28 Los bancos

Las empresas, a diferencia de las personas, no son todas iguales. Hay algunas compañías que extrañaríamos si dejaran de existir, pero la vida seguiría su curso. Hay otras, en cambio, cuya caída arrastraría consigo a grandes secciones de la economía y la sociedad. Los bancos entran en esta segunda categoría.

Las compañías que conforman la banca y el sector financiero no sólo guardan nuestros ahorros y nos prestan efectivo cuando lo necesitamos, sino que funcionan como un sistema arterial para el transporte de dinero de un lado a otro de la economía, y es por esto que a menudo se las conoce como intermediarios financieros. Su función clave es transferir dinero, en cantidades ingentes, de quienes quieren prestarlo a quienes quieren pedirlo prestado.

Los bancos han formado parte del tejido social de nuestras comunidades desde hace siglos. De hecho, los orígenes de la palabra «banco» se remontan hasta el latín bancus, que designaba las largas mesas que los cambistas de la antigua Roma ponían en los patios para hacer sus negocios.

Para que una economía, sea rica o pobre, pueda funcionar de forma adecuada, necesita tener un sector financiero bien desarrollado y sólido. ¿Por qué? Porque tanto las compañías como los individuos siempre necesitan dinero para empezar y, posteriormente, desarrollar negocios decentes, excitantes e innovadores. Sin bancos, prácticamente nadie sería capaz de comprar una casa, pues la mayoría de las personas necesitan una hipoteca para conseguirlo.

De forma similar, los bancos desempeñan un papel importante como medio de cambio. Intente imaginar un día en la vida sin bancos. En la actualidad es muy común que para pagar la mayoría de nuestras compras utilicemos tarjetas de crédito, tarjetas de débito o cheques: los bancos están involucrados indirectamente en casi cualquier transacción que hagamos.

En ciertos momentos, los bancos han crecido hasta convertirse en organizaciones gigantescas, y recientemente los encontramos haciendo toda clase de cosas, desde gestionar las inversiones de sus clientes hasta poseer conglomerados industriales y dirigir hoteles. Con frecuencia, este nivel de poder ha generado resentimiento, pues para muchas personas los bancos son instituciones parasitarias, que se alimentan de la riqueza de otros para multiplicar la suya. En ocasiones los argumentos de estos críticos no andan desencaminados. Después del derrumbe de un banco tras otro en la crisis financiera de finales de la última década, resultó evidente que gran parte de su expansión no estaba fundada en un crecimiento real. Sin embargo, la verdad lisa y llana es que sin bancos las personas no podrían obtener préstamos o invertir, acciones que son esenciales para llevar una vida productiva y gratificante.

¿Cómo ganan dinero los bancos? La estructura y el modelo de negocios básicos de un banco son fundamentalmente los mismos en todas las partes del mundo.

«¿Qué es robar un banco comparado con fundarlo?»

Bertolt Brecht

En primer lugar, los bancos obtienen un beneficio al cobrar un interés más alto sobre el dinero que prestan que el que pagan sobre el dinero que tienen en depósitos. La diferencia, o la brecha, entre los dos tipos de interés les permite obtener alguna ganancia a cambio de proporcionar este servicio; cuanto más arriesgada es nuestra propuesta (esto es, cuanto peor es nuestra calificación crediticia), mayor será la brecha. Es por esto que quienes necesitan una hipoteca por el 80 por 100 o más del valor de la vivienda que se proponen adquirir tienen que pagar con frecuencia un tipo de interés más alto que el resto. Después de todo, tienen más probabilidades de incumplir sus pagos, lo que en última instancia puede representar una pérdida significativa para el banco.

En segundo lugar, los bancos ofrecen a sus clientes asesoría financiera y otros servicios (a menudo, cobrando; en ocasiones, simplemente para animarlos a depositar su dinero). Para los particulares, esos servicios pueden adoptar la forma de asesoramiento de inversiones o seguros. Para las empresas, de ayuda para la emisión de acciones y bonos (en otras palabras, para obtener capital, con lo que el banco, una vez más, hace las veces de intermediario entre prestamistas y prestatarios) y consejos sobre la conveniencia o no de hacerse con el control de otras compañías. Ésta es la función primaria de los bancos de inversión, que también invierten parte de su superávit de efectivo con la esperanza de obtener ganancias adicionales.

Las reservas bancarias

La clave de las finanzas modernas es un sistema de reservas fraccionadas. Supongamos, por ejemplo, que tenemos mil euros en nuestra cuenta bancaria. Aunque llegado el momento podemos necesitar nuestros ahorros, es improbable que necesitemos toda esa cantidad a la vez; en realidad, lo que hacemos es retirar de cuando en cuando una parte de ella en una sucursal o un cajero electrónico o mediante el uso de una tarjeta de débito.

En consecuencia, en lugar de dejar este dinero ocioso en sus cámaras acorazadas, los bancos tienden a mantener sólo una fracción de él en sus reservas, fracción que varía dependiendo de la demanda de dinero que esperan tener. Por regla general, los bancos centrales controlan la cantidad que los bancos deben mantener en sus reservas (en Estados Unidos, por ejemplo, se exige normalmente una reserva del 10 por 100, lo que significa, en teoría, que cuando un banco recibe un depósito de cien dólares puede destinar noventa a préstamos).

Esto tiene sentido desde un punto de vista económico. Es muchísimo más eficiente que los bancos utilicen el dinero que se les deposita, y maximicen su coste de oportunidad, en lugar de limitarse a guardarlo. Sin embargo, esto tiene implicaciones importantes para la economía en general. Al prestar ese dinero extra, los bancos hacen que aumente la oferta monetaria, lo que hace crecer la inflación.

Pánicos bancarios. El sistema bancario moderno que permite a los bancos tener en sus cámaras acorazadas menos efectivo de lo que oficialmente deben a sus clientes funciona de forma excelente cuando la economía marcha bien y los ahorradores confían en que su dinero está seguro. Sin embargo, en épocas de crisis, ese mismo sistema puede fallar estrepitosamente. Eso es lo que ocurre si, por alguna razón (rumores sobre la inminente quiebra de la institución o el hecho de que se haya visto gravemente afectada por un robo o un desastre natural), una gran cantidad de clientes intentan retirar su dinero al mismo tiempo, algo que se conoce como pánico bancario y del que nos proporciona un ejemplo reciente lo sucedido en 2007 con el banco Northern Rock en el Reino Unido. Cuando los ahorradores se enteraron de que el banco había recibido un crédito de emergencia del Banco de Inglaterra (cumpliendo con su función de prestamista de última instancia), miles de personas corrieron a retirar su dinero.

Debido al sistema de reservas fraccionadas, los bancos modernos no tienen suficiente efectivo disponible para devolver todos los depósitos de sus ahorradores a la vez. Como empresas, dependen de préstamos a corto plazo (los depósitos) para financiar préstamos a largo plazo (hipotecas y otros créditos de larga duración). Esto hace que su liquidez no sea alta, de modo que si los clientes exigen todo su dinero de un momento a otro los bancos podrían derrumbarse por completo. Ésta habría sido la suerte del Northern Rock si el Tesoro británico no hubiera intervenido para nacionalizarlo.

«Un banquero es un señor que nos presta su paraguas cuando hace sol y lo quiere de vuelta apenas empieza a llover.»

Mark Twain

Antiguamente, si un banco quebraba los clientes se enfrentaban a la pérdida de la totalidad de sus ahorros. Esto fue lo que ocurrió a muchos durante la Gran Depresión. Sin embargo, como esta situación provocaba malestar y fomentaba los pánicos a la primera señal de que un banco se encontraba en problemas, los gobiernos han creado desde entonces planes para asegurar los depósitos de los ahorradores. En Estados Unidos, el plan se conoce como Corporación Federal de Seguros de Depósitos, su equivalente en el Reino Unido es el Plan de Compensación de Servicios Financieros; ambos programas protegen los depósitos bancarios hasta cierta cantidad (en 2008, doscientos cincuenta mil dólares y cincuenta mil libras, respectivamente).

La experiencia de la crisis financiera que empezó en 2008 ha demostrado que los gobiernos prácticamente harán cuanto sea necesario para garantizar que los bancos no quiebren. Cuando eso ocurre, las consecuencias para la economía en general pueden ser terribles, pues no sólo se mina la confianza y la riqueza de los ciudadanos, sino que la oferta de dinero sufre una caída pronunciada a medida que los bancos dejan de prestar y empiezan a acumular efectivo, lo que en última instancia puede conducir a la deflación.

Dado su poder para hacer circular el dinero, cuidar de los ahorros de toda una vida de sus clientes, facilitar la inversión y proporcionar las principales arterias para el gasto, no es de extrañar que los bancos estén más regulados que prácticamente cualquier otro tipo de negocio. Su riqueza y la de la economía están ligadas de forma inextricable.

La idea en síntesis: los bancos conectan a los prestamistas con los prestatarios