28
04.00 HORAS, 30 DE AGOSTO DE 25S2 (CALENDARIO MILITAR) / «PILLAR OF AUTUMM» DE LA UNSC EN ÓRBITA ALREDEDOR DEL SISTEMA EPSILON ERIDANI, COMPLEJO MILITAR DE REACH
Cortana no descansaba nunca. Aunque estaban fundamentadas aproximadamente en una mente humana, las IA no tenían necesidad de dormir ni de soñar. La doctora Halsey había pensado que podría mantener ocupada a Cortana con la comprobación de los sistemas del Pillar of Autumm mientras ella se dedicaba a sus otros proyectos secretos.
Su suposición era incorrecta.
Aunque Cortana estaba intrigada con el diseño y funcionamiento únicos de la nave, la preparación de la misma apenas ocupaba una fracción de su capacidad de procesamiento.
Con las cámaras del Pillar of Autumm observó la llegada del capitán Keyes en una lanzadera. La teniente Hikowa salió para recibirlo en el muelle de atraque.
Desde la cubierta C, el capitán Keyes habló a través del intercomunicador:
—¿Cortana? ¿Tenemos energía para mover la nave? Me gustaría que nos pusiéramos en marcha.
Ella calculó el tiempo que les quedaba a los reactores para calentarse, y realizó los ajustes para acelerar el proceso.
—La comprobación final de los motores se encuentra en el ciclo Theta —replicó Cortana—. Operando correctamente dentro de los parámetros normales. Derivando treinta por ciento de la energía hacia los motores; sí, señor.
—¿Y el estado de los otros sistemas? —preguntó el capitán Keyes.
—Iniciada comprobación del sistema de armamento. Nodos de navegación funcionando. Continúa la revisión general de todos los sistemas y las terceras comprobaciones, capitán.
—Muy bien —dijo él—. Infórmeme si surge alguna anomalía.
—Sí, capitán —replicó ella.
El canal de comunicación se cerró.
Continuó comprobando el estado del Pillar of Autumm como le habían ordenado. Sin embargo, había cosas más importantes que debía considerar, a saber, un pequeño viaje de reconocimiento por las bases de datos de la ONI… y una pequeña venganza.
El tiempo de comprobaciones que le quedaba lo aprovechó para sondear el sistema del SATCOM que orbitaba Reach, en busca de puntos de entrada. Allí. Un pin en la señal de coordinación de la red de satélites. Ella emitió una señal transportadora resonante con esa señal y entró a costa de ella en el sistema.
Lo primero era lo primero. Tenía dos cabos sueltos que atar.
Mientras ella y el Jefe Maestro habían estado en el circuito de obstáculos, ella se había hecho con el control del faro de observación 419, y lo había hecho rotar para ver el campo desde la órbita.
Volvió a entrar por la puerta trasera que había dejado abierta en el sistema, y reescribió la subrutina de los propulsores guía del satélite. Si analizaban el sistema posteriormente, se determinaría que ese error lo había alterado y provocado una orientación aleatoria en lugar de una posición predeterminada.
Se retiró, pero dejó abierta la puerta trasera. Este truco podría volver a serle de utilidad.
El otro cabo suelto que requería su atención era el coronel Ackerson, el hombre que había intentado borrarlos del mapa a ella y al Jefe Maestro.
Cortana releyó las especificaciones de la prueba recomendada por la doctora Halsey para el sistema MJOLNIR en el circuito de obstáculos. Había sugerido balas de verdad, sí, pero en ningún caso un destacamento de Tropas de Choque de Descenso Orbital, ni ametralladoras, ni minas Lotus… y ciertamente no un ataque aéreo.
Eso era todo obra del coronel. El hombre constituía una ecuación que era necesario equilibrar. Lo que la doctora Halsey habría llamado «pagar con la misma moneda».
Se conectó con la base de datos de personal y planificación de Reach. La IA de la ONI de allí, Beowulf, la conocía… y sabía que no debía dejarla entrar. Beowulf era meticulosa, metódica y paranoica: a su manera, Cortana no podía evitar que le gustara. Pero comparada con las habilidades de ella para romper códigos, era como si se tratase de un simple programa de contabilidad.
Cortana envió una rápida serie de preguntas al interior del nodo de la red que procesaba las solicitudes de transferencia. Sobrecargó con un billón de pins diferentes por minuto lo que normalmente era un nodo poco activo.
La red intentó recuperarse y reconfigurarse, causando una demora en todos los nodos, incluido el diecisiete, el de los expedientes de personal. Entró e insertó una cuña, una subrutina que tenía el aspecto de una señal entrante normal, pero rechazaba cualquier protocolo de enlace.
Se escabulló al interior.
El historial profesional del coronel era impresionante. Había sobrevivido a tres batallas contra el Covenant. A principios de la guerra lo ascendieron y se presentó voluntario para una docena de operaciones encubiertas. Sin embargo, durante los últimos años había concentrado sus esfuerzos en las maniobras políticas en lugar de hacerlo en las tácticas del campo de batalla. Había presentado varias solicitudes para que se incrementara la financiación de sus proyectos de Operaciones Especiales.
No era de extrañar que quisiera hacer desaparecer al Jefe Maestro. Los Spartans II y la MJOLNIR eran su competencia directa. Peor aún, estaban teniendo éxito donde él había fracasado.
En el mejor de los casos, los actos de Ackerson constituían traición. Pero Cortana no iba a revelarle todo esto al descuidado comité de la ONI. A pesar de los métodos empleados por el coronel, la UNSC no dejaba de necesitarlos a él y a sus especialistas en operaciones especiales para la guerra.
A pesar de eso, se haría justicia.
Desde la base de datos del ONI, se camufló como rutina de comprobación de crédito y entró en la cuenta bancaria del coronel, desde la que envió una cantidad sustancial a un burdel de Gilgamesh. Se aseguró de que las solicitudes del banco para que se confirmara la transacción fueran enviadas inmediatamente a su casa. El coronel Ackerson era un hombre casado… y su esposa estaría allí para recibir esas solicitudes.
Entró en el correo privado del coronel y envió un mensaje cuidadosamente orquestado a personal, para solicitar que lo destinaran al frente. Finalmente, insertó un registro «fantasma», una huella electrónica que identificaba a la fuente de las alteraciones: la data palm de Ackerson.
Para cuando Ackerson hubiera acabado de desenredar todo eso, estaría destinado al campo de batalla… y volvería a luchar contra el Covenant, como le correspondía.
Con todos los cabos sueltos pulcramente atados, Cortana volvió a comprobar el estado del reactor del Pillar of Autumm, la revisión se desarrollaba perfectamente. Comprobó la fuerza del campo magnético, y una parte de ella observó la energía de salida de los motores en busca de fluctuaciones. Inspeccionó tres veces todos los sistemas de armamento, y luego volvió a sus investigaciones personales.
Consideró lo bien que había actuado el Jefe Maestro aquella mañana en el circuito de obstáculos. Era más de lo que habría podido esperar Cortana. El Jefe Maestro era más de lo que habían apuntado la doctora Halsey o las notas de prensa.
Era inteligente… no era intrépido, pero estaba más cerca de estarlo que ningún humano al que ella hubiera conocido. Su tiempo de reacción bajo estrés era un sexto de la media humana. No obstante, aparte de eso, Cortana había percibido que tenía una cierta… —rebuscó en sus bases de léxico para hallar la palabra adecuada— nobleza. Colocaba la misión, el deber y el honor por encima de su seguridad personal.
Reexaminó el historial profesional del Jefe Maestro. Había luchado en 207 combates de superficie contra el Covenant, y se le habían concedido todas las principales medallas de servicio salvo la de Prisionero de Guerra.
Pero en el expediente había vacíos. Las habituales secciones censuradas por cortesía de la ONI… pero lo más curioso era que se habían purgado todos los datos anteriores a su entrada en el servicio activo.
Cortana no estaba dispuesta a permitir que la detuviera un simple borrado. Rastreó el asunto para saber dónde se había originado la orden de borrar esos datos. Sección III. El grupo de la doctora Halsey. Curioso.
Siguió la ruta por la que había llegado la orden, aplastada entre capas de contracódigos. El código inició una búsqueda de su señal.
Ella la bloqueó… y el código reinició una búsqueda del origen del bloqueo.
Era un programa antiintrusión muy bien diseñado, muy superior a los lentos códigos habituales de la ONI. En todo caso, a Cortana le gustaban los retos. Se retiró de la base de datos y buscó un camino de entrada a los archivos de la Sección III de la ONI que no estuviera protegido.
Cortana escuchó el zumbido del tráfico codificado por la superficie de la red segura de la ONI. Hoy había una cantidad inusitada de envíos: consultas y mensajes codificados de operativos de la ONI. Ella se asomaba dentro de ellos y desentrañaba sus secretos cuando le pasaban por delante. Había órdenes para movimientos de naves y operativos que salían de Reach. Esto debía de ser por la nueva directiva de enviar exploradores hacia los sistemas periféricos con la misión de encontrar el Covenant. Vio varias naves atracadas en los muelles espaciales de Reach, obras camufladas del ONI a las que se había conferido el aspecto de yates privados. Tenían nombres monos e inocuos: Applebee, Circunference y Lark.
Reparó en algo que podía serle de utilidad: la doctora Halsey acababa de entrar en el laboratorio. Se encontraba en el puesto de guardia III. La doctora esperó mientras escaneaban sus modelos de voz y retina.
Cortana interceptó y apagó la señal. El sistema de verificación se reinició.
—Por favor, doctora Halsey, vuelva a escanear la retina —solicitó el sistema—, y repita la contraseña de hoy en voz normal.
Antes de que la doctora Halsey pudiera hacerlo, Cortana envió sus propios archivos de retina y voz de la doctora Halsey. Hacía mucho que los había copiado, y en ocasiones le resultaban de utilidad.
La verificación de la Sección III se abrió para Cortana. Disponía tan sólo de un segundo antes de que la doctora hablara y anulara el acceso de entrada previo.
No obstante, Cortana era como un rayo dentro del sistema. Entró, buscó y encontró lo que quería. Todos los datos sobre el SPARTAN 117 fueron copiados en su directorio personal en setenta milisegundos.
Se retiró de la base de datos de la ONI, e hizo que todas las pistas de su consulta remitieran a su «fantasma» de Ackerson.
Cerró todas las conexiones y regresó al Pillar of Autumm. Una rápida comprobación del reactor —sí, operativo dentro de los parámetros normales—, y le envió un informe completo a la teniente Hall, que estaba en el puente.
Cortana examinó el historial profesional del Jefe Maestro, ahora completo. Retrocedió en el tiempo: los datos de su actuación en el circuito de obstáculos, la declaración que había hecho en el cuartel general de la ONI, ante el comité.
Hizo una pausa para meditar sobre la señal que el Covenant había enviado desde Sigma Octanus IV. Intrigada, intentó traducir la secuencia. Los símbolos le resultaban terriblemente familiares. Sin embargo, todos los algoritmos y variaciones del programa de traducción estándar que probaba fallaban. Desconcertada, dejó el asunto a un lado para examinarlo más tarde.
Continuó absorbiendo los datos del expediente del Jefe Maestro. Se enteró del acrecentamiento que les habían hecho soportar a él y a los otros Spartans; el adoctrinamiento y entrenamiento brutales que habían recibido; cómo él había sido secuestrado a la edad de seis años, y cómo habían usado un clon para reemplazarlo durante una operación secreta de la ONI.
Todo esto había sido autorizado por la doctora Halsey.
Cortana se detuvo durante tres ciclos de procesamiento completos para analizar estos datos a través de sus subrutinas éticas… sin comprender ¿Cómo era posible que la doctora Halsey, a quien tanto le preocupaban sus Spartans, les hubiera hecho eso?
Por supuesto: porque era necesario. No había ningún otro modo de preservar la UNSC contra la rebelión y las fuerzas del Covenant.
¿Era un monstruo la doctora Halsey? ¿O simplemente estaba haciendo lo que debía hacerse para proteger a la humanidad? Tal vez un poco de las dos cosas.
Cortana borró los archivos robados. No importaba. Cualesquiera fuesen las penurias por las que había pasado el Jefe Maestro en el pasado… ya habían concluido. Ahora estaba al cuidado de Cortana. Ella haría todo lo que estuviera en sus manos —menos comprometer la misión—, para asegurarse de que nada malo volviera a sucederle.