16 Micro y macro

La economía en realidad comprende dos materias. En primer lugar, es la especialización técnica que estudia cómo y por qué las personas toman ciertas decisiones. En segundo lugar, es el estudio más amplio de cómo los gobiernos pueden mejorar el crecimiento, contener la inflación, mantener sus finanzas y garantizar que el desempleo no aumente demasiado. La distinción entre la microeconomía y la macroeconomía es fundamental para comprender la economía.

«¿Micro o macro?» es, por lo general, la primera pregunta que se hacen dos economistas a los que acaban de presentar: La distinción entre los dos enfoques llega hasta el corazón de la economía. De hecho, los economistas más estrictos consideran por lo general que se trata de dos campos de estudio completamente separados, hasta el punto de que muchos pasan toda su vida especializándose en uno u otro sin sentir en ningún momento que algo les falta.

¿Cuál es la diferencia? Del griego mikros que significa «pequeño», la microeconomía es el término que designa el estudio de cómo los hogares y las empresas toman sus decisiones e interactúan con los mercados. Por ejemplo, un especialista en microeconomía puede dedicarse al estudio de cómo un tipo de agricultura en particular ha crecido o disminuido en años recientes.

El término macroeconomía, del griego makros, «grande», designa el estudio de cómo las economías funcionan en su conjunto. Un macroeconomista se interesa más por cuestiones como por qué la tasa de crecimiento de un país es tan fuerte mientras que la inflación es baja (como ocurrió en Estados Unidos durante la mayor parte de la década de 1990) o cuáles son las causas del aumento de la desigualdad (como ha ocurrido en las últimas décadas tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido).

«Microeconomía: el estudio de quién tiene el dinero y cómo puedo hacerme con él. Macroeconomía: el estudio de qué organismo del gobierno tiene las armas y cómo podemos hacernos con ellas.»

Gary North, periodista estadounidense

Las raíces de la distinción. ¿Por qué esta división? Se trata de una buena pregunta, pues, de hecho, hasta mediados del siglo XX no existía división alguna. Un economista era sencillamente un economista. Quienes se centraban en cuestiones de gran escala se autodenominaban economistas monetarios, mientras que lo pequeño era asunto de la teoría de precios. De hecho, los economistas tendían a pensar mucho más a pequeña escala. Luego vino John Maynard Keynes, que transformó la percepción de la disciplina (véase el capítulo 9). Básicamente, Keynes creó la macroeconomía, con su énfasis en la función del Estado, tanto en el contexto nacional (uso del dinero público y los tipos de interés para mantener la economía en el buen camino) como en el contexto internacional (vigilancia del comercio con las demás naciones).

La microeconomía, por su parte, ha crecido hasta convertirse en un área de estudio gigantesca por decisión propia. En particular, se concentra en la forma en que la oferta y la demanda interactúan en diversas circunstancias (véase capítulo 2). Examina las reacciones de las personas a los impuestos y las regulaciones, a los cambios en los precios o en los gustos, pero no llega a sacar conclusiones sobre el efecto de todo ello en la economía entera. Ése es el trabajo del macroeconomista. Los dos enfoques están interrelacionados, por supuesto, pero lo que los hace materias diferentes es que mientras la microeconomía se centra en un mercado considerado de forma aislada, la macroeconomía se ocupa de los mercados en su conjunto.

Esto necesariamente implica que los macroeconomistas a menudo hacen suposiciones muy amplias acerca del comportamiento de una economía, incluida la de que a largo plazo tenderá a un equilibrio entre la oferta y la demanda (una suposición que sigue suscitando muchas discusiones).

Una diferencia de enfoque. Las informaciones económicas de la prensa de calidad normalmente se centran en cuestiones macroeconómicas: los cambios en los tipos de interés o las cifras de la inflación; el producto interior bruto de un país; noticias sobre una recesión o un auge económico importante; el mensaje del ministro de Hacienda en los últimos presupuestos; etc. Por lo general, las noticias macroeconómicas se distinguen por su enfoque global y abstracto.

Por su parte, las noticias centradas en las finanzas personales (los efectos que probablemente tengan los impuestos y otras medidas gubernamentales en las vidas cotidianas de las personas, por ejemplo) se fundan con más firmeza en consideraciones microeconómicas. Se trata de una perspectiva más pegada a la tierra y concreta.

Por ejemplo, cuando Gordon Brown era ministro de Hacienda, se le criticó con frecuencia por intentar microgestionar la economía. Esto significa que evitaba realizar grandes cambios en el impuesto sobre la renta y los tipos de interés, y prefería confiar en medidas de impacto más reducido como subsidios muy específicos para tipos particulares de familias o para el fomento de la inversión empresarial.

Economía positiva y normativa

La economía positiva es el estudio empírico de lo que está ocurriendo en el mundo. Examina, por ejemplo, por qué algunos países se están volviendo más ricos, por qué ciertas familias se están volviendo más pobres y qué es probable que les depare el futuro. Este enfoque evita hacer cualquier juicio de valor acerca de si un fenómeno dado debería ocurrir o no, y se limita simplemente a estudiar científicamente por qué ocurre.

La economía normativa, por su parte, se ocupa de lo que está ocurriendo en el mundo pero intenta bosquejar cómo se podría mejorar la economía. En este sentido, supone hacer juicios de valor acerca de fenómenos particulares.

Tomemos, por ejemplo, la siguiente afirmación: «Mil millones de personas viven con menos de un dólar al día. Esta suma está por debajo del sustento que cualquier ser humano debería tener, por lo que habría que aumentarla a través de la ayuda y la asistencia de los gobiernos, en particular los de los países ricos». La primera frase es una afirmación de economía positiva; la segunda de economía normativa.

Mientras el número de escuelas macroeconómicas es relativamente reducido, los especialistas en microeconomía tienen la fortuna de contar con numerosos campos de estudio en los cuales centrarse. En lo que se conoce como economía aplicada es posible hallar un gran abanico de profesionales: especialistas en el empleo y los cambios del mercado laboral a lo largo del tiempo; expertos en finanzas públicas cuyo trabajo es examinar las cuentas gubernamentales; expertos en tributación en relación con las mercancías, los niveles de renta o el tipo de empresa; especialistas en cuestiones agrícolas y arancelarias; expertos en política salarial; etc.

La microeconomía además se basa mucho más en la estadística que la macroeconomía, y sus practicantes con frecuencia crean complejos modelos informáticos para demostrar cómo reaccionarán la oferta y la demanda a un cambio particular: por ejemplo, qué incremento sufrirán los costes para los fabricantes de coches si los precios del petróleo (y, por tanto, los costes energéticos) experimentan un aumento súbito. Un macroeconomista, en cambio, estará mucho más preocupado por el efecto que semejante aumento tendrá sobre la tasa de crecimiento global de la economía, así como por diagnosticar por qué los precios del petróleo han sufrido una escalada y cómo puede volverse a ponerlos bajo control.

Con todo, aunque ambas materias se traten a menudo de forma separada, ambas tienen como cimientos las mismas reglas fundamentales: la interacción entre la oferta y la demanda, la importancia de los precios y del funcionamiento apropiado de los mercados, y la necesidad de determinar cómo las personas actúan cuando se enfrentan con la escasez y con una gama completa de incentivos.

La idea en síntesis: la microeconomía para los negocios, la macroeconomía para los países