BIOGRÁFICO

Bien, ya he tocado el pífano

Y cantado mi endecha,

No había quien llorase

Ni el baile comenzaba.

Salí, pues, a la calle

Y paré en una esquina

Donde a tambor batiente

Lucí mi oso gimnasta.

Daban al oso azúcar

Y a mí a pegarme iban,

Más cuando cantar quise

Nadie quiso escucharme.

De bufón capa púseme

Y una broma fingí

Y al sacarles la lengua

De júbilo chillaron.

Se detienen carrozas

De altísimos señores:

«¡Vaya cómico tipo,

Acabará siendo alguien!».

Se oyen plebeyos vítores

Si un señor es la víctima,

Más si la cosa es seria

Siempre a los guardias llaman.

Por bufón detenido

Gloriosamente fui,

Y salir es glorioso

En coche de caballos.

Protestas no valiéronme

Ni valióme defensa:

Que no había sido burla,

Sino de veras serio.

Cogí mi negro abrigo

Y al púlpito subí,

Roncar oí a la gente

Como cerdos al sol.

Chillé y desperté a algunos

Y al consistorio en pleno,

Pero caí del púlpito

Y el abrigo perdí.

No recibí las órdenes

Pues no tenía fe.

Es la vieja canción

Con su vieja tonada.

Cojo mi roto pífano

Y en el saco lo meto,

Acallo mi tambor

Y cierro mi mochila.

Así voy por el mundo

En busca de aventuras,

De olvidar y olvidado

Ser, de curar mi herida.

Los años van despacio,

La herida cicatriza

Y todo está tan quieto

Cual fangal apacible

Donde las ranas croan

Al son de los mosquitos

Suaves, y el garzo duerme

Todo el cálido día.

Sólo el mirto allí vela

Y su morfina escupe

Hasta que el fangal ronca

Tras grises telarañas.

Se oye un día en el bosque

De un tambor el chillido

Y por cuestas y campos

La trompeta nos llama.

¡Se declara la guerra!

Yo dejo mi tambor

Y, vendiendo mi pífano,

Una escopeta compro.

¿Quién lleva la bandera?

¡Bandera no hay ninguna!

Y con dispersas tropas

No hay victoria posible!

Mi rojo lienzo cojo

Do campa Garibaldi

Y lo ato a mi escopeta:

¡Adelante!, ¡de acuerdo!

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Cayó al primer disparo,

Antes que las descargas.

¡Mordió él sólo la hierba,

Los demás han huido!

Suena el grito: ¡Victoria!

Y el cadáver se llevan.

Triunfo grandioso fue

Si corta fue la lucha.

Apréstase el entierro

Con militar rigor,

Envuelto va en su ropa

Y con su rojo paño.

Disparan una salva

Y el cura saca el libro

De los muertos, y entonces.

Las cosas salen mal.

El muerto era pagano

Y no aguantaba curas,

Se alza en el ataúd

Y hace un gesto elocuente.

¡Se terminó el jolgorio!

Todos gritan: ¡Escándalo!

Al muerto se lo llevan

Al hospital herido.

Yace allí en férreo lecho

Y aguanta con valor

Que le saquen la bala

que emponzoña su sangre.

Cuando le ase la fiebre

Y el delirio le aturde,

le dan beleño negro

Y la herida le quema.

Y él desvaría entonces

con rota y ronca voz,

Viejas canciones canta

Cual cuervo en gris otoño.

Delira por su herida

Y su derrota, pero

También exhorta a nuevas

Batallas a su tropa.

Y si a veces secretos

Del corazón musita

Se aja en odio el beleño

Y verdea la fiebre.

Aire fresco ventila

La sala y a flor huele,

Ya no escuece su herida

Y el diablo se esfuma.

Manecitas amigas

Hacen, suaves, su cama,

Tendrá así bellos sueños

Como en prado florido.

Cuando, al fin, se repone,

Débil, pero impaciente

De que le vea el médico

Que ahora le da esperanza,

Por la ventana oye

Que alarma un tambor toca.

Cual rayo se alza en pie,

Y el corazón le late.

Del huerto entre los tilos

Atisba una bandera:

Recomienza la lucha.

¡Aún quedan soldados!

Se ensangrientan sus ojos

Cuando, exhausto, le acuestan.

A la negra mesilla

De noche, airado, mira:

Y allí, entre frascos, entre

Cuchillos e hilas ve

El plomo de su herida

Pesantemente quieto.

«¡Si yo ahora en pie estuviera,

Y herramientas tuviese,

Fundiría mi lecho

Para hacer un cañón!

«¡Con los clavos que hincásteis

—Nunca pude olvidarlo—,

Que hincásteis en mi caja,

Una granada hiciera!

«¡Y de metralla luego

Mi cuerpo entero henchido,

La granada veríais

Volar como un cometa!

«Pues hay que apuntar alto

Para dar en la diana,

¡Al cielo hay que apuntar,

Y aún así no se acierta!».

Mira por la ventana:

Coronada bandera

Izan junto a los tilos.

Y oye un sonoro hurra.

Venció nuestro enemigo

De nuevo en la batalla.

Rotos están los nuestros

Más no han huido al menos.

Esto le da alegría

Pues dice su experiencia

Que la derrota puede

Llevar a la victoria.

Cae en somero sueño

Hasta que el nuevo día

Nuevas victorias forje

De las nuevas derrotas.