24 La balanza de pagos
Hasta no hace mucho, pocos aspectos de las noticias económicas se esperaban con tanta impaciencia como las estadísticas de la balanza de pagos. La información sobre las interacciones económicas y financieras de un país con el resto del mundo se consideraba, junto al producto interior bruto, uno de los elementos más importantes para valorar su salud económica. Aunque las cifras de la balanza de pagos ya no nos obsesionan tanto como en el pasado, siguen siendo la guía definitiva sobre las relaciones económicas internacionales de cada país.
Dado que la balanza de pagos contabiliza todo el comercio que entra y sale de un país, incluido el dinero que se inyecta en su economía desde el extranjero y, por ejemplo, las remesas que envían los inmigrantes a sus familias y las empresas a sus filiales o matrices, resulta difícil exagerar su importancia. La balanza de pagos muestra si un país está contrayendo demasiadas obligaciones financieras durante cierto período de tiempo (y, potencialmente, acumulando problemas para el futuro) o prestando dinero a otros a cambio de bienes de consumo. En última instancia, revela si un país tiene un futuro próspero por delante o, por el contrario, si habrá de buscar ayuda de, digamos, el Fondo Monetario Internacional para conseguir mantenerse a flote.
Cuentas corriente y de capital. La balanza de pagos se compone principalmente de dos partes: las cuentas corriente y de capital.
• La cuenta corriente. La cuenta corriente mide el flujo de bienes y servicios que entran y salen de un país. Esto es algo a lo que a menudo se da el nombre de comercio visible (bienes tangibles) y comercio invisible (efectivo pagado por servicios como asesorías jurídicas, publicidad, diseños arquitectónicos, etc.). Si un país importa significativamente más productos y servicios que los que exporta, tendrá un importante déficit por cuenta corriente. Desde la década de 1980, Estados Unidos y el Reino Unido han tenido grandes déficits por cuenta corriente casi todos los años, pues invariablemente han importado más de lo que exportan al resto del mundo. Por su parte, los países con grandes superávits en sus cuentas corrientes han sido los grandes exportadores: históricamente, Alemania y Japón, y en años más recientes, China, que se ha ganado el rótulo de «taller del mundo» debido a la ingente cantidad de bienes que produce para enviar a todo el mundo. La cuenta incluye también cualquier transferencia unilateral de dinero al extranjero, es el caso, por ejemplo, de la ayuda exterior y las donaciones, así como las remesas enviadas por los trabajadores inmigrantes a sus familias.
Un tipo de déficit diferente
La balanza de pagos contabiliza los flujos económicos y financieros entre un país y otras partes del mundo durante un período de tiempo dado (por lo general un trimestre o un año). Incluye tanto las transacciones del sector público como las del sector privado, y no debe confundirse con las cuentas presupuestaria y fiscal, que contabilizan el gasto y el crédito del gobierno.
• La cuenta de capital. Aunque un país tenga un déficit en su cuenta corriente, éste necesariamente ha de equilibrarse por otra parte (de ahí que hablemos de balanza de pagos). Si Japón vende coches por valor de un millón de dólares a los estadounidenses, recibirá ese monto y lo gastará, ya sea en inversiones en Estados Unidos o poniéndolo en un banco americano. Así, por ejemplo, China, que a lo largo de las últimas dos décadas ha tenido un superávit gigantesco en su comercio con Estados Unidos y los demás países occidentales, ha usado esta montaña de dólares para comprar inversiones estadounidenses de todo tipo, desde deuda pública hasta acciones de las grandes compañías del país, por valor de billones de dólares.
Déficits inocuos. Un déficit por cuenta corriente, que normalmente llega acompañado de un déficit comercial, indica que un país está recibiendo préstamos de otras naciones para poder financiarse, pues su apetito de consumo ha superado su capacidad para producir bienes que satisfagan su demanda. Esto podría parecer de algún modo preocupante, pero no es necesario que lo sea, al menos no en pequeñas dosis. Cierto grado de déficit por cuenta corriente puede ser un fenómeno saludable en todo sentido para un país.
A lo largo de toda la década de 1980, y de nuevo a comienzos del nuevo milenio, se dio mucha publicidad al déficit por cuenta corriente de Estados Unidos, que alcanzó un máximo histórico del 6 por 100 del producto interior bruto (setecientos cincuenta mil millones de dólares). El Reino Unido sufrió un déficit de dimensiones proporcionales.
Algunos advirtieron que ambos países podían experimentar una crisis de la balanza de pagos con todas sus implicaciones. Esto ocurre cuando una parte de la balanza de pagos (por lo general, la cuenta corriente) no puede financiarse con la otra. Esto ha sucedido varias veces, por ejemplo, durante la crisis asiática de finales de la década de 1990 y en Rusia por la misma época. Los países que se vieron afectados tenían grandes déficits por cuenta corriente, y cuando los inversores de todo el mundo advirtieron que se acercaba una caída, empezaron a negarse a comprar cualquier valor denominado en rublos, bath, etc. Eso hizo que la cuenta de capital no pudiera ya equilibrar el déficit de la cuenta corriente. Tales circunstancias entrañan, necesariamente, una crisis económica grave e ineludible. Sin embargo, en la mayoría de los casos los países pueden mantener sus déficits sin peligro. Por lo general, lo que se produce cuando un país tiene un déficit por cuenta corriente importante no es una crisis, sino un descenso del valor de su moneda respecto de las demás divisas. A medida que el tipo de cambio cae las exportaciones nacionales se vuelven más baratas y, por tanto, resultan más atractivas para los compradores extranjeros; esto fomenta las ventas a otros países, lo que debería reducir el déficit por cuenta corriente. Por tanto, en un sistema internacional de tipos de cambio fluctuantes, los déficits por cuenta corriente son inevitables, pero, asimismo, se los supone capaces de corregirse a sí mismos.
Equilibrar las cuentas
Si un país tiene un déficit en su cuenta corriente, éste debe equilibrarse con un superávit equivalente en su cuenta de capital, que mide el dinero gastado en inversiones en el exterior y el producido por inversiones ya existentes. Así, por ejemplo, los británicos y las compañías británicas tienden a ganar una significativa cantidad de dinero a través de sus inversiones en el extranjero, lo que compensa ligeramente el considerable déficit por cuenta corriente que tiene actualmente el país.
La única forma de que un país pueda permitirse importar más bienes de los que exporta es que otros países estén dispuestos a comprar activos denominados en su moneda, ya se trate de dólares, libras, euros o pesos.
«Nuestro país se ha estado comportando como una familia extraordinariamente rica que posee una granja inmensa. Para consumir el 4 por 100 más de lo que producimos… hemos estado, día a día, vendiendo porciones de la granja y aumentando la hipoteca que todavía tenemos…»
Warren Buffett
Vigilar los déficits. Sin embargo, no siempre es así. Como mencionamos en el capítulo anterior, en varios momentos de la historia han existido sistemas de tipos de cambio fijos, el más famoso de los cuales fue el patrón oro en el siglo XIX y primeras décadas del XX, al que le siguió el surgido de los acuerdos de Bretton Woods que estuvo en vigor desde 1945 hasta la década de 1970. Durante estos períodos, los países con déficits por cuenta corriente tienen que desacelerar sus economías para recuperar el equilibrio. Los políticos y los economistas acostumbran examinar las estadísticas de la balanza de pagos para detectar si auguran un buen o mal futuro a la economía.
En cualquier caso, aunque el mundo no vuelva a tener un sistema de tipos de cambio fijos, sigue siendo importante vigilar si los países tienen déficits o superávits en sus cuentas corrientes, e identificar la estructura de su balanza de pagos: tales datos constituyen un barómetro de la prosperidad futura de la nación.
La idea en síntesis: la balanza de pagos es el libro mayor de las relaciones económicas internacionales de un país