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—Espero que hayáis comido bien, —dijo Zarniwoop cuando Zaphod y Trillian volvieron a materializarse en el puente de la astronave Corazón de Oro y quedaron jadeantes en el suelo.

Zaphod abrió algunos ojos y le lanzó una mirada iracunda.

—¡Tú! —exclamó con desprecio.

Se puso en pie a duras penas y se dispuso a encontrar un sillón donde acomodarse. Lo halló y se derrumbó en él.

—He programado el ordenador con las Coordenadas de Improbabilidad correspondientes con nuestro viaje —dijo Zarniwoop—. Llegaremos dentro de muy poco. Entretanto, ¿por qué no descansas y te preparas para la reunión?

Zaphod no dijo nada. Volvió a levantarse y se dirigió a un armarito del que sacó una botella de añejo aguardiente janx. Bebió un trago largo.

—Y cuando todo esto acabe —dijo Zaphod con ferocidad—, se terminó, ¿vale? Seré libre de marcharme y hacer lo que me venga en gana y de tumbarme en la playa y todo eso.

—Depende de lo que salga de la reunión —dijo Zarniwoop.

—¿Quién es este hombre, Zaphod? —preguntó Trillian, poniéndose en pie con dificultad, temblando—. ¿Qué hace aquí? ¿Por qué está en nuestra nave?

—Es un hombre muy estúpido —contestó Zaphod—, que quiere reunirse con el hombre que rige el Universo.

—Ah —dijo Trillian, quitándole la botella a Zaphod para tomar un trago—, un trepador.