Juntos volvimos, conmovidos,
Sólo del aviso en espera
Que hasta el altar conduciría
A la feliz y joven novia.
Luego unimos ambos las manos
Y oímos divinas palabras;
Un rato jugando estuvimos,
Y henos ahora en torno a la mesa.
Brindis por los recién casados,
Y llegamos del acto al fin,
Y ahora el amén sólo nos falta:
El adiós debido a las novias.
Vos, novias, jóvenes y alegres,
De flores os he de cubrir,
¿Mas dónde encontraré las flores
Si en nieve la tierra se cubre?
No tengo aquí más flores que éstas
Que con mis manos os he dado;
¿Quién querrá artificiales flores
Tras haber visto flores vivas?
Las flores no tienen rocío,
Los astros aman a las novias.
No es tan fácil ser dos y uno
Como comprar conyugal ramo.
Mucho comí y más he bebido,
Tanto que díjeme: ¡ay de mí!
Mi amigo me envuelve en cabriolas
Mientras yo corro a un buen florista.
Vos, novias, jóvenes y alegres,
Os diré la buenaventura.
¿Mas dónde encontraré la dicha
Si sé predecir, no imponer?
Vos, novias, jóvenes y alegres,
Marido desearos debiera,
Pero mi deseo ¿qué puede
Si sólo a una elegir puedo?
Vos, novias, jóvenes y alegres,
Rescate halle vuestra belleza:
La cual, como la de las flores
Razón no tiene ni rocío.
¡No, si tuviese rosas persas
Y las riquezas de un sultán
Y de toda Arabia el incienso
Y toda la deuda de Francia,
Y si apalease los millones
A miles en un cofre chino,
Y si un vino exquisito hiciera
Con todas las uvas de España,
Si a vuestros pies poner pudiese
Coronas de reyes sin cuento
y áureas tiaras papales
y cuanto hay de raro y precioso;
Y todo lo echase en un carro
Y me subiera a él yo también,
Solo una de vosotras, novias,
Ese carro tocar podría!
¡Escancie yo ahora un buen champaña
Y de hinojos por vos lo beba!
¡No, no es el champaña el culpable,
Vos lo sois, oh inocente trío!