TREINTA Y SEIS

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06.16 HORAS, 30 DE AGOSTO DE 2552 (CALENDARIO MILITAR) / «PILLAR OF AUTUMM» DE LA UNSC, SISTEMA EPSILON ERIDANI, CERCA DE LA ESTACIÓN GAMMA DE REACH

El plan comenzó a desmoronarse casi en el mismísimo instante en que el Pillar of Autumm lanzó las dos naves Pelican.

—Háganos girar hacia 2-7-0 —ordenó el capitán Keyes al alférez Lovell.

—Sí, capitán —replicó Lovell.

—Teniente Hall, siga la trayectoria de las naves de desembarco.

—Pelican-Uno sobre objetivo para atracar en la estación Gamma —informó la teniente Hall—. Pelican-Dos inicializando propulsión de descenso. Están a punto de aterrizar justo en el exterior del Cuartel General del FLEETCOM…

—Capitán —interrumpió Cortana—, alteración espacial detrás de nosotros.

En la pantalla apareció la visión de popa. El negro espacio burbujeaba con puntos de luz verde; las estrellas lejanas se desvanecieron y estiraron… y una fragata del Covenant apareció como salida de la nada.

—Teniente Dominique —bramó el capitán Keyes—, notifique a la FLEETCOM que tenemos visitantes indeseables en el patio trasero. Les sugiero respetuosamente que reorienten esos cañones orbitales lo antes posible. Alférez Lovell, haga dar media vuelta a esta nave y deme la máxima potencia de motores. Teniente Hikowa, prepárese para disparar los cañones MAC y prepare los lanzamisiles Archer del B1 al B7.

La tripulación se puso manos a la obra.

El Pillar of Autumm giró, los motores se activaron y se detuvo lentamente. Luego volvió atrás, hacia la nueva amenaza enemiga.

—Señor —dijo Cortana—, las alteraciones en espiral están aumentando exponencialmente.

Aparecieron otras dos fragatas del Covenant, flanqueando a la primera.

En cuanto salieron del espacio estelar, una línea al rojo atravesó la negrura. Un cañón SuperMAC había apuntado hacia ellas y disparado.

La nave del Covenant sólo existió durante un momento más. Sus escudos destellaron y el casco estalló en pedazos.

—Están desactivadas —dijo el capitán Keyes—. Ni luces, ni armas de plasma cargándose, ni rayos láser. ¿Qué están haciendo?

—Tal vez —sugirió Cortana—, sus saltos de precisión requieren de todas sus reservas de energía.

—¿Un punto débil? —se preguntó el capitán Keyes.

—No por mucho —replicó Cortana—. Niveles de energía de las naves en aumento.

Las dos restantes naves del Covenant se activaron, sus luces se encendieron, al igual que los motores, y aparecieron motas de luz roja que corrieron a lo largo de las líneas laterales.

—Entrando en óptima distancia de disparo —anunció la teniente Hikowa—. Se computan soluciones de disparo para ambas naves, capitán.

—Apunte a la nave de babor con el cañón MAC, teniente Hikowa. Prepare misiles Archer para el objetivo de estribor. Esperemos poder atraer sus disparos.

La teniente Hikowa introdujo las órdenes.

—Preparada, señor.

—Fuego.

El cañón MAC del Pillar of Autumm disparó tres veces. El trueno ascendió desde las cubiertas inferiores. Los misiles Archer serpentearon por el espacio hacia la fragata del Covenant que se encontraba a estribor de la formación enemiga.

Las naves del Covenant dispararon… pero no hacia el Pillar of Autumm. Los torpedos de plasma fueron lanzados hacia los dos cañones orbitales más cercanos.

Los proyectiles MAC del destructor impactaron contra la nave del Covenant, una vez, dos. Sus escudos destellaron, relumbraron y se oscurecieron. El tercer proyectil impactó limpiamente, penetró en el casco por popa e hizo girar la nave en sentido contrario al de las agujas del reloj.

Los cañones orbitales MAC volvieron a disparar; una línea plateada surcó el espacio y la nave del Covenant situada a babor se hizo pedazos; una fracción de segundo después, también explotó la de estribor.

Pero los torpedos de plasma continuaron hacia sus objetivos, y se derramaron sobre dos de las plataformas orbitales. Los cañones se fundieron y colapsaron en hirvientes esferas de metal fundido en la microgravedad.

«Quedan trece cañones —pensó el capitán Keyes—. No es precisamente el número de la suerte.»

—Teniente Dominique —dijo—, solicite al Cuartel General de FLEETCOM que envíe a todas las naves que entren en el sistema a ocupar posiciones defensivas cerca de los cañones. El Covenant está dispuesto a sacrificar una nave por cada uno de nuestros cañones orbitales. Comuníqueles que las naves enemigas parecen quedar desactivadas en el espacio durante unos cuantos segundos después de efectuar un salto de precisión.

—Entendido, señor —replicó el teniente Dominique—. Mensaje enviado.

—Teniente Hikowa —dijo el capitán Keyes—, envíe los códigos de destrucción a esos misiles perdidos que hemos lanzado.

—Sí, señor.

—Suspenda la orden —se desdijo Keyes. Le parecía que algo no iba bien—. Teniente Hall, escanee la región en busca de algo inusitado.

—Escaneando, señor —replicó ella—. Hay millones de fragmentos de casco; el radar es inútil. Los sensores térmicos se salen del gráfico… ahí fuera todo está caliente. —Hizo una pausa, se inclinó y un mechón de pelo rubio le cayó sobre la cara pero ella no se lo apartó—. Lecturas de movimiento hacia la estación Gamma, señor. Cápsulas de desembarco.

—Teniente Hikowa —dijo Keyes—, redirija esos misiles Archer. Nuevos objetivos: conéctese con la teniente Hall para obtener las coordenadas.

—Sí, capitán —replicaron ambas a la vez.

—Diversión, distracción y engaño —comentó el capitán Keyes—. Las tácticas del Covenant se están volviendo casi predecibles.

Un centenar de puntos de fuego sembraron el espacio distante cuando los misiles hallaron los objetivos alienígenas.

—Captando actividad justo fuera de la distancia efectiva de nuestros cañones orbitales —dijo Cortana.

—Muéstremela —pidió el capitán Keyes.

La titánica nave alienígena que Keyes había visto al principio, estaba de regreso. Disparó su rayo blanco azulado, como una lanza que atravesara el espacio, y le acertó al destructor Herodotus, situado a cien mil kilómetros de distancia. El rayo atravesó limpiamente la nave de proa a popa, y la cortó en dos.

—Cristo —susurró el alférez Lovell.

Los cañones orbitales dispararon una andanada contra esta nueva amenaza… pero se encontraba demasiado lejos. La nave se apartó fuera de la trayectoria de los proyectiles, que pasaron de largo.

La nave del Covenant disparó otro rayo. Una segunda nave —ésta de transporte, la Musashi— fue cortada por la mitad cuando se desplazaba para cubrir a los cañones orbitales. La sección de popa continuó a gran velocidad, con los motores aún encendidos.

—Van a acabar con todas nuestras naves —dijo Keyes—. No nos dejarán nada con lo que fortificar Reach. —Sacó la pipa y se dio unos golpecitos con ella en la palma de la otra mano—. Alférez Lovell, trace un rumbo de interceptación. Motores al máximo. Vamos a acabar con esa nave.

—¿Señor? —Lovell se irguió más en el asiento—. Sí, señor. Trazando rumbo.

Cortana apareció en el tanque de proyección holográfica.

—Supongo que tiene usted otra brillante maniobra de navegación para esquivar al enemigo, capitán.

—Pensaba volar directamente hacia ellos, Cortana… y dejar que usted se encargara de esquivarlo.

—¿Directamente? Está de broma. —Símbolos lógicos pasaban en sentido ascendente por su cuerpo.

—Jamás bromeo cuando se trata de la navegación —replicó el capitán Keyes—. Usted controlará el estado energético de esa nave. En el instante en que detecte un aumento en sus reactores, un aumento brusco en la emisión de partículas, cualquier cosa, encienda los propulsores de emergencia para hacerles errar el blanco.

Cortana asintió con la cabeza.

—Haré lo que pueda —dijo—. Su arma viaja a la velocidad de la luz. No habrá mucho tiempo…

A través de la cubierta de popa resonó un golpe, y el capitán Keyes fue lanzado hacia un lado. Una luz blanco azulada destelló en la pantalla de visión de babor.

—Un disparo errado —informó Cortana.

El capitán Keyes se puso de pie y se compuso el uniforme.

—Prepare cañón MAC, teniente Hikowa. Arme los lanzamisiles Archer C1 a E7. Deme una resolución de disparo para que los misiles impacten con nuestro último disparo MAC.

La teniente Hikowa alzó una ceja. Tenía buenas razones para abrigar dudas. Estarían disparando más de quinientos misiles contra un único blanco.

—Solución en espera, señor. Cañones preparados.

—Acercándonos a la distancia máxima para los cañones MAC, señor. En cuatro… tres…

Se produjo una explosión a estribor y el Pillar of Autumm dio un salto. Esta vez, Keyes estaba sujeto.

—Fuego, teniente Hikowa. Envíelos de vuelta al infierno al que pertenecen.

—Misiles fuera, capitán. Esperando para coordinar proyectiles MAC.

Un relámpago blanco azulado inundó la pantalla, y el Pillar of Autumm fue recorrido por una serie de detonaciones sordas como de triquitraques. La nave se escoró hacia babor y comenzó a girar.

—¡Nos han alcanzado, señor! —dijo la teniente Hall—. Descompresión en cubiertas C, D y E, secciones de la dos a la veintisiete. Tenemos escape de atmósfera. Reactor dañado, señor. —Escuchó a través de los auriculares—. No puedo obtener un informe claro de lo que está sucediendo en las cubiertas inferiores. Estamos perdiendo potencia.

—Selle esas secciones. Teniente Hikowa, ¿tenemos control de armamento?

—Afirmativo.

—Dispare a discreción, teniente.

El Pillar of Autumm se estremeció al disparar el cañón MAC. Golpes metálicos y crujidos recorrieron el dañado casco. En la pantalla apareció un trío de proyectiles al rojo blanco, que persiguieron a los misiles Archer hacia el objetivo marcado.

Una primera andanada impactó en la nave del Covenant, cuyos escudos rielaron. Llegaron las andanadas segunda y tercera, y más de quinientos misiles detonaron a lo largo del casco. Las llamas puntearon la gigantesca nave y sus escudos se recalentaron hasta ser de color plateado. Luego se oscurecieron y apagaron. Una docena de misiles impactaron en el casco, y las explosiones le dejaron marcas en el azulado blindaje.

—Daño mínimo en el blanco, señor —informó la teniente Hall.

—Pero les hemos desactivado los escudos —matizó el capitán Keyes—. Podemos causarles daño. Era cuando necesitaba saber. Teniente Hikowa, prepárese para volver a disparar. Idénticas soluciones de disparo. Teniente Hall, lance nuestro interceptor Longsword pilotado por control remoto, y arme la cabeza nuclear Shiva que lleva a bordo. Cortana, tome el control de la nave individual.

Cortana dio unos golpecitos con un pie.

—Longsword fuera —dijo—. ¿Dónde quiere que aparque esta cosa?

—Curso de interceptación de la nave del Covenant —replicó el capitán.

—Señor —gritó la teniente Hikowa—, tenemos un ritmo de carga insuficiente para poder disparar los cañones MAC.

—Entendido —replicó el capitán Keyes—. Desvíe toda la energía de los motores para regenerar los condensadores de los cañones.

—¿Se me permite señalar… —comenzó Cortana, y se cruzó de brazos—, que si desvía la energía de los motores nos encontraremos dentro del radio de explosión de la cabeza nuclear cuando alcance a la nave del Covenant?

—Tomo nota —replicó el capitán Keyes—. Hágalo.

—Condensadores al setenta y cinco por ciento —anunció la teniente Hikowa—. Ochenta y cinco. Noventa y cinco. Carga completa, señor. A punto para disparar.

—Fuego a discreción —ordenó el capitán.

—Misiles fuera…

Una jabalina de energía blanco azulado salió de la nave del Covenant hacia el Pillar of Autumm. El rayo dio en el blanco y atravesó el casco. La nave de la UNSC comenzó a rotar sobre sí cuando la explosiva descompresión lanzó a la nave fuera de su rumbo. Mientras giraba, el rayo de energía del enemigo recorrió el casco trazando un espiral que rompió el blindaje y perforó hasta las profundidades del Pillar of Autumm.

La nave dio unos saltos tremendos al pasar el rayo por encima de los lanzamisiles Archer de babor, y detonar los misiles dentro de los tubos. Keyes fue casi arrojado fuera del asiento de mando cuando la cubierta se curvó debajo de él.

Se apretó las correas de seguridad y miró la pantalla táctica con el ceño fruncido.

—¡Informe de daños! —gritó, con un volumen que competía con la docena de alarmas de peligro que aullaban a través de los altavoces del puente.

Cortana hizo aparecer una visión holográfica de la nave y señaló las zonas dañadas con rojo palpitante.

—Se han abierto brechas en las bodegas de lanzamiento y carga de babor… hay incendios en todas las cubiertas, todas las secciones. Hay una brecha en la cámara de fusión primaria.

El Pillar of Autumm giraba descontroladamente.

—Cortana, enderece la nave y estabilícela. ¡Tenemos que disparar nuestras armas!

—Sí, capitán. —Su cuerpo se transformó en un apiñamiento de borrosos símbolos matemáticos—. Ésta es una trayectoria extremadamente caótica —dijo—. Aún estamos perdiendo atmósfera. Un momento. Eso es. Lo tengo.

El Pillar of Autumm se enderezó, y la nave del Covenant ocupó el centro de la pantalla principal. A aquella corta distancia el capitán Keyes veía lo descomunal que era la nave: el triple de la masa de un crucero normal. Había una cápsula montada en lo alto de la cubierta superior; giró y siguió al Pillar of Autumm, para apuntarlo con la torreta. Relumbró con un color azul eléctrico al acumular energía para disparar otra carga letal.

—Dispare en cuanto estemos preparados, teniente Hikowa —ordenó el capitán Keyes.

—¡Disparando! —Desde las cubiertas inferiores les llegó el rugido de un trueno—. Proyectiles MAC fuera.

Los proyectiles alcanzaron a la nave del Covenant; los MAC impactaron… pero sólo un puñado logró atravesar los escudos cuando se desactivaron.

—Cortana, estrelle la Longsword contra esos bastardos. Programe explosión retardada de la cabeza nuclear para quince segundos después del choque.

—Propulsores de popa encendidos —replicó Cortana—. Impacto en tres… dos… uno. Ya ha llegado, señor.

El Pillar of Autumm pasó a toda velocidad ante la nave del Covenant.

—Teniente Hall, desvíe toda la energía que pueda hacia los motores.

—Reactivando reactor secundario, señor. Esto nos da un quince por ciento.

—Cámara de popa en pantalla central —ordenó Keyes.

La nave del Covenant giró lentamente hacia el Pillar of Autumm, y la siguió con la torreta. Por primera vez en su vida, Keyes rezó para que los escudos de una nave del Covenant resistieran.

La nave alienígena se convirtió en un destello de luz blanca; su silueta se desdibujó. Los escudos resistieron durante una fracción de segundo al detonar la cabeza nuclear Shiva dentro del aura protectora. La onda expansiva rebotó contra la forma asimétrica de los escudos justo antes de que se desactivaran. Salieron disparados explosivos chorros de energía en tres ángulos diferentes. El trueno y el plasma recorrieron violentamente el espacio… y le erraron limpiamente al Pillar of Autumm.

El capitán Keyes volvió a chupar la pipa y la apagó. Tal vez ahora tendrían una oportunidad de reunir lo que quedara de la flota de la UNSC para defender Reach.

—Felicitaciones, capitán —dijo Cortana—. Ni yo habría podido hacerlo mejor.

—Gracias, Cortana. ¿Hay algún planeta cerca?

—Beta Gabriel —replicó ella—. Catorce millones de kilómetros. Prácticamente aquí al lado.

—Bien. Alférez Lovell, trace un rumbo para establecer una órbita solar. Invierta nuestra trayectoria para volver al interior del sistema.

—Señor —interrumpió el teniente Dominique—, transmisión entrante procedente de Reach. Son los Spartans.

—A los altavoces, teniente.

Se oyeron siseos de electricidad estática en el canal, y luego sonó la voz de un hombre.

—… mal. El complejo de reactores siete se ha visto comprometido. Estamos retirándonos. Tal vez podremos salvar el número tres. ¡Detonad ahora esas cargas! —Se produjo una serie de explosiones… más ruido blanco, y luego el hombre regresó—. Tengan en cuenta, Pillar of Autumm, que los reactores de la superficie están siendo tomados. Los cañones orbitales están en peligro. No podemos hacer nada. Son demasiados. Tendremos que usar las cabezas nucleares… —La estática acabó con la transmisión.

—Capitán —dijo Cortana—. Es importante que vea esto, señor.

Superpuso un mapa táctico sobre el sistema que se veía en la pantalla. Diminutas señales triangulares rojas parpadeaban en las periferias: naves del Covenant, docenas de ellas, estaban reentrando en el sistema desde el espacio estelar.

—Señor —dijo—, cuando los cañones orbitales de Reach queden desactivados…

—Ya no quedará nada que pueda detener al Covenant —acabó él.

El capitán Keyes se volvió a mirar al teniente Dominique.

—Vuelva a contactar con esos Spartans —ordenó—. Dígales que evacúen lo antes posible. Dentro de pocos minutos la cosa se pondrá muy fea en los alrededores de Reach.

Inspiró profundamente.

—Luego llame al Jefe Maestro por un canal seguro. Esperemos que tenga buenas noticias para nosotros.