[1] Nuestra historia reciente abunda en ejemplos de esta superposición y convivencia de diversos niveles históricos: el neofeudalismo porfirista (uso este término en espera del historiador que clasifique al fin en su originalidad nuestras etapas históricas) sirviéndose del positivismo, filosofía burguesa, para justificarse históricamente; Caso y Vasconcelos —iniciadores intelectuales de la Revolución— utilizando las ideas de Boutroux y Bergson para combatir al positivismo porfirista; la Educación Socialista en un país de incipiente capitalismo; los frescos revolucionarios en los muros gubernamentales… Todas estas aparentes contradicciones exigen un nuevo examen de nuestra historia y nuestra cultura, confluencia de muchas corrientes y épocas. <<
[2] En los últimos años han surgido en los Estados Unidos muchas bandas de jóvenes que recuerdan a los «pachucos» de la posguerra. No podía ser de otro modo; por una parte la sociedad norteamericana se cierra al exterior; por otra, interiormente, se petrifica. La vida no puede penetrarla; rechazada, se desperdicia, corre por las afueras, sin fin propio. Vida al margen, informe, sí, pero vida que busca su verdadera forma. <<
[3] Sin duda en la figura del «pachuco» hay muchos elementos que no aparecen en esta descripción. Pero el hibridismo de su lenguaje y de su porte me parecen indudable reflejo de una oscilación psíquica entre dos mundos irreductibles y que vanamente quiere conciliar y superar: el norteamericano y el mexicano. El «pachuco» no quiere ser mexicano, pero tampoco yanqui. Cuando llegué a Francia, en 1945, observé con asombro que la moda de los muchachos y muchachas de ciertos barrios —especialmente entre estudiantes y «artistas»— recordaba a la de los «pachucos» del sur de California. ¿Era una rápida e imaginativa adaptación de lo que esos jóvenes, aislados durante años, pensaban que era la moda norteamericana? Pregunté a varias personas. Casi todas me dijeron que esa moda era exclusivamente francesa y que había sido creada al fin de la ocupación. Algunos llegaban hasta a considerarla como una de las formas de la «Resistencia»; su fantasía y barroquismo eran una respuesta al orden de los alemanes. Aunque no excluyo la posibilidad de una imitación más o menos indirecta, la coincidencia me parece notable y significativa. <<
[4] Estas líneas fueron escritas antes de que la opinión pública se diese clara cuenta del peligro de aniquilamiento universal que entrañan las armas nucleares. Desde entonces los norteamericanos han perdido su optimismo pero no su confianza, una confianza hecha de resignación y obstinación. En realidad, aunque muchos lo afirman de labios para afuera, nadie cree —nadie quiere creer— que la amenaza es real e inmediata. <<
[5] Los frutos maduros. <<
[6] Jacques Soustelle, La pensée cosmologique des anciens mexicains, París, 1940. <<
[7] Ricardo Pozas, Juan Pérez Jolote. Autobiografía de un tzotzil, 16.ª ed., FCE, México, 1992. <<
[8] Edmundo O’Gorman, Crisis y porvenir de la ciencia histórica, México, 1947. <<
[9] Leopoldo Zea, El positivismo en México, México, 1942. <<
[10] Jesús Silva Herzog, Meditaciones sobre México, México, 1946. <<
[11] Ibíd. <<
[12] Silvio Zavala, «Síntesis de la historia del pueblo mexicano», en México en la Cultura, México, 1946. <<
[13] Pedro Henríquez Ureña, Hurras de Estudio, París, 1910. <<
[14] Gabino Fraga, «El derecho agrario», en México en la Cultura, México, 1946. <<
[15] Ibíd. <<
[16] El lector podrá encontrar la posición del autor ante el arte mexicano, en particular sobre la poesía y la pintura, en el libro Las peras del olmo, México, 1956. <<
[17] Véase Jorge Carrión, «La ruta psicológica de Quetzalcóatl», Cuadernos Americanos, núm. 5, septiembre-octubre de 1949, México. <<
[18] Lucien Lévy-Bruhl, La mentalité primitive, París, 1922. <<
[19] Ibíd. <<
[20] Amable Audin, Les Fêtes Solaires, París, 1945. <<
[21] Sobre la noción de «espacio sagrado», véase Mircea Eliade, Histoire des Religions, París, 1949. <<
[22] Van der Leeuw, L’homme primitif et la Religion, París, 1940. <<
[23] Todavía están en la cárcel 200 estudiantes, varios profesores universitarios y José Revueltas, uno de los mejores escritores de mi generación y uno de los hombres más puros de México. <<
[24] Cf. Corriente alterna, pp. 179, 180 y 181, en las que me ocupo asimismo del tema de la debilidad del mercado interno y de la necesidad de restablecer la democracia interna en los sindicatos obreros, medida que simultáneamente habría contribuido a la solución de los dos problemas: la crisis política y el bajo poder de consumo de nuestro proletariado. <<
[25] Daniel Cosío Villegas, Change in Latin America, The University of Nebraska, 1960. <<
[26] Frank R. Brandenburg, The Making of Modem México, Prentice Hall, 1964. <<
[27] James W. Wilkie, The Mexiean Revolution, Federal Expenditure and Social Changes since 1910, University of California Press, 1957. [Ed. en español, FCE, México, 1979]. <<
[28] «El punto de vista nahua», en Puertas al campo, México, 1966. <<
[29] Varios autores han dedicado estudios al tema; entre los más recientes y perspicaces se encuentran los de Laurette Séjourné. <<
[30] Cf. Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la conquista, introducción y notas de Miguel León-Portilla, versión de textos nahuas de Ángel Ma. Garibay K. <<
[31] Ibid. <<
[32] Las excepciones son Chile, Uruguay y Costa Rica. <<
[33] Entrevista publicada en Plural, núm. 50, noviembre de 1975. <<