BALADA

En Monts-Noires,

En Monts-Noires junto al Rhône;

El señor Beaujolais,

El señor Beaujolais de Beaune

Construyó un castillo al pie de los Alpes

Desde donde otea con ceño y guerra

Al valle que se extiende abajo.

***

El señor Beaujolais,

El señor Beaujolais de Beaune

Construyó su castillo,

Construyó su castillo junto al Rhône.

Pero vive en lo alto de los Alpes

Un viejo halcón del que la gente piensa

Que es hermano del Malo,

Así piensa la gente en el valle.

***

El señor Beaujolais,

El señor Beaujolais del Rhône

Es hombre que no ama,

Odia al hijo de la choza

Con cuyo sudor él cría sus cerdos,

Con cuya médula el pisa su vino,

pero sobre él el Malo acecha,

El Malo acecha, con su hermano.

***

¡Señor Beaujolais,

Señor Beaujolais de Beaune!,

¡Para!, ¡cesa!,

¿No oyes acaso el trueno en la montaña?

En sus cimas la nieve se ha fundido

Y el halcón silba como una serpiente,

Muy alto, sobre cúspides y campos,

Sobre el castillo donde moras.

***

¡Señor Beaujolais,

Señor Beaujolais del Rhône!,

¡Tú lo sabes!, tú bien sabes

De dónde llega esa explosión.

¡Es el halcón, el halcón, que, en su nido,

Ha roto el frágil puente de los hielos,

Y ahora derrúmbanse y atruenan —¡Oh!—,

Ya tenemos encima la avalancha!

***

Señor Beaujolais,

Señor Beaujolais de Beaune.

Su castillo y él, muy juntos,

Duermen ahora cabe el Rhône.

Pero su hijo vaga por el mundo,

Nada tiene, ni es nada

Ni jamás será nada

Si nunca se enamora.

***

Señor Beaujolais,

Señor Beaujolais de Beaune,

¡Tú, que odiabas

Al hijo de la choza

Cuya hermanita, a quien embarazaste,

Hoy te ha mirado dulcemente!:

Ella al robo de un beso te incitó

Y por ello a cantar te castigaron.