Podrán cortar todas las flores pero nunca terminarán con la primavera.
Ernesto «Che» Guevara
El premio Nobel de la paz correspondiente al año 2007 ha recaído en el ex vicepresidente de Estados Unidos, Albert Arnold Gore, Jr., y el panel intergubernamental sobre el cambio climático de la ONU «por sus esfuerzos en formar y difundir un mayor conocimiento acerca del cambio climático de origen humano y establecer las bases que permitan adoptar las medidas oportunas para contrarrestar dicho cambio». Una de las múltiples y variadas posibles consecuencias de éste tan cacareado cambio climático con el que nos azotan las conciencias últimamente tiene que ver con el tema que trataré en este capítulo: el problema de la fusión de los casquetes polares y la subida del nivel de los océanos. En los últimos años, el cine de ciencia ficción no ha sido ajeno a esta cuestión. Una reciente película sobre el tema, El día de mañana (The Day After Tomorrow, 2004) aborda el asunto de un cambio climático masivo y repentino que está azotando el planeta con inundaciones, tormentas y tornados devastadores. Tres años antes, Steven Spielberg había dirigido A.I. Inteligencia artificial (A. I. Artificial Intelligence, 2001), donde se narra en clave de ciencia ficción el mito clásico de Pinocho en el lejano siglo XXIII, cuando el deshielo de los polos ha sumergido bajo las aguas ciudades como Nueva York o Amsterdam. Una tercera pieza cinematográfica en la que se puede encontrar la misma premisa es Waterworld (1995) protagonizada por un venido a menos Kevin Costner. En ella, nuestro planeta se encuentra anegado por las aguas debido al proceso de calentamiento global. La raza humana habita en ciudades construidas sobre la superficie del agua y existe una leyenda ampliamente divulgada acerca de un lugar donde existe suelo firme, conocido como la «Tierra Seca». Bien, detengámonos un momento a considerar el asunto del deshielo polar con un poco de lógica y conocimiento científico básico.
El día de mañana, de Roland Emmerich (2004). Este largometraje aborda el tema del cambio climático con imprevisibles consecuencias: inundaciones, tormentas y grandes tornados.
La primera cuestión que nos podemos plantear es cuánto hielo existe en la Tierra. Éste es un dato relativamente bien conocido. Efectivamente, se estima que actualmente el volumen de agua congelada en nuestro planeta asciende a unos 33 millones de kilómetros cúbicos. De ellos, aproximadamente, el 90 % del total se encuentra en la Antártida, el continente helado del sur. Otro 8 % podemos encontrarlo en Groenlandia y el 2 % restante se halla en los glaciares de alta montaña repartidos por todo el globo. ¿Qué sucedería si todo este hielo, de repente, se fundiese y se convirtiese en agua líquida? ¿A qué nueva altura sobre el nivel actual ascendería el agua de mares y océanos? ¿Serían sumergidas todas las zonas habitadas del mundo?
Un cálculo prácticamente elemental, si se lleva a cabo de forma aproximada, permite encontrar respuesta a las cuestiones anteriores. Trataré de explicarlo de una forma lo más sencilla posible. Supongamos por un momento que la Tierra, con el nivel del mar actual, es una esfera de radio R. Una vez que el agua procedente del deshielo cubriese la superficie terrestre se formaría una corona circular de espesor h, siendo éste igual a la altura a que ascendería el nivel de las aguas que queremos determinar. Lo único que hay que hacer es calcular el volumen de la zona comprendida entre dos esferas concéntricas, la primera de radio R + h y la segunda de radio R. A continuación, se iguala este volumen resultante con el estimado para la masa total de hielo que, como ya sabemos, es de unos 33.000 billones de metros cúbicos. Y ya está, se despeja el valor de h y resulta un numerito muy simpático: unos 64 metros, más o menos, metro arriba o metro abajo hacia el fondo del mar (nunca mejor dicho). ¿Qué opinión os merece ahora la leyenda sobre la «Tierra Seca»? ¿Sois conscientes de la cantidad de lugares habitados que hay en la superficie de la Tierra y que se encuentran a más de 64 metros sobre el nivel del mar? ¿No creéis que a poco que navegaseis en las estrafalarias embarcaciones que aparecen en la película Waterworld seríais capaces de divisar algún lugar que sobresaliese por encima de la superficie del mar?
Inteligencia artificial, dirigida por Steven Spielberg (2001). Un robot con forma infantil es creado para ser vendido en un supuesto futuro donde la procreación es restringida.
En fin, continuando con la ciencia y la razón, que es lo que aquí nos concierne, tengo un par de apuntes que haceros. Podríais, acaso, preguntar si he tenido en cuenta el volumen de los innumerables icebergs que flotan sobre el Océano Ártico. Está bien, supondré que me lo preguntáis. Aquí va la respuesta: no hace falta para nada y para demostrarlo os sugiero un sencillo experimento de física que a buen seguro que muchos de vosotros ya habéis realizado alguna que otra vez. Consiste en llenar con agua hasta el borde un vaso en el que previamente habéis colocado un cubo de hielo. Veréis que una parte del hielo sobresale por encima del borde del vaso (o del agua, porque coinciden). Si esperáis un rato suficiente, siempre que no os encontréis en una habitación demasiado fría, hasta que el hielo se derrita, podréis comprobar (no sin una cierta sensación de perplejidad) que no se ha derramado absolutamente nada de agua. Pues justamente con los icebergs ocurre exactamente lo mismo, es decir, al fundirse no contribuyen al aumento del nivel del enorme vaso que constituye el océano. A los que aún tengáis fresca la física en vuestras cabezas esto os recordará al famoso principio de Arquímedes. Otra pregunta que me podríais hacer es la que hace referencia a la cantidad de hielo que sería necesaria para que toda la Tierra estuviese cubierta de agua. ¿Me la hacéis? Vale, me la hacéis. Estaba deseando responderos. Voy allá de nuevo. Dar respuesta a esta cuestión es tan fácil como repetir el cálculo de h que hicimos al principio, sólo que ahora esta cantidad es un dato conocido y el volumen de hielo necesario es la incógnita buscada. ¿Qué valor ponemos de h? Muy fácil, como el lugar más alto de nuestro planeta es el monte Everest, y su altura se estima en algo más de 8.800 metros (sobre esto hay una cierta controversia actualmente, ya que se cree que pierde altura paulatinamente al ir fundiéndose los glaciares que le rodean), vamos a suponer que h = 9.000 metros y así nos curamos en salud. Los que hagáis el calculito por vuestra cuenta, comprobaréis que será muy parecido a 4,6 millones de billones de metros cúbicos. Esto probablemente no os diga nada, pero resulta sencillo ver que equivale a la cantidad de hielo que habría en más de 200 Antártidas. Necesitamos un planeta mucho mayor y mucho más helado para que Waterworld resulte creíble.
Por contra, escenas como las que se muestran en A. I. Inteligencia artificial, la película de Steven Spielberg, resultan mucho más verosímiles ya que, por ejemplo, casi la mitad de la extensión de los actuales Países Bajos se encuentra por debajo del nivel del mar; estudios recientes advierten de la posibilidad de inundaciones masivas en la ciudad de Nueva York (casos como el del huracán Katrina aún están recientes en nuestra memoria); la plaza de San Marcos, en la ciudad italiana de Venecia, se encuentra tan sólo 63 centímetros por encima del nivel de las aguas, sufriendo varias inundaciones a lo largo de cada año. Para terminar, me gustaría decir que, aunque todo esto lo veamos con un poco de sentido del humor, se trata de un problema muy serio y que tiene una gran importancia en el mundo en el que vivimos. Lo verdaderamente importante no es el número exacto de metros que ascendería el nivel del mar, sino las consecuencias catastróficas que está teniendo el efecto invernadero y el calentamiento global que los humanos estamos provocando de forma artificial y acelerada, extinguiéndose, además, un ingente número de especies cada año.
En Waterworld, de K. Reynolds (1995), Kevin Costner sobrevive en un planeta Tierra completamente anegado por las aguas.
Científicas como la doctora Isabella Velicogna o la doctora Jacqueline Ruttimann han publicado muy recientemente sus resultados en las prestigiosas revistas Science y Nature, respectivamente, donde advierten que la Antártida está perdiendo entre 72 y 232 kilómetros cúbicos de hielo al año, lo que, por término medio, implica un aumento del nivel oceánico de unos 0,3 milímetros anuales, además de la destrucción de la mayor reserva de agua dulce (aproximadamente el 70 % de todo el agua de la Tierra) que tenemos en nuestro planeta.