Carta enviada a Roma desde la ciudad pontificia de Viterbo, dirigida a Gianpietro Carafa, fechada el 27 de junio de 1543.
Al meritísimo y reverendísimo Giovanni Pietro Carafa, en Roma.
Señor mío meritísimo:
Escribo para comunicarle a Vuestra Señoría que ya sé con toda seguridad que ha sido dado a la imprenta El beneficio de Cristo en Venecia.
Hace unos pocos días Marco Antonio Flaminio regresó del viaje que ha realizado en el séquito del Santo Padre a Busseto para tener un encuentro con el Emperador. Preguntando a uno de los pajes de Flaminio he tenido conocimiento de cuáles han sido sus desplazamientos. Pues bien, las sospechas que alimentaba se han revelado fundadas. En efecto, Flaminio, tras haber participado en el encuentro de Busseto y haber pasado allí el mes de mayo, volvió sobre sus pasos realizando un insólito desvío hacia Venecia. Me ha contado el paje que visitó la imprenta de un tal Bernardo de Bindoni, pero que no estaba en condiciones de decir más. Pese a ello, estoy convencido de que no se ha tratado sino de la entrega o quizá ya de la última revisión del texto en cuestión.
Desde que hace un año el papa Paulo III confiara al cuidado de Vuestra Señoría la renacida Congregación del Santo Oficio, estableciendo que la herejía puede ser perseguida dondequiera que anide y con todos los medios que sean necesarios, los espirituales han tenido que espabilarse. La bula de Su Santidad Licet ab initio, el consiguiente relanzamiento de la Inquisición y últimamente la muerte del cardenal Contarini, llevaron a Polo y a Flaminio a moverse con extrema cautela. Sospechaba que imprimirían el librito en el extranjero; además, ellos no ignoran que Venecia goza de una especial libertad en materia de impresión y venta de libros, y si todavía subsistía en mí alguna duda acerca del motivo de la visita de Flaminio a la imprenta veneciana, estas consideraciones la ahuyentan por completo.
Mi señor sabe perfectamente qué peligrosa arma puede ser la imprenta: sin ella Lutero sería todavía el profesor de la desconocida universidad de una pequeña y fangosa ciudad sajona.
En espera de poder proporcionar pronto nuevas informaciones útiles a mi señor, beso las manos de Vuestra Señoría.
De Viterbo, 27 de junio de 1543,
el fiel observador de Vuestra Señoría,
Q.