Creo que podría volver y vivir con los animales,
tan plácidos e independientes son.
Me paro ante ellos y los miro un rato largo.
No sudan ni gimen por su condición,
no yacen despiertos en la oscuridad
ni lloran por sus pecados.
No me hacen vomitar discutiendo
sus deberes para con Dios.
Ninguno está insatisfecho, ni se enloquece
con la manía de poseer cosas.
Ni se arrodilla ante otro, ni tampoco ante su especie
que vivió hace miles de años.
Ninguno es respetable ni industrioso
en toda la superficie de la Tierra.
WALT WHITMAN
Hojas de Hierba, «Canto de mí mismo», 32.