IV

La realidad sigue alcanzando a la ciencia ficción. En este relato, observarán una cita de la misa latina; lo escribí antes de que el Concilio Vaticano Segundo decretara el uso de la lengua vernácula. Sin embargo, he dejado el párrafo tal como está, en primer lugar, porque lo prefiero así; en segundo lugar, porque la misa en latín no se ha extinguido totalmente y es posible que regrese un día en algunos servicios.

El desfase científico es más difícil de explicar. El relato de la desintegración de una estrella aquí suscrito es el que aceptaban todos los astrofísicos de la época en que lo escribí. Han aprendido mucho desde entonces. Pero yo no creo que sus descubrimientos hayan hecho —todavía— algo tan inaceptable de «Kyrie» como, por ejemplo, prácticamente todos los relatos publicados sobre Júpiter a finales de 1973.

Las conjeturas acerca de la naturaleza de la telepatía, incluida la conjetura de que exista, son una cuestión muy diferente; está más allá del área de la ciencia conocida. Es verdad que muchos físicos se opondrán a la idea de que pueda transmitirse un mensaje instantáneamente (o casi) y sin pérdida a través de distancias interestelares, por no mencionar la idea de que las naves pueden evadir el límite de la velocidad de la luz desviándose del espacio intermedio entre el punto de partida y la meta. Pero estas especulaciones han dejado de ser tan desacreditadas como eran hace poco tiempo. Permítanme repetir únicamente unas cuantas frases como «taquión», «desviación espacial métrica» y «campo radioactivo escalar». ¡Qué pocas cosas sabemos!

El tipo inteligente no humano en forma de un plasma pertenece igualmente al campo de la especulación. Sin embargo, la existencia de algunas clases de seres pensantes no humanos parece más que posible. ¿Qué persona razonable puede creer seriamente que en este enorme y misterioso cosmos nosotros somos los únicos seres inteligentes?