LA VELOCIDAD

—Moc, ¿me permite hacerle una pregunta?

—Por supuesto.

—¿Qué cree usted que es más rápida: una cosa roja o una cosa caliente?

—… Caramba, es una buena pregunta. Veamos, ¿usted se refiere a una cosa roja fría y a una cosa caliente que no sea roja?

—¿Le ayudaría si le doy un ejemplo?

—Por favor.

(El señor Poc va hasta la esquina, ayuda a cruzar la calle a una anciana y regresa.)…

—Un excelente ejemplo de civismo.

—Gracias.

—¿Podría darme un ejemplo relacionado con lo que hablábamos?

—Tenía uno muy bueno, pero acabo de olvidarlo.

—Si me dice de qué se trataba, quizás pueda ayudarlo a recordar.

—Era el ejemplo de un bola de billar roja y una hoja de papel quemándose.

—Bien. ¿Le sirve si le digo bola de billar, papel?

—¿A ver un poco más?

—¿Papel quemándose?

—¡Ya, gracias! Era el ejemplo de una bola roja de billar y una hoja de papel quemándose… allí la cosa caliente es más lenta que la roja.

—¿La roja se movía?

—No me fijé.

—¿La hoja se quemaba y se movía… o estaba quieta?

—Estaba apoyada sobre una mesa, en un tren en movimiento.

—Entonces era más rápida que la bola de billar.

—Menos en las estaciones, allí el tren se detenía.

—Pero la bola de billar no, evidentemente. —¡Por supuesto! ¡No me imagino que recogiera pasajeros!

—¡Ni pensarlo! ¿¡Quién querría viajar sobre una bola de billar!?

—Una hormiga… o un loco.

—¿En qué otra cosa se parecerán una hormiga y un loco?

—Hay un problema: una hoja de papel se quema bastante rápido, por lo tanto no alcanzaría ni siquiera a llegar a la primera estación sino es convertida en cenizas.

—¿Sugiere que las cosas que duran son más rápidas que las que no duran?

—Exacto. Usted puede tomar un coche para llegar más rápido a un lugar pero si se descompone a los cien metros, ir a pie habría sido más rápido que en coche, en términos de llegar a ese lugar.

—¿En qué otra cosa se parecerán una hormiga y un loco?

—Que nadie piensa que una hormiga esté loca porque se mete en un hormiguero.

—…

—…

—¿Y bien?

—¿Sí?

—¿Va a concluir la similitud?

—Ya está.

—No, dijo sólo una parte.

—¿La primera o la segunda?

—La primera, falta la segunda.

—No sé por qué no habrá venido, a esta hora suele llegar.

—¿No habrá podido avisar?

—Esperemos unos cinco minutos, si para ese entonces no llega, continuamos la conversación.

—… (Espera.)

—… (Espera.)

—… (Espera.)

—No llegó. ¿Proseguimos?

—Sí, ¿en qué otra cosa se parecerán una hormiga y un loco?

—Se me ocurre un ejemplo relacionado con nuestro tema: una hormiga colorada fría es más rápida que un loco a temperatura normal.

—Ésa es una diferencia, no una similitud.

—A propósito, ¿se parecen en algo una diferencia y una similitud?

—¡Excelente pregunta! Si se parecieran quiere decir que una diferencia y una similitud no son tan diferentes, pero si no se parecieran quiere decir que no son tan similares.

—En cualquiera de los dos casos, si de hecho una diferencia y una similitud son cosas distintas, quiere decir que hay más diferencias que similitudes.

fig14

—¿Cómo cuántas más calcula usted?

—Así, a ojo de buen cubero… ocho.

—¿Y si fuera a ojos de buen cubero?

—Dieciséis… yo conocí a uno que de un ojo veía menos, o sea que serían unas quince o catorce.

—No, unas dieciocho, porque si veía menos: seguramente habría más.

—Dieciocho, hay que acordarse de ese número.

—Sí, y finalmente, ¿en qué otra cosa se parecerán una hormiga y un loco?

—Bueno, pero ya teniendo el dato de dieciocho…

—… No importa tanto, ¿verdad?

—Yo creo que no.