41 El multilateralismo

Los años pasados desde el cambio de milenio han sido testigos de uno de los mayores cambios de poder de la historia de la economía mundial. Las placas tectónicas sobre las que se alza la economía global empezaron a desplazarse, y con más rapidez de lo que nunca se había visto. Al tiempo que surgía una nueva casta de contendientes (encabezada por China y la India), Estados Unidos parecía estar perdiendo su condición de superpotencia indiscutible del mundo. En el pasado, los acontecimientos de este tipo han ocasionado con frecuencia inestabilidad geopolítica, pero los economistas tienen la esperanza de que, esta vez, un arma secreta evite el conflicto: el multilateralismo.

Multilateralismo significa colaborar con todos los demás países cuando se trata de tomar decisiones importantes, en lugar de actuar en solitario (unilateralismo) o en asociación con otro únicamente (bilateralismo). Esto parece una cuestión de sentido común, pero incluso en una era de globalización, el nacionalismo económico es una fuerza poderosa.

«Gracias al intercambio, la prosperidad de un hombre resulta benéfica para todos los demás.»

Frédéric Bastiat, economista francés del siglo XIX

Cuando un país decide elevar los aranceles al comercio o inflar artificialmente el valor de su moneda, ocurre a menudo que lo que hace es iniciar una reacción en cadena que puede afectar gravemente a otros países. Por ejemplo, la década de 1990 y el primer decenio del siglo XXI estuvieron caracterizados por la decisión de los países desarrollados de dejar flotar libremente sus tipos de cambio al tiempo que muchas naciones de Asia y Oriente Medio fijaban el valor de sus monedas con relación al dólar. Aunque esto permitía a los países en vías de desarrollo crecer un poco más rápido (pues ello hacía que sus exportaciones siguieran siendo baratas), al final fomentó una enorme acumulación de deuda en los países ricos, algo que contribuiría a la crisis financiera de 2008.

Fue para intentar evitar este tipo de situaciones que políticos del mundo entero desarrollaron las instituciones multilaterales. La primera fue la Sociedad de Naciones, una organización que promovió el presidente estadounidense Woodrow Wilson después de la primera guerra mundial y a la que Naciones Unidas vino a reemplazar. Como la ONU, las instituciones económicas multilaterales que han dominado las relaciones entre las economías modernas en años recientes pertenecen al conjunto de organismos internacionales que nacieron tras la segunda guerra mundial.

Los hijos de Bretton Woods. En la conferencia de Bretton Woods, celebrada en 1944 en el opulento Hotel Mount Washington, políticos de todo el mundo se reunieron, bajo la tutela de John Maynard Keynes, para crear una nueva arquitectura financiera y económica para el mundo de la segunda posguerra. Además de un sistema de tipos de cambio fijos, se crearon entonces dos instituciones clave: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el predecesor del actual Banco Mundial, el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo. Asimismo, establecieron el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT por sus siglas en inglés), que más tarde se metamorfosearía en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Estas organizaciones multilaterales, de las que hoy son miembros prácticamente todos los países del mundo con excepción de unos cuantos regímenes despóticos, determinan aún la forma de la economía global y la manera como los países interactúan unos con otros.

El FMI actúa como el banco central del mundo, esto es, aúna los recursos de sus miembros y presta dinero a aquellos países que sufren una crisis monetaria o de cuenta de capital (véase el capítulo 24) grave. Es un prestamista de última instancia, pero en este caso para los países en lugar de para los bancos y las compañías. Su segunda función es garantizar que los países de todo el mundo están gestionando sus economías de forma sensata y no incubando problemas para el futuro. No obstante, siendo una institución que carece de «dientes» (en otras palabras, sin poder para imponer disciplina a quienes la desafían), en el pasado ha sido incapaz de impedir que algunos países tomaran decisiones económicas desacertadas.

Los BRICs

Los BRICs son una idea, un fenómeno y un cuarteto formado por los cuatro países más prometedores del mundo: Brasil, Rusia, la India y China. Si la economía del siglo XX estuvo dominada por el G7, la economía del XXI sin duda está llamada a ser dominada por los BRICs. Su enorme población, su increíble apetito de trabajo y el prodigioso crecimiento que han experimentado los convierten en responsables de cerca de la mitad del crecimiento económico mundial en años recientes. El hombre que acuñó el término, Jim O’Neill, el economista jefe de Goldman Sachs, calculó que China está creciendo tan rápido que para mediados del siglo XXI habrá superado a Estados Unidos como la economía más grande del mundo.

Considerados en su conjunto, estos cuatro países albergan al 40 por 100 de la población mundial y constituyen más de una cuarta parte de la superficie terrestre. Sus economías están creciendo a un ritmo del 10 por 100, o acaso más, mientras que las economías occidentales tienden a expandirse a un 2,5 por 100 aproximadamente. Siendo los talleres del mundo, exportan cada día mercancías por valor de miles de millones de dólares tanto a las naciones ricas como entre sí.

La Organización Mundial del Comercio es tanto un foro en el que los países acuerdan derribar barreras comerciales como un árbitro al que acudir cuando un país sospecha que otro está imponiendo aranceles o límites ilegales a sus productos. El organismo promueve la reducción de las barreras comerciales en todo el mundo.

El Banco Mundial fue diseñado para proporcionar ayuda a los países más empobrecidos del mundo. Al prestar dinero (y en ciertos casos donarlo) a las economías en problemas, la meta del Banco es hacer que la economía mundial sea más rica y estable. Sin embargo, se ha convertido en blanco de importantes críticas por imponer condiciones severas a aquellos países a los que proporciona dinero (un cargo que también afecta al FMI).

Sin consenso. A lo largo de la década de 1990, el FMI y el Banco Mundial trataron de imponer a los países a los que debían ayudar políticas orientadas a modelar sus economías según sus propios ideales, el llamado Consenso de Washington. La receta, que incluía reducir el déficit presupuestario y abrir el mercado interno, fue resumida por el economista de Harvard Dani Rodrik en la fórmula «estabilizar, privatizar y liberalizar». El problema fue que muchas economías sencillamente no estaban preparadas para hacer frente a la afluencia masiva de capitales procedentes del extranjero que se produjo cuando abrieron sus mercados a los inversores extranjeros.

Desde el final de la guerra fría y más aún tras la crisis financiera de 2008, las instituciones multilaterales han tenido que hacer frente cada vez a más críticas por su fracaso a la hora de impedir crisis económicas repetidas en varias partes del mundo. La actitud de Estados Unidos hacia ellas se ha vuelto cada vez más distante, y la opinión es que, en especial el FMI y el Banco Mundial, requieren una reforma profunda.

Un motivo de preocupación es que el FMI no es un organismo suficientemente representativo del nuevo mapa económico mundial. Hasta hace poco, China, que ha crecido tan rápido que está cerca de convertirse en la segunda economía del planeta, tenía el mismo número de votos que Bélgica.

Del G7 al G20. Esta misma crítica se ha dirigido contra el G7, el grupo de las siete economías más industrializadas del mundo. Entre las décadas de 1970 y 1990, este grupo (del que forman parte Estados Unidos, Japón, Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia y Canadá) era una representación bastante buena de las principales potencias económicas mundiales. Siempre que había una cumbre económica internacional, estaba dominada por el G7, cuyos miembros tomaban las decisiones clave de común acuerdo.

Sin embargo, en 2008, cuando el presidente George W. Bush convocó una cumbre especial para discutir la crisis financiera, resultó evidente que era necesario incluir a países como China, Brasil, Rusia y la India. De modo que se reemplazó el G7 con el G20, un grupo mucho más amplio de las economías más grandes del mundo.

Lo que se espera es que a través de la cooperación mutua y multilateral, sus miembros (diecinueve países más la Unión Europea) sean capaces de gestionar el paso de un mundo con una única superpotencia económica a un mundo con dos o más.

La idea en síntesis: las naciones pueden conseguir mucho más trabajando juntas