INQUERIDA HERENCIA[1]

Os jactáis de una alegre juventud,

Viejos que criticáis ahora a los jóvenes

Y a dulce pugna siempre estabais prestos

Y en canto y vino el ideal cifrábais.

Triste y cansada tribu sois ahora:

Sólo en cuidaros vuestro blanco veis.

Nacidos, cual nosotros, de una orgía

Mejor sabréis cómo esas cosas pasan.

Nadie se alegra de pagar las culpas

Ajenas. En alcohólico grosor

Acabásteis sumiéndoos, y por eso

Son ahora tan esbeltos vuestros hijos.

De los años cuarenta las promesas

Nos pasasteis, y sífilis y culpas,

Chupasteis luego vuestras golosinas

Y royendo ideales nos dejasteis.

Soñadores, echasteis discursitos

Por Polonia, Finlandia y Dinamarca.

Con ideales nosotros no soñamos:

Callados contemplamos el futuro.

Ponche y carne bebisteis y comisteis

Por nuestra trinidad escandinava,

Y como esa unidad quedó en charleta,

La humanidad nosotros preferimos.

Inquerido legado ser pudiera

El nuestro, como pegadiza fruta:

Herencias hay que a la tercera o cuarta

Generación acosan a sus víctimas.