EN LA RUINA DE LA IGLESIA DE NIKOLAI[16]

Hacia 1870

En la solana meridiana

De la ruina de Nikolai

Brisa de mar recibe aroma

Temprano de rosa y jazmín.

En lo profundo de la orilla

Se oye espiritual canción

Y se buscan fósiles entre

Aroma de podridas algas.

La canción es muy soñolienta,

Monótona en su languidez,

Y yo me adormezco, me duerme

El aire empapado de ozono.

Mi lecho está muelle de hiedra,

Y a modo de almohada, en el atrio,

Un modillón musgoso cojo

De falso gótico del norte.

El acerolo corta el paso

Tanto a moscas como a mosquitos;

Mejor reposar, pues es bueno

Dormir con la tripa repleta.

De abajo llega a mis oídos

El fuerte resonar del órgano

y voces de castrados monjes

Que con Cristo se desposaron.

Ensalzan de Cristo el amor

Y el lazo que úneles a Cristo,

Aunque amor griego se diría

Por ser un hombre el desposado.

Crece el cántico en estridencia

En la arqueada nave del templo,

Su báculo alza ahora el obispo:

¡Las almas aquí a palos sanan!

Pero hordas de pobres espíritus

Caen de hinojos contra las losas,

Golpean las puertas del cielo,

Pero sin el oro de entrada.

Más y más estridente el canto

Contra la bóveda del templo,

Cantan kyrie, sin cesar, kyrie,

Más al áureo becerro adoran.

Y ahora besan cuentas y cruz

Y se sientan modosamente,

En la frente al becerro besan

En cuanto Dios vuelve la espalda.

Del altar entonces asciende

De almizcle voluptuoso aroma

Y es que ahora hay que comulgar

Y la plebe apesta a podrido.

Y la plebe repta entre el polvo

Para gustar el pan muy blanco.

Luce en el cáliz el borgoña

Tan rojo cual nariz de obispo.

A Dios claman, piedad pidiendo,

Cuando el monje del cáliz bebe,

A su Cristo piden piedad

Hasta que se agrieta la bóveda.

Salgo súbito de mi sueño

Y miro cauto en torno a mí:

Monjes, plebe, órgano, altar

Del todo se han desvanecido.

Solamente el sol cordial luce

En vez de tantas lucecitas

Y llantén vivaz y pujante

Entre las caídas columnas.

Llega una brisa de la rada.

Pasando a través de una ojiva

Ase su hálito un haz de hiedra

Buscando en él un aire alegre.

El estornino que hizo nido

En un capitel, se despierta,

En la piedra su pico aguza

y gorjea al ritmo del viento

En lo profundo de la orilla

Se oye espiritual canción

Y se buscan fósiles entre

Aroma de podridas algas.