El doctor Myron Dart estaba sentado en la sala de reuniones del Centro de Coordinación de Emergencia del Departamento de Energía, situado siete pisos por debajo de las calles de Manhattan. Una solitaria carpeta de tapas negras descansaba en la pulida superficie de la mesa de conferencias. El reloj situado a su espalda indicaba que faltaban dos minutos para la medianoche. Dart era consciente de que se encontraba agotado y seguía funcionando en reserva, pero no podía concederse un descanso. Era en momentos como ese cuando agradecía su entrenamiento en la Marina. Allí uno era llevado hasta el límite, más allá del límite y más lejos aún.
La puerta de la sala se abrió y entró la figura alta y fantasmagórica de Miles Cunningham, su ayudante personal. Hizo un gesto afirmativo con la cabeza a su jefe sin que sus facciones dejaran traslucir la menor emoción. Dart daba gracias todos los días por tener un colaborador tan sobrenaturalmente competente, un individuo con aspecto de monje que parecía haber trascendido la banalidad de las emociones humanas. El resto de la alta jerarquía del GAEN entró tras Cunningham, y todos tomaron asiento en silencio.
Dart miró por encima del hombro, vio que el minutero marcaba la medianoche e intentó ocultar el placer que le producía tanta exactitud. Había entrenado bien a su gente.
Abrió la carpeta que tenía ante sí.
—Gracias por acudir a esta reunión de emergencia con tan poco preaviso —empezó a decir—. A continuación les informaré de las últimas evoluciones de los acontecimientos. —Repasó la primera hoja—. Primero, las buenas noticias. Los criptógrafos del FBI han logrado descifrar la contraseña del ordenador de Chalker. También disponemos de los análisis forenses de lo que llevaba en los bolsillos y hemos analizado lo hallado en su vivienda. —Miró a sus colaboradores—. Lo principal es lo siguiente: el ordenador está siendo analizado, pero por el momento no hemos encontrado nada más que archivos llenos de proclamas yihadistas, vídeos con sermones de clérigos radicales y discursos con las habituales directrices de liquidar al infiel. Su historial de navegación demuestra numerosas visitas a webs radicales. Por desgracia todo lo hallado hasta el momento es muy impreciso. No hemos encontrado intercambios de mensajes con individuos concretos ni enlaces directos con terroristas conocidos de Al Qaeda u otros grupos afines. En otras palabras, no hemos localizado ninguna información acerca de la identidad de los colaboradores ni detalles del plan, y tampoco hemos logrado averiguar de qué modo idearon el arma nuclear. —Sus ojos grises se posaron en los presentes—. ¿Tiene alguien alguna idea de qué podemos deducir de esto?
Hubo un momento de silencio hasta que alguien habló.
—¿Ese ordenador no podría ser una máquina de apoyo?
—Eso mismo pensé yo. ¿Alguna otra sugerencia?
—¿No podrían haberlo dejado a propósito, como una especie de cebo?
—Es otra posibilidad.
Se inició un debate y cuando hubo alcanzado su provechoso final, Dart pasó hábilmente al siguiente punto.
—He dado órdenes a los equipos para que busquen un segundo ordenador u ordenadores. Sin embargo —dijo con un tono más cortante— el que hemos encontrado contiene imágenes y vídeos de cinco de los lugares más importantes de Washington: el Lincoln Memorial, el Capitolio, el Pentágono, el Smithsonian Castle y la Casa Blanca. En cambio, no había nada de Nueva York.
Un murmullo recorrió la mesa.
—¿Washington? —preguntó alguien.
—Así es.
—¿Y no podría tratarse de un engaño, de una forma de desviar la atención?
—Eso fue lo que pensamos inicialmente. Luego analizamos el contenido de los bolsillos y de la vivienda de Chalker. Como recordarán, en uno de sus bolsillos encontramos un papel con la dirección de una página web escrita a mano. Pues bien, dicha dirección ha resultado muy reveladora. El sitio web al que remitía estaba codificado y había sido cerrado, y habían retirado la información del servidor, que estaba ubicado en Yemen. Sin embargo, hemos logrado recuperar una imagen espejo a través del archivo de documentos clasificados de la CIA. Sus mejores hombres pusieron manos a la obra y al final lograron descifrar el código. De allí recuperamos alguna información del diseño de la bomba, además de una lista con los mismos objetivos de Washington y de otros tres que parecen haber sido descartados en algún momento anterior: el Museo Nacional del Aire y el Espacio, el Dirksen Senate Office Building y el Cannon House Office Building. Aparte de esto, la página web ofrecía escasos detalles. No obstante, no debemos olvidar que Chalker llevaba encima una entrada del Museo Nacional del Aire y el Espacio.
Dart hizo una breve pausa, pasó a la siguiente página y prosiguió.
—En su casa encontramos más panfletos religiosos, DVD y documentos, además de una edición bilingüe del Corán con varios puntos de lectura y pasajes subrayados que se referían al Armagedón, al fuego y la guerra. —Pasó otra página—. En la nevera de la casa había un calendario lleno de citas garabateadas. Se trataba de breves anotaciones a mano, escasamente inteligibles. Lo importante es que las citas acababan bruscamente el día 21 de este mes. A partir de esa fecha el calendario estaba en blanco.
Dart hizo una pausa y recorrió a los presentes con la mirada para asegurarse de que todos comprendían la importancia de aquello.
—Los análisis indican que Chalker recibió una dosis masiva de radiación en el almacén de Long Island City, donde al parecer ensamblaron la bomba. No obstante, los indicios de que los terroristas tuvieron éxito a la hora de fabricarla son irrefutables. A pesar de que habían vaciado el almacén y quemado las pruebas, encontramos un mapa de Washington que tenía señalados los cinco sitios de los que hablábamos.
Cerró la carpeta y se inclinó hacia delante con aire sombrío.
—La conclusión a la que hemos llegado es la siguiente: el objetivo de los terroristas es Washington, no Nueva York; y la fecha probable del ataque, el 21 de este mes. Eso nos deja muy poco tiempo.
Uno de los presentes levantó la mano, y Dart le dio la palabra con un leve movimiento de la cabeza.
—¿Qué sentido tiene fabricar en Nueva York una bomba destinada a Washington?
—Buena pregunta. En nuestra opinión Nueva York, que es una gran ciudad con una importante población multiétnica y donde todo el mundo va a la suya, resulta el lugar idóneo para este tipo de actividades clandestinas. También tiene una importante población de islamistas radicales. En cambio, Washington presenta un entorno más controlado y con un mayor nivel de seguridad, y su población islamista es muy reducida. Por eso creemos que decidieron preparar la bomba en Nueva York y llevarla a Washington.
Otro silencio.
—En consecuencia —prosiguió Dart—, a partir de este momento vamos a trasladar nuestra sede de operaciones a Washington. Quiero que todos ustedes estén listos para marcharse ya. Las órdenes formales están en camino.
Dart se levantó y empezó a caminar por la sala.
—El ordenador de Chalker no contenía ninguna prueba inculpatoria directa, y las pocas que hemos encontrado no son lo bastante concretas. Los terroristas han sido cuidadosos, pero han cometido errores, y gracias a ellos conocemos dos cuestiones clave: el cuándo y seguramente el dónde. Espero verlos a todos en el nuevo centro de operaciones de Washington. Sus carpetas contienen los detalles y los protocolos de seguridad. Como es natural contaremos con los medios del FBI, de las agencias locales y de las Fuerzas Armadas. —Dejó de caminar—. En estos momentos, mientras hablamos, el presidente y el vicepresidente están siendo trasladados al Centro Presidencial de Operaciones de Emergencia. Durante las próximas veinticuatro horas el Congreso y el gabinete, junto con los funcionarios más destacados, serán conducidos al búnker del Congreso y a otros lugares secretos. La Guardia Nacional ha sido movilizada para que se haga cargo de la evacuación ordenada de los civiles.
Una vez más intimidó a los presentes con la mirada.
—Confiamos plenamente en que, sabiendo lo que sabemos, seremos capaces de desbaratar esta agresión. No obstante, debemos ser muy cuidadosos en cómo manejar al público en general. Ya han visto el pánico que se ha apoderado de Nueva York, el caótico éxodo y el desplome del mercado financiero. Debemos esperar que un pánico aún peor se adueñe de Washington, especialmente cuando empiecen las evacuaciones. La clave para controlarlo es manejar a la prensa. La gente necesita información, y sería un desastre que sospecharan que no les decimos la verdad. Obviamente no podemos ocultar el lugar del atentado, pero es de la mayor importancia que no se difunda la fecha del ataque. Se trata de un dato pendiente de verificación y sumamente inflamable. La menor filtración de la fecha será rastreada y tratada como delito de alta traición. ¿Queda claro?
Todos asintieron.
—¿Hay más preguntas?
—¿Sabemos dónde consiguieron los terroristas el material nuclear?
—Por el momento hemos comprobado que no falta nada en nuestros arsenales, aunque algunos archivos están incompletos. Ahora mismo estamos comprobando todas las posibilidades, incluyendo a Pakistán, Rusia y Corea del Norte.
Al ver que no había más preguntas Dart dio la reunión por concluida.
—Espero que estén en Washington mañana por la mañana. Va a ser una noche muy larga para todos. Nos volveremos a reunir a mediodía en el centro de mando de la calle Doce. Buenas noches.
La sala de reuniones se vació tan rápidamente como se había llenado. Dart recogió la carpeta negra y ordenó el contenido golpeándola de canto contra la mesa. Cunningham se acercó.
—¿Alguna orden, señor?
—Quiero que se ponga en contacto con ese agente del FBI, Fordyce. Compruebe si él y Crew han hecho algún progreso en Santa Fe. Toda esta investigación se ha convertido en una especie de monstruo torpe, pero ellos son lo bastante ágiles e independientes para encontrar algo nuevo. Quiero que no les quite el ojo de encima.