Carta enviada a Bolonia, al Concilio ecuménico, desde la ciudad ducal de Ferrara, dirigida a Gianpietro Carafa y fechada el 13 de junio de 1547.

Al ilustrísimo y reverendísimo cardenal Giovanni Pietro Carafa, en Bolonia.

Señor mío meritísimo:

No me he decidido a comunicar a Vuestra Señoría los resultados de mi investigación hasta este momento por lo obligado que era obtener los elementos necesarios para poder trazar el cuadro en su conjunto.

Y debería añadir que no obstante no es posible hablar aún con certeza absoluta de todo cuanto me apresuro a exponer, ya que las personas con las que tenemos que vérnoslas son muy astutas y previsoras.

Pero voy enseguida a los hechos. Después de haber viajado entre Milán, Venecia y Ferrara y haber establecido contacto con los inquisidores de estas ciudades gracias a las credenciales que me ofreciera V. S., he llegado a recoger los indicios suficientes como para poder afirmar que la inexplicable difusión en toda la península de El beneficio de Cristo es imputable a una de las familias judías más importantes de Europa, cuyos integrantes, convertidos a la religión verdadera, son conocidos en la corte imperial como Mendesi, por el nombre del difunto Francisco Méndez, banquero español, íntimo del Emperador, consorte de doña Beatriz de Luna. Esta última debe ser considerada la matriarca de la familia, residente todavía en la actualidad en Venecia, interesada desde siempre en la impresión y en la literatura en general, aparte de en los negocios y el comercio. Conjuntamente con sus sobrinos, se dedica a financiar no solo la mayor parte de las publicaciones de tema judío, sino también a autores cristianos, profundizando en su propia doble religión.

La familia no es extensa: dona Beatriz tiene una hija, Reyna, y una hermana, una tal Brianda de Luna, viuda nada menos que del hermano de Francisco Méndez, Diego, y a su vez, madre de una joven en edad de merecer, Gracia la Chica.

Los hombres de la familia son los hijos de un difunto hermano: Giovanni (al que los venecianos conocen como Zuan) y Bernardo Miquez. Para un total de no más de seis miembros, cuatro son mujeres.

A pesar de ello, los negocios que los Mendesi mantienen con los más importantes armadores y mercaderes venecianos son increíbles.

Su riqueza debe de ser enorme y sus intereses llegan a implicar a algunas de las familias patricias más antiguas de Venecia.

Pero lo que más interesará a Vuestra Señoría es sin duda el intenso comercio de libros que tiene a ellos como mecenas, socios de los impresores y no responsables últimos de la difusión. Sobre esta última actividad en particular he indagado durante la estancia veneciana del último mes y los descubrimientos han sido bastante interesantes, hasta el punto de conducirme aquí, a Ferrara, tras la pista del libro prohibido.

Pero conviene que vaya por partes.

Llegué a Venecia con débiles indicios respecto a la implicación de João Miquez en la difusión de El beneficio.

La única persona que consideraba en condiciones de darme alguna información útil era Bernardino Bindoni, el primer impresor de El beneficio de Cristo. Bindoni es un pequeño impresor rencoroso con los más grandes colosos como Giunti o Manucio, mezquino y, en definitiva, reticente y poco dado a hablar del asunto; asunto al que se ha referido siempre en pasado, las pocas veces que se le ha escapado alguna alusión.

Pero al abandonar desilusionado su establecimiento tuvo la osadía de aconsejarme que si estaba interesado precisamente en adquirir una partida de El beneficio de Cristo debía dirigirme a los Judíos.

Ha sido más que una confirmación.

El impresor judío Daniele Bomberg me ha mandado, al final, a uno de sus colegas, Usque de Ferrara.

Y aquí estoy en los territorios del duque Hércules II de Este. Si tuviera que imprimir un libro declarado herético por el Concilio es este indudablemente el lugar que elegiría. Aquí donde la Inquisición tiene las manos atadas por el duque, hombre sanguíneo y que no admite ninguna injerencia de Roma. Ferrara, a medio camino entre Venecia y Bolonia, entre la Serenísima y el Estado Pontificio, pequeña marca independiente con fácil salida al mar.

Ha sido un trabajo lento, de espera, pero que ha valido la pena. Las barcas fluviales descienden por el brazo del Po desde Ferrara hasta la costa, donde embarcan la carga en naves mercantes que se dirigen al sur. Hay nuevas razones para considerar que los Usque adoptan el mismo medio para hacer llegar las partidas de libros a las naves venecianas que hacen escala un par de millas litoral adentro. Así se explicaría la difusión de El beneficio a lo largo del Adriático, a través de las naves equipadas por los Mendesi en Venecia, mandadas lejos de las costas ferraresas para añadir los libros a su carga normal, y que se dirigen a continuación al sur, circunnavegando la península.

Y sin embargo todo esto no desvela aún nada. Puesto que, señor mío meritísimo, lo que se escapa aún es el porqué, por qué una rica familia sefardita está interesada en difundir un libro cristiano.

Para favorecer a los adversarios de Vuestra Señoría, para ayudar al cardenal Polo y a los espirituales. Esta es la respuesta probable. Para hacer que sea cada vez más difícil aislar y golpear a los promotores del libelo herético, como es intención de Vuestra Señoría.

Pude darme cuenta en Venecia de las sutiles estrategias de supervivencia adoptadas por estos ricos judíos. Los Mendesi sostienen su propia fortuna sobre un bien calibrado equilibrio de poder, intercambios de favores, participaciones comerciales, fajos de billetes. Esta es la manera como han conseguido hasta ahora escapar siempre a las persecuciones. Gente como ellos saldría perdiéndolo todo con un aumento del poder de la Congregación del Santo Oficio, con el triunfo de la intransigencia. Con toda probabilidad esperan que sean gentes como Reginaldo Polo las que acaben imponiéndose a los guardianes de la ortodoxia, o bien hombres de letras moderados y tolerantes, hoy dispuestos a dialogar y a pactar con los luteranos, mañana tal vez con los judíos.

En Venecia esta gente es bastante poderosa, no hasta el punto de ser intocables, pero sin duda es difícil llegar hasta ellos con los medios normales. Los judíos en general son un componente esencial de la vida de dicha ciudad, formando a tal punto parte de ella que sin los judíos Venecia correría el riesgo de hundirse. Tal como Vuestra Señoría sabe perfectamente, el orden de la Serenísima se sostiene sobre un delicado encaje de competencias y poderes, de política y comercio, en el que es poco menos que imposible encontrar una fisura. Atacar a una familia como los Mendesi significaría tocar un nervio vivo de Venecia, con todas las consecuencias del caso.

Por el momento me mantendré en Ferrara a la espera de una respuesta de Vuestra Señoría y tratando de recoger posteriores elementos sobre el desarrollo del asunto de El beneficio.

Beso las manos de Vuestra Señoría y me encomiendo a su gracia,

De Ferrara, el día 13 de junio de 1547,

el fiel observador de Vuestra Señoría,

Q.