de gozo en fría zona suenan

Vive la vida tan doliente y corta;

No hay uva que al espíritu de vida

Vino de grano es anestesia pura,

Corroe la mente, hace temblar la mano

Que cortar quiere el nudo que aherroja,

En mueca airada torna la sonrisa;

Empero viejas y entrañables suenan

Las canciones de en torno al lago Málare,

Voces agudas cual cuchillos cortan

y el corazón con rojos dientes muerden;

¡Y entonces las palabras duras callan

y el rencor cobra matiz dulce

y el país más hermoso de la tierra

Ha dejado de ser la belle France!

Ahora las sombras vespertinas crecen

Y sobre hojas y hierba cae rocío,

El sol comienza a adormecerse ahora

Y el baile cesa y se enronquece el canto.

Resonar se oye el gong de la comida

Todos en un momento se acicalan

Corren a la escalera damas y hombres

Para sentarse a bien hallada mesa.

Y finalmente así termina el día

Sin riñas y entre charla deslizante,

Luz solar pura y nada de disputas,

¡Rural idilio en medio de combates!

Pero ahora callan las amables risas

Se encienden luces, el reposo aguarda

¡Y así la noche cae muy suavemente

Pues la hora del espíritu ha llegado!

***

Heme de nuevo en mi lugar natal[38]

Y de un templo me encuentro ante las puertas,

Mas no un templo do adórese al creador

Al creador que cielo y mundo hizo,

No, aquí al imitador tan solo adórase

Que fue con barro de la creación hecho;

Aquí se adora la apariencia bella

Y se hacen copias del original

Arrójase la carne y se ahorra el hueso.

La enjundia tírase y se engullen cáscaras[39].

¿Habrá acaso verdad en la leyenda

Que la arrogancia raíz y origen hizo

De que hombre y Dios un día se enfadaron

Y punición la riña requería?

¿Qué hace el artista con color y arcilla

Copiando la creación de Dios y echando

Su blusa de pintor encima de ella?

Él lo hace mejor, piensa el idiota,

Que la naturaleza hacer pudiera,

Y eso piensa la gente, ovejas mansas,

¡Más cómo al corazón podra tocar

El artista si no cuando Dios úrgele,

Y, claro, entonces pensaremos todos

Que con solo arte nada se consigue.

Extraño instinto que a copiar incitan

Dime, ¿de dónde realmente vienes

¿Eres acaso herencia de los monos

Rara llama que así calentar sabes

Y a cenizas reduces el espiritu

No estabas al principio en el paraíso

Ni en la creación presente te encontrabas,

De eso tenemos prueba contundente

Pues del Señor el elegido pueblo

Nunca intérprete te hizo del espíritu;

Pecado encuentran que es crear imágenes,

¡Y si así ya no piensan hoy en día

Sea de la ley de la evolución culpa![40]

Más ingeniosa encuentro esta respuesta:

Que el arte, al fin, un preparado es solo

O sucedáneo de lo devastado

En la naturaleza por el hombre,

Remordimiento que ha de corregir

Lo roto y pondrá un brazo de madera

En lugar del de carne ido de un tajo.

Bueno, en fin, sea eso lo que fuere,

Soluciones buscar de poco sirve;

De modo que heme entrando ya en el templo

Por ver ejemplos y olvidar la regla

Con ojos que han perdido sus escamas

Y sin cuidado o requisito humano.

¡Oh, dioses olvidados, os saludo[41],

Viejos Balder y Tor y Odin, nos dicenç

Ya sólo sus marmóreos bloques que era

Muy grande el escultor que los creó[42].

Con gabán entro en el zaguán y chanclos

Entrada que de un templo no es muy propia;

Aunque reciba la verdad un golpe

Salva el honor al menos su pellejo[43];

Tan suavemente ornamentales sois

Que quejarme no oso ante vosotros,

Y si nadie os critica en mi presencia

Vuestra inocencia en paz dejar bien puedo.

Pero aquí cerca vienen otros más:

¡Su corte tiene aquí la tropa olímpica!

Reniega de Jesús, desdeña a Balder

Y eleva a Dios tu risa temeraria,

Eso podrás, mas si de Zeus dudas

A una terrible conmoción te expones;

No es de Zeus, que está en el alto empíreo,

El rayo en alto, dirigiendo el mundo

Y de la humana necedad riéndose,

No es del marmóreo Zeus de quien dudas,

De la tierra en Ostrícoli exhumado[44].

¡Zeus de Ostricoli, henos aquí solos!

¡Hablemos, que ahora no nos oye nadie!

Creí en ti, en tu belleza, por supuesto,

Y en la de tu progenie, que a ti sale;

De Cristo vengo y su cruel doctrina

Que a las llamas la libido enviaba

Y mantiene en supuesto honor el cuerpo.

Mas la juvenil sangre hierve y bulle

Más y más urge la naturaleza,

Y una semítica, provecta ascesis

Huyo cual catequesis catecúmeno.

Fue entonces cuando di con el Olimpo

La cruz tiré y un tirso blandí airoso[45]

Podrido tallo en flores injertado

Y de vides frondoso, ¡y salí, libre,

Al mundo de belleza y alegría!

Tomé por oro lo que fasto era

Mas un fasto angustiosamente sápido

Totalmente legal, si no evangélico,

¿No tenía yo tu precedente, dime,

¡Oh, Zeus!, altísimo de jueces árbitro?[46]

¡Nos volvemos a ver!, ¡qué extraño me eres!,

Ni aterrador ni muy bello tampoco;

¡Y a los tuyos, la alegre y bella hueste,

Ver gustárame en bien cavada huesa!

A todos os encuentro avejentados

Y listos casi para haceros polvo,

Pero, y esto es peor, muy feos estáis,

Y amarillos se han vuelto vuestros cuerpos,

¡Ante dioses me veo y, ¡zas!, de súbito,

He aquí un montón de yeso roto y viejo!

Tú, Apolo, de esa hueste el más hermoso

Que arco en mano y altivo el riesgo arrostras,

La diestra pierna, ¡ay!, se te ha caído

Y la cabeza algo ladeada tienes;

Eso al menos un gran tudesco afirma,

Verdad será si en blanco y negro consta;

Venus de Milo, muy largo es tu cuello;

Piojo, Diana, critícase tu salto;

Hiscóbolo, hora es ya de que decídaste:

Lanzar tu disco amagas, mas no lánzaslo;

Una muchacha es el hermafrodita.

Y demasiado quieta esta Atenea;

Baco, que en vid ceñida alza la frente,

Mostrarse debería más jovial

Con demasiado ardor mira la jarra

y en exceso su noble ebriedad pésale.

Y tú Rascador rasca bien tus miembros[47]

De la clásica mugre de esta casa[48],

Si otra es la raza otro será el ruedo

Y otra su pulcritud que la del arte.

Sileno, siempre altivo y jubiloso

Hondo medita en su paternidad,

Y de atletas la larga teoría

Grandes bocas y exiguas frentes muestra;

Hueras ideas y vacías imágenes

Entre ellas me paseo ajeno y frío;

Brutal se me presenta Laocoonte

Y Niobe un poco más edificante

Más también de ella la belleza ha huido,

Tanto pensar la piedra reventó

—Muy joven vino en odre muy anciano—

Más es pingüe la enjundia que la escena;

Y es que sin mito que uno ya conozca

Desamparadas quedan las estatuas,

He aquí una innominada gigantesa

Con un niño en su cálido regazo[49]

Y un anciano barbudo con dos hijos

Que a ofídicos mordiscos preces alza[50],

La piedra solamente esto nos dice;

¡He aquí, oh, arte, el fin de tu poder!

Antes con otra mente yo miraba

Y en mi memoria cuando hurgo a fondo

Me digo que debíase todo ello

A que, joven yo entonces, no creía

Y cierto es que sin segura fe

Nadie montañas hunde en el abismo.

¡El que la fe deduce del reposo

Podrá creer del rey en los ropajes![51]

Mas no he venido aquí para ofenderos

Si no a deciros mi postrer adiós;

He de aprestarme a nuevos menesteres

Y para ello atusar quiero mi alma;

Allá dentro esconderos me propongo

Entre otros de mis jóvenes recuerdos,

¡Quién sabe si algún día en negras horas

Os sacaré de allí si aún allí estáis!

¡Adiós, pues, Zeus, Hera y tantos otros

Que a caer condenara Jesucristo

Y los cristianos excavaron luego

Aun cuando en cuerpo no transfigurado[52].

Adiós, dioses, y adiós también oh diosas,

Que, al fin, mujeres y hombres sólo erais

Y ni aun eso siquiera si bien júzgase,

¡Mi corazón por siempre he de cerraros!

Mas, calla, a quién veo ahí fuera en plena noche

Con la espalda curvada y pernicorto

Echado al suelo se sonríe astuto

Tras la marmórea majestad de Apolo;

Un extraño eres tú; y problemático

Es el enigma de tu identidad;

El Esclavo la gente a veces llámate[53],

Y aun el Afilador; dejemos eso

Para que los sabihondos nos lo aclaren.

¡Para mi eres un viejo conocido

Por ser de la fealdad digno reflejo!

Tú, por ti solo, eres todo un teorema

Y en mi sistema abres un gran boquete.

Para empezar, ¡oh, feo!, ¿aquí tú qué haces

Si de belleza el sello en ti no llevas?

¡Quizás la concesión silente seas

De severos estetas que aseguran

Que incluso la fealdad tiene su sitio

De la belleza en la marmórea sede!

Pues, mira, aquí veo yo un hueco amplio

Do hincar de nuestra espada el duro acero!

Y dime pues, por Belcebú confiesa,

¿Cómo a un golfo han dejado entrar aquí,

A un mendigo que vive en el arroyo

Y con sus manos gana cuatro cuartos?

¡Cómo en la sociedad pudiste entrar

De diosecillos y de grandes dioses!

Se ve que ignoras nuestro reglamento

Que digna vestimenta impone a todos

Los que desean ser bien recibidos

Y este templo por dentro contemplar[54].

¡Eso es, sí, aquí palpamos el secreto

Y aquí ahora el arte empiezo a comprender!

Sobre tus hombros, siervo, deber pesa

De comida y bebida acarrear;

Para servir nuestro deseo ocioso

En tus manos, oh, siervo sudoriento

Pusimos piedra de afilar, azada

Y pico, y mientras sudas y te agotas

A muerte, el hombre libre come… y juega

Y la mujer fustiga y acaricia

Y mientras tú su carne asabas, ellos

Su juego hacían en arte y en lujuria[55].

Y como el arte era aristocrático

Insoluble misterio fue ante el pueblo;

Mas tan íntimos son poder y arte

Que el arte acabó alzándose a la nómina

Y el pan del pueblo disfrutando gratis.

Más, oh afilador, ¿soñar pudístelo?,

Tú en nuestro ideal te has transformado;

Y por más que la prueba sea muy cutre

En un solo bordado se ha zurcido;

Vigas tragando y escupiendo motas

Viven fantasmas grandes y pequeños

Y de lo antiguo jóvenes serviles

Que en el ordeno y mando hallan su alivio;

Pues nuestro tiempo fósiles requiere.

¡Oyeme, esclavo, y deja de reírte,

Nudosa es tu testuz, tu dorso hundido

Está, fea es tu nariz, peor tu rostro,

Y tus pies planos como azadas son!

¡Pero he aquí que idealista has sido hallado

Aunque naturalista en verdad eres![56]

El pecador al cielo así se eleva

Con solo que de antiguo se de aires.

¿Tú, bello?, quiá, ni hablar, amigo mío,

¡Aunque, por feo que seas, yo te acepto,

Y eso es por ser veraz, y por ser más,

Mientras los otros mienten y son bellos!

La verdad, todos sábenlo, fea es,

Luego en la decadencia, tú, del arte

Cooperas: del arte, sí, lo afirmo,

Más cuando poder era la belleza

Y fin se puso a juegos, risa y raza,

La verdad a hurtadillas volvió a lo alto.

Avanza esclavo y suelta ese cuchillo

Alza la vista y endereza el dorso:

Lo muerto ya está a muerte sentenciado

Y al olvido los tiempos lo relegan.

Pero afuera el cuchillo que así afilas

Pues la justicia está muy en su punto,

Ya a ti, pobre, matar no te hace falta:

No con armas, con voz ahora matamos.

Adiós, pues, oh, tú, mundo de lo bello,

De verdes frondas y aguas cantarínas,

Los sentimientos el adiós amansa

Y enfebrecen los suaves pensamientos.

Lo confieso a la fuerza: bellos erais,

Mas vanidad también, a fin y al cabo;

Adiós, pues, vanidad; al deber corro,

Que también bello es, mas muy pesado.

¡Oh, Zeus, mi confesión sonreír te hizo!

Mi mente quiere, más mi cuerpo es joven;

Adiós, belleza, que a más de uno agradas,

Y he aquí ahora lo útil, que útil es a todos;

Lo bello en tanto en polvo se disgrega

Y al lucro se emparenta humildemente

Para poder vivir un poco más,

¡Así un futuro utilitarista habla![57]

***

Pero por las persianas el sol fíltrase,

Gran día de otoño de alegría radiante;

Por el jardín despechugados pasan

Señores hacia un baño suave y fresco.

Y después de apurar el café, todos

Ante sus caballetes se sitúan

A currar como abejas diligentes

Listas para un fregado o un barrido,

Mientras el escritor va a su guarida

Y sobre su escritorio se agazapa.

Poesía escribe, quizás no muy poética,

Y, con frenesí, de arte, y sin descanso.

Esto es, quizás, puro y simple sofisma

O inconsecuencia más exactamente,

¡Darwin, empero, llámalo atavismo![58]

Y explicarlo no es siempre cosa fácil.

Fábula docet: ¡sigue mis preceptos

No mis actos!, ¿habráse visto absurdo?,

¡Claro que sí!, ¿no es ése tu precepto?:

¡Piensa en la enjundia, de la gente ríete!