COLOFÓN

El mayor placer que puede sentir un hombre es derrotar a sus enemigos y que éstos sean conducidos ante él. Cabalgar sus caballos y quitarles sus posesiones, ver los rostros de sus seres queridos bañados en lágrimas y estrechar en sus brazos a sus esposas e hijas.

GENGIS KHAN

Los acontecimientos que tuvieron lugar cuando Gengis Khan era joven y que forjaron su personalidad componen un relato apasionante. Se conservan muy pocos documentos de la época, e incluso el más famoso, La historia secreta de los mongoles, estuvo a punto de perderse. El original, que Gengis ordenó escribir en su propia lengua, no ha sobrevivido al paso de los siglos. Por suerte, la historia se transcribió fonéticamente al chino y es precisamente de esta versión de la que proceden la mayoría de nuestros conocimientos sobre Temujin de los Borjigin, o Lobos Azules. Mi fuente principal de información a la hora de escribir El lobo de las estepas ha sido la traducción al inglés realizada por Arthur Waley.

Aunque no hay acuerdo sobre cuál es el significado exacto de su nombre, sabemos que Temujin recibió su nombre de Temujin-Uge, un guerrero tártaro al que su padre Yesugei dio muerte. El nombre se asemeja a la palabra hierro en mongol y ése es su significado más aceptado, aunque podría tratarse de una mera coincidencia. Temujin nació con un coágulo de sangre en la mano y se cree que eso provocó el temor de los que creían en ese tipo de presagios.

Temujin era de estatura elevada para un mongol y tenía «ojos de gato». Incluso en un pueblo tan duro como el suyo, era famoso por su capacidad para soportar el calor y el frío y por su indiferencia ante las heridas que le infligían. Tenía un absoluto dominio sobre su cuerpo. Como pueblo, los mongoles poseen una vista y una dentadura excelentes, pelo moreno y tez rojiza. Creen ser descendientes de las mismas tribus que atravesaron el estrecho de Bering hace unos ciento cincuenta mil años, cuando éste estaba congelado, y penetraron en Alaska. Las similitudes entre ambos pueblos son asombrosas.

En la actual Mongolia, la mayoría de la población sigue cazando con arco o rifle, poseen rebaños de ovejas y cabras y sienten un profundo amor y respeto por sus pequeños caballos. Practican el chamanismo y marcan todos los lugares elevados con largas tiras de tela azul para honrar al Padre Cielo. Los entierros celestes —dejar los cadáveres en un lugar elevado para que sean devorados por las aves— siguen teniendo lugar tal y como los describo en la novela.

El padre del joven Temujin lo llevó a la antigua tribu de su madre, los olkhun’ut, para encontrarle esposa, aunque su madre, Hoelun, llegó a ser la mujer de Yesugei utilizando el «otro método»: Yesugei y sus hermanos la secuestraron, arrebatándosela a su marido. Se cree que lo más probable es que Yesugei muriera envenenado por sus enemigos, los tártaros, aunque los detalles al respecto son mínimos.

Cuando falleció su padre, la tribu eligió un nuevo khan y abandonó a Hoelun y a sus siete hijos, incluida Temulun, que era sólo un bebé. No he mencionado a un hermanastro, Begutei, ya que su papel en la historia es insignificante y ya había demasiados nombres parecidos. De igual modo, he cambiado los nombres cuando he considerado que el original era excesivamente largo o complicado. Eeluk es mucho más sencillo que «Tarkhutai-kiriltukh». El idioma mongol no es fácil de pronunciar, pero merece la pena mencionar que no existe el sonido «k», de manera que khan debería pronunciarse «jaan». El nombre Kubia Khan, el nieto de Gengis, se habría leído «Jublai Jaan». Es cierto que «Chinggis» sería una transcripción mejor que Gengis, pero Gengis es el nombre que aprendí y que despierta en mí los ecos de su leyenda.

Nadie pensaba que Hoelun y sus hijos fueran a sobrevivir, y el hecho de que ninguno de ellos muriera aquel invierno es una prueba de la valía de esa mujer extraordinaria. No sabemos con exactitud cómo sobrevivieron al hambre y a temperaturas inferiores a los grados bajo cero, pero la muerte de Bekter demuestra lo cerca del límite que estuvieron en ese periodo. Dicho esto, lo cierto es que mi guía en Mongolia dormía protegido exclusivamente por su deel y, cuando se levantaba, tenía el pelo congelado y pegado al suelo. Los mongoles son un pueblo fuerte y, hasta la fecha, los únicos deportes que practican son el tiro con arco, la lucha y las carreras de caballos.

Temujin mató a Bekter de forma muy similar a como lo he contado, aunque fue Khasar y no Kachiun quien disparó la segunda flecha. Después de que Bekter robara comida, ambos muchachos le tendieron una emboscada, armados con sus arcos. Para comprender este acto, creo que antes es necesario ver a tu familia muriéndose de hambre. Mongolia es una tierra implacable. Cuando era un muchacho, Temujin nunca fue cruel y en ningún documento se dice que disfrutara destruyendo a sus enemigos, pero sí era capaz de ser absolutamente despiadado.

Cuando la tribu envió a un grupo de hombres a averiguar qué le había sucedido a la familia que habían abandonado, los hermanos opusieron una resistencia feroz y los recibieron con una lluvia de flechas. Cuando lo persiguieron, Temujin se escondió de ellos en unos espesos matorrales durante nueve días, hasta que el hambre le obligó a salir. Fue capturado, pero escapó y se escondió en un río. La orilla de hielo azulado que he descrito no aparece en La historia secreta…, aunque he visto algo similar en mis viajes a Mongolia. He cambiado el nombre de Sorkhansira por Basan para el hombre que lo descubrió y no lo delató. Fue Sorkhansira quien ocultó a Temujin en su propia ger. Cuando la expedición de búsqueda fracasó, Sorkhansira le dio una yegua de color caramelo con el morro blanco, víveres, leche y un arco con dos flechas antes de enviarlo de vuelta con su familia.

Fue la tribu de los merkitas y no los tártaros quienes raptaron a la esposa de Temujin, Borte. Temujin resultó herido durante el ataque y ella estuvo desaparecida durante meses, no unos cuantos días. Por eso, la paternidad de su primer hijo, Jochi, nunca estuvo del todo clara, y Temujin nunca aceptó completamente al chico. De hecho, más adelante, Gengis nombró heredero a su tercer hijo, Ogedai, debido a que Chagatai, el segundo, se negó a aceptar a Jochi como sucesor de su padre.

El canibalismo, en el sentido de comerse el corazón de un enemigo, era una práctica poco habitual, pero no insólita entre las tribus de Mongolia. A decir verdad, la mejor parte de la marmota, la paletilla, se conocía como «carne humana». También en este punto existe un vínculo con las prácticas y creencias de las tribus indias americanas.

Es cierto que a Togrul de los keraítas le prometieron un reino en el norte de China. A pesar de que, al principio, fue un mentor del joven khan, acabó sintiéndose amenazado por su veloz ascenso al poder y organizó un atentado contra su vida, que falló. Ese fracaso rompió una de las normas básicas de las tribus: un khan nunca debe fallar. Togrul fue enviado a un exilio forzoso y fue asesinado por los naimanos, al parecer antes de ser reconocido.

Ser traicionado por aquéllos en quienes confiaba parece haber encendido ese ansia de venganza en Temujin y un deseo de poder que jamás le abandonó. Su experiencia de la infancia creó al hombre que fue de adulto, un hombre que nunca se doblegaría o se permitiría sentir temor ni ningún tipo de debilidad. Le daban igual las posesiones o la riqueza, lo único que le importaba era derrotar a sus enemigos.

El arco mongol de doble curva es tal como lo he descrito, de mayor potencia que los arcos largos ingleses que tanto éxito tuvieron dos siglos más tarde contra las armaduras. La clave de su fuerza es la forma laminada, con capas de cuerno cocido y tendones añadidos a la madera. La capa de cuerno se sitúa en la parte interior, ya que el cuerno resiste la compresión. La capa de tendones se sitúa en la cara exterior, ya que resiste la expansión. Estas capas, del grosor de un dedo, añaden potencia al arma, de modo que tensarla equivale a levantar a dos hombres en el aire con dos dedos… a galope tendido. Las flechas están hechas de madera de abedul.

Gengis se hizo con un imperio gracias a la habilidad de sus tribus con el arco y a su increíble movilidad. Sus jinetes se desplazaban a mucha más velocidad que las columnas acorazadas modernas y podían subsistir durante largos periodos a base de una mezcla de sangre y leche de yegua, por lo que no necesitaban líneas de aprovisionamiento.

Cada guerrero llevaba dos arcos y dos carcajes con entre treinta y sesenta flechas, una espada si la tenían, un hacha y una lima de hierro para afilar las puntas de flecha sujeta al carcaj. Aparte de estas armas, llevaban un lazo de crin de caballo, una cuerda, un punzón para hacer agujeros en el cuero, aguja e hilo, una olla de hierro, dos odres de piel para el agua y cinco kilos de aruul, de la que comían unos doscientos cincuenta gramos al día. Cada unidad de diez hombres contaba con una tienda con un caballo de refresco, lo que los hacía completamente autosuficientes. Si tenían carne seca de cordero, la ablandaban llevándola durante días bajo la silla de madera para que fuera comestible. Es significativo que la palabra «pobre» en mongol se forme a partir del verbo «ir a pie» o «caminar».

Una historia que no he contado es que su madre, Hoelun, enseñó a sus hijos que se podía romper un arco, pero un haz de arcos resistía: la clásica metáfora de la fuerza del grupo.

La alianza de Temujin con Togrul de los keraítas le permitían convertir a sus seguidores en una partida de asalto de la máxima eficacia bajo la protección de un poderoso khan. Si no hubieran llegado a comprender que los Jin llevaban mil años manejando a los suyos como a marionetas, podría haber actuado solo locuazmente. No obstante, tal como se desarrollaron los acontecimientos, tuvo la visión de una nación que sacudiría el mundo sus cimientos. La increíble habilidad militar de los mongoles se había desperdiciado en luchas intestinas. Desprovisto de apoyo o posesiones, rodeado de enemigos, Temujin surgió de la nada los unió a todos.

Lo que sucedió a continuación cambiaría la historia del mundo.

CONN IGGULDEN