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1 de junio de 1519, carta de Francesco Melzi a los hermanastros de Leonardo da Vinci, Amboise

Supongo que conocéis la noticia de la muerte de meser Leonardo, vuestro hermano y, para mí, el mejor de los padres. Me sería imposible expresar el dolor que he sentido y, mientras viva, constituirá un sufrimiento perpetuo, muy justificado, porque me tuvo un afecto muy constante y muy grande. Todos hemos deplorado la pérdida de un hombre como él.

Que Dios Todopoderoso le conceda el eterno descanso. Ha partido de la vida presente el 2 de mayo con todos los sacramentos de la Santa Madre Iglesia y bien preparado.

Como tenía cartas de rey cristianísimo que le permitían testar y legar lo que le pertenecía a quien él quisiera, ha podido hacerlo así, y esto sin que creces supplicantis sint regnicolae. Sin ellas, no podía otorgar testamento válido y todo se habría perdido, lo cual es costumbre aquí, al menos con respecto a lo que se posee en este país.

El maestro Leonardo ha hecho un testamento que os habría enviado de disponer de una persona de confianza. Espero la llegada de un tío mío, que regresará enseguida a Milán; se lo daré y será un buen intermediario; además, no dispongo de otro medio.

En cuanto a lo que os concierne de este testamento, si no existe otro, el mencionado maestro Leonardo posee en Santa Maria Novella, en manos del camarlengo que ha asignado y numerado los resguardos, cuatrocientos escudos, los cuales están al cinco por ciento; el 16 de octubre próximo habrá seis años de intereses.

Hay también una propiedad en Fiésole que desea se reparta entre vosotros. El testamento no contiene nada más que os concierna.

Nec plura, sino que os ofrezco cuanto valgo y cuanto puedo, poniendo mi celo y mis deseos a disposición de vuestras voluntades, con la certidumbre de mis cumplimientos.

Dado en Amboise, el 1 de junio de 1519

Francesco Melzi