Fue al hospital limpio y sobrio. Esta vez a una sala común con horario de visitas. Se acabaron las vigilias a oscuras. Candice no había vuelto pero las enfermeras decían que de vez en cuando llamaba una mujer con acento extranjero. No hubo manera de saber dónde estaba; quizá buscando a su hijo. Tenía poca importancia con tal de que estuviera a salvo y se hubiera librado de aquella vida.
Al llegar al fondo de la sala dos mujeres se levantaron a que les diera un beso: Rhona y Patience. Traía una bolsa de compra con revistas y uvas. Sammy estaba sentada en la cama recostada en tres almohadas con Pa Broon al lado. Le habían lavado el pelo y le sonreía recién peinada.
—Revistas de mujeres —dijo él meneando la cabeza—. No deberían existir.
—Necesito un poco de fantasía para aguantar aquí —replicó Sammy y Rebus le devolvió una sonrisa beatífica y se inclinó para besarla.