El rey, desde su palco del proscenio,
En el Teatro Real, la señal hace
De aplaudir, y con gran premura el público
A obedecer se apresta la real orden.
¿Es por Natalia, née de Gogol,
O por la actriz que la encarna esa orden?
¿O es, quizá, al decorado y a los bellos
Trajes a lo que todos tanto aplauden?
Esto último es lo que ha pensado el cínico
Que encuentra que la obra es un poco roja
Y hubiera preferido verla muerta,
Aunque al autor el público reclama.
Fue, pues, un homenaje al nihilismo
Lo que este real mandato desbocó,
¡Tan suprema se ha vuelto la corona
Que hoy el nihilismo es alto acato al rey!
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Durante el entreacto se oye luego
Entre los que se ven en el vestíbulo
Un suave murmurar: «¡… Créeme… te digo…
Verás como esta novedad prospera!».