Había sido una bofetada en plena cara, y la bofetada le había aturdido. Vio a Tommy y sintió un miedo distinto, mucho más profundo y mucho mayor que todos los miedos que había sentido nunca.
Por qué Tommy no iba hacia él, por qué no venía y le decía que todo estaba en orden, por qué no reía; precisamente hoy que él hubiera querido reír todo el tiempo, Tommy no reía. Se hallaba sentado en un banco y miraba directamente hacia donde él estaba, en el aparcamiento, pero no le veía, miraba al vacío más allá de él.
El policía se había ido. Tampoco el policía le había visto, aunque había subido a su coche, situado a unos veinte metros de distancia. El policía parecía triste, y también Tommy parecía muy triste, sólo podía intuirlo desde lejos, pero daba la impresión de que Tommy lloraba.
¿Por qué lloraba?
Llevaba consigo todo lo necesario para alegrar a Tommy; traía regalos, barras de regaliz y una tableta de chocolate con nueces, que a Tommy le gustaba especialmente.
Le habría gustado tanto bajar del coche y decirle a Tommy que no tenía que estar triste, pero no pudo. Se quedó inmóvil allí sentado, hasta que comprendió que no podía bajar en ningún caso, que ahora no podía hablar con Tommy, quizá nunca podría volver a hablar con Tommy, y ese pensamiento fue tan abrumador que enterró todo lo demás.
El policía había hablado con Tommy, y eso significaba que algo había salido mal. Necesitaba reflexionar, sólo cuando comprendiera lo que había pasado sabría qué era lo próximo que tenía que hacer.
En ese momento sólo sabía que no podía acudir a Tommy, porque Tommy ya no podía ayudarle.
Metió la marcha atrás, giró y se alejó de la casa blanca, de la residencia en la que Tommy trabajaba. Raras veces había estado allí, no le gustaba esa residencia.
Vio por el espejo retrovisor que Tommy seguía sentado en el banco, no parecía moverse en absoluto, pero se iba haciendo cada vez más pequeño.
Vesa pensó que Tommy estaría muy lejos, y también Jaana estaría muy lejos, ninguno de los dos podría ayudarle, ninguno de los dos querría ayudarle mientras no entendiera qué había hecho mal.