Uno de los temas de esta novela es el desdibujamiento de la línea que separa el «mundo sintético» (la vida online) del mundo real. De ahí que, si por casualidad el lector se encuentra con la dirección de una página web en las páginas que siguen, tal vez quiera teclearla en su buscador y dejarse llevar adonde le conduzca. Para disfrutar de la novela no es necesario lo que puede hallarse en esas páginas de Internet, pero tal vez el lector encuentre en ellas algunas pistas adicionales que le ayuden a desentrañar el misterio. O quizá sólo le interese (o le inquiete) lo que pueda encontrar en ellas.
Lo que hacen Internet y su culto al anonimato es procurar una suerte de manto de inmunidad a todo aquel que quiera decir lo que sea sobre cualquier persona, y en este sentido costaría encontrar una manifestación éticamente más perversa del concepto de libertad de expresión.
RICHARD BERNSTEIN en The New York Times