Rechinante tren nocturno hacia la llanura de Skane
Ojos ensoñecidos se esconden bajo el ala del sombrero
El pecho se agita pesadamente como bajo un ladrillo
Los músculos se destienden como velas húmedas
El oído acusa ruidos sordos como de tambor desafinado
El frenillo de la lengua ha enmudecido a fuerza de rezongar.
Las sensaciones entumécense como mosquitos bajo la nieve
Los recuerdos se disuelven en sueños atávicos
Ensoñece la voluntad mueren los pensamientos
El alma se descinta y se corcuse.
Pero espíritu libre, pobre exhausto
Cuyas alas tantísimo gastara
Volando al cielo, que resultó luego
Ser substancia incolora mas pesable
Nitrógeno y oxígeno mezclados
En inceleste y respirable mezcla.
Pobre espíritu que huye del programa
Y olvida lo novísimo en fuerza y en materia
Y del carril el polvo ahuyenta con resortes;
Como si nunca hubiera tenido más que alas
A la noche obscurísima se arroja
Cerniéndose sobre agua y sobre tierra.
Hacia el norte el camino sigue corto y abierto,
Pero el cuerpo se agita proa al sur.
Claro el cielo y a media luz la luna
Y él ve la bella, pingüe faz de Skane:
Ópimos campos entre trigo y trébol
Sobre una fértil piel de muelle arcilla
Arduo tejido que los zuecos huellan,
En blancas chozas duerme y ronca ahora
La gente que de día en vela está
y alerta como gallo en el tejado
Siempre dispuestos a ponerse en marcha.
He aquí de Smaland bosques y torrentes,
En vez de pan el cielo diole piedras;
Allí se agota y suda el campesino
En vana lucha contra hambre y miseria.
Y Ostrogotia, suculenta y pingüe
Donde también comer puede el espíritu,
Atisba allá al borde de Kolmarden
Al cielo alzando tormentoso ceño.
Más rápido ahora, que a asomar comienza
La cara tierra del hogar en donde
Él se cansó de riñas y peleas
Y en guerra con los suyos declaróse.
Entra a hurtadillas, tal judío errante,
De vuelta al sitio do su cuna estuvo
Y do después alzóse su patíbulo
Por no creer en el dios de la nación[25].
Se oye ahora el bullir del lago Mälare
Que a la mar corre de lavarse ansioso
Del fango de la civilización;
Y él ve ya casas como estrellas nítidas
Tal farolas nocturnas que el camino
Con media luz al caminante advierten.
Y ahora a sus pies ve calles y ve plazas[26]
Y áurea corona sobre el real castillo
Palacios ve y ve sitios y ve hoteles
Que desde ha mucho tiempo conocía
Y donde ha peleado y se ha aburrido,
Y ahora todos los quiere visitar
Mas falta tiempo y el deber apremia!
Un aleteo más al norte, en Nórrmalm
Reposo encontrará como en el arca
La paloma que halló seca la tierra;
Bajo sus pies se siente tierra, pero
Solo poéticamente, en realidad
Lo que siente es la horca que el cristiano
Usa aun para matar a sus profetas:
En ese signo (¡el de la horca!) vencemos
Siempre que otra manera de pensar
Sanción nos niega al fin de nuestras preces.
Pero, vamos al fin de la cuestión:
El su cruz puso en un famoso templo[27]
Que, de un gran santo nacional al que aún
Honramos entre tantos otros santos,
Llevó el nombre, y llevólo dignamente,
A contrapelo de la ilustración:
Lsa iglesia Adólf Frédrik se apellida.
Con libertad de espíritu se sume
en la morada del Señor que lleva
Quilnce años sin ver. Y desde entonces
Mucho ha viajado y con la piel herida
Vuelve a pisar el seno de su iglesia
Como un marino que a su puerto vuelve
Dejando atrás el mar fresco y abierto
Do la inquietud presto halla tumba cierta
Y nútrese de infinitud la vista,
Mas, en el puerto, aquí, topa con muros
Y hedores que son hez de la cultura.
Como alma en cuerpo o bien como ave en jaula
En consagrado ambiente está el espíritu,
Y la luna reluce contra el pulpito
El cual dorado como el sol reluce;
He aquí la biblia, antigua y enigmática
Que nadie comprender aún afirma,
Entre sus tapas nuevo y viejo júntanse;
Imita al cura el gran reloj adusto,
Áurea su voz y argénteo su silencio,
Que escupe arena una hora los domingos
Como cuando en la cuba abren piquera
Una vez para toda la semana;
Una antigüedad es, signo del tiempo
Que transcurrirá, empero, en modo igual
Siempre en torno a lo mismo, un año y otro
Desde el primer domingo de adviento.
Hela ahí aún, la santa mesa, donde
De niño él mismo se hizo confirmar
Con corazón inquieto y mendaz boca
Donde en una hora única y sagrada
Forzado vióse a su primer perjurio
Y su puesto ganó en la sociedad.
La iglesia abrióle su regazo cálido
Y el perjuro en su dulce seno hundióse
Cual digno hijo de adorada madre
Que con uñas y pico halaga al niño
familia en el atrio le aguardaba
Con él cantando el espantoso cántico
Del cordero en la cruz sacrificado,
Pero olvidando al tiempo el tour de forcé
Del cordero, tan bárbara su muerte
y a pesar de ello honrado y venerado;
Dieron a Dios con los demás mil gracias
Por aceptar su falso juramento
Y fervientes pidieron que cumplíeralo
Para que el diablo su alma no condene;
Más el Señor no dio a su prez audiencia
A juzgar por lo que hizo él con su vida[28].
¡Oh, iglesia, que vas aún moviendo el rabo
Por doquier y exigiendo juramento
De que a tu Balder no derrueque nadie[29]
Sino que en acerino peto envuélvanlo
Y crezca y crezca el muérdago sin tregua
Entre las hojas de los grandes árboles.
El arbustito que verdea en la nieve
Y en secreto y oculto medra y vive
Recordará algún día la consigna
Y en el instante en que lo pienses menos
Al señor del averno ha de arrojarte
Y al héroe matará que tú te hiciste.
A la luz de la luna el altar veo[30]
De Cristo resurrecto al cielo elévase
En marmóreo cuerpo mas sin alas;
Y quienes azufrarle en el infierno
Quisieron ahora míranle allá abajo
Boquiabiertos, pues mentirosos hízoles.
Y junto a él los discípulos sencillos
Que pensaron que un reino iba a otorgarles,
Un reino de verdad, con cruces y armas,
Do de ebanista y pescador mancebos
Se sentarían en augustos tronos.
Y conste que yo aquí sigo la historia
Fielmente y lo que digo es verdad pura
Pues por las santas órdenes sabérnoslo:
Pedro, el más alto, ejemplo es de ellos óptimo,
Pues sabía fallar mas no caer
Y un buen sillón en Roma supo hacerse
Y en su imperio la tierra transformar,
Tanto que aún hoy su trono está ocupado
Y sabrá el diablo cuándo vaciaráse,
Mientras en Roma sí que no lo saben.
Yo por mi parte tengo por seguro
Que un gran oportunista era san Pedro
Pues cuando finalmente abrió la boca
Y salir pudo de su gran apuro
Cambió su no por sí como si nada
Y sin saber dónde le daba el aire;
De una cosa no hay duda, aunque me duela,
Y es que negó al Señor cobardemente.
¡Oh cordero de Dios con hondas llagas
Caíste por necio y por tus ovejitas!,
Mas en resurrección te levantaste,
Y eso lo creo aunque no de esta forma
Y tanto menos en marmóreo cuerpo,
Pero cierto es que loco uno volviérase
Si de esa historia el hilo seguir quiere.
Caíste por tu fe, no, por tus dudas
Pues como en la manzana si está verde
Una mínima larva roe y roe
Hasta dejar el tallo escueto y huero
Así la duda roe de la fe el fruto
Cuando canece y a humedad apesta.
Dudaste del Antiguo Testamento,
Del sábado y los mandamientos sacros,
El fundamento mismo dudar te hizo,
Y el irreconciliable Jehová,
Y dudaste de signos y milagros
Y del demonio y sus maquinaciones,
Ni creiste, la vida en torno viendo,
Como el Creador, que todo bueno fuese
Pues aquí todo ruin te parecía
Y que en un valle de dolor estábamos;
¡Ay, si vivido en nuestro tiempo hubieses,
Cuando el hombre sin fin su vida llora,
Entonces sí que habrías aceptado
De pesimista el honorable apodo!
¡Qué ve mi vista, al negro tan usada[31],
En el extremo borde porticado!
¡El monumento es de un viejo amigo!
¡Bien te conozco, viejo y fiel Descartes!
Dime tú, gran escéptico, ¿aquí qué haces?
Pues antes será blanco el cuervo como
Cristo allá arriba y por él mismo electo
Que tú, de la filosofía nubio…
Mas dime, ¿soy injusto con la Iglesia?,
¿Tiene ella misma acaso también dudas.
¡Quiza! A juzgar por este monumento
Y por este letrero en áureas letras,
De la iglesia tremendo personaje
Fuiste y su béte noire al mismo tiempo.
Este epitafio tuyo es una joya,
Da mucho que pensar al que lo lea.
He aquí la tierra negra como tumba
Y cubierta de sectas en harapos
Y llega un ángel como el carbón negro
Y los harapos por doquier desgarra;
Santa tiniebla que engañaba al rústico
Y que ahora huye de luz luciente en torno
Pues el negro ángel con la antorcha en alto
La tierra negra en plena luz enciende.
Bien me recuerda esto en su conjunto
De la creación el fiat lux histórico
Y de no ser porque en la iglesia estaba
Creído hubiese que era Prometeo
En lucha abierta con el grande Júpiter.
¡Tú, ángel negro, que luz en mano vienes!,
¿Quién te dio entrada, a no ser que, ebrio,
Un sacristán dormido junto al pórtico
Santiguarse olvidó al ver al nefando?
¿Qué tal te sientes entre tantos fieles
Cuyo verrdor nunca jamás madura?
Mas, callo, de la torre el reloj oigo,
¡Cuán raudo de la noche pasó el tiempo!
Adiós, sigue, ángel, el de siempre siendo:
Digno pendant del blanco Jesucristo![32]
Una última mirada al viejo banco[33]
El banco familiar que en mi niñez
Cuando aun en la cadena fraternal
No faltaba eslabón, cuando mis padres…
Cuando en tormenta el órgano tronaba
y el sol al este del altar caía,
Cuando ardían las luces navideñas
Y espanto y gozo derramaban lágrimas…
Más calla que del gallo se oye el canto
Y en sol albeante las ventanas lucen.
¡Lástima es que mi corazón siga
En el vagón del tren, mi fuerte espíritu
Sentimental se vuelve y es vencido
Solo porque del gallo ha oído el canto!
Adiós, mi iglesia; no he encontrado aquí
Solución al enigma de la vida,
Mas bello fue un instante aquí llorar
Mientras sólo el destino me era dulce…
***
Pero el tren rechinando al andén llega
Y en mi vagón yo ya me he despertado.
Torpón y soñoliento un padre baja
Con hijos y mujer y mucha prisa;
Luego se vuelve a ver si algo se deja
Y airado llama a un coche de caballos.