VEINTICINCO

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09.15 HORAS, 25 DE AGOSTO DE 2552 (CALENDARIO MILITAR) / SISTEMA EPSILON ERIDANI, COMPLEJO NAVAL REACH DE LA UNSC, PLANETA REACH, ALA OMEGA - INSTALACIONES SEGURAS DE LA SECCIÓN III

—Buenos días, doctora Halsey —saludó Déjà—. Esta mañana llega con catorce coma tres minutos de retraso.

—Culpa a los de seguridad, Déjà —replicó la doctora Halsey, al tiempo que hacía un gesto hacia la proyección holográfica de la IA que flotaba sobre su escritorio—. Las precauciones que la ONI toma aquí se vuelven cada vez más ridículas.

La doctora Halsey arrojó el abrigo sobre el respaldo de un sillón de anticuario, antes de instalarse detrás del escritorio. Suspiró, y por milésima vez deseó tener una ventana.

Su oficina privada estaba emplazada en las profundidades del subsuelo, dentro del «Ala Omega» de las instalaciones de máxima seguridad de la ONI, a las que se les daba el simple nombre en clave de CASTILLO.

El Castillo era un complejo descomunal, situado a dos mil metros por debajo de la protección de granito de las montañas Highland, a prueba de bombas, bien defendidas e inexpugnables.

No tenía más remedio que admitir que la seguridad tenía sus desventajas. Cada mañana descendía al laberinto secreto, atravesaba una docena de puestos de guardia, y se sometía a una multitud de escáneres de retina, voz, huellas dactilares e identificación de ondas cerebrales.

La ONI la había enterrado allí hacía años, cuando los fondos destinados a su proyecto habían sido desviados hacia proyectos más llamativos. Todo el resto del personal había sido transferido a otras operaciones, y su acceso a material clasificado se había visto severamente restringido. Incluso la tenebrosa ONI se mostraba reticente con respecto a los experimentos de la doctora.

Todo eso había cambiado gracias al Covenant, pensó. El Proyecto SPARTAN —impopular entre el almirantazgo y la comunidad científica— había demostrado ser de lo más efectivo. Sus Spartans habían dado prueba de su valía una y otra vez en incontables combates de superficie.

Cuando los Spartans comenzaron a cosechar éxitos, se desvaneció la reticencia del almirantazgo. Su magro presupuesto había crecido como un champiñón de un día para otro. Le habían ofrecido una oficina en la prestigiosa Torre Olímpica del Cuartel General de la FLEETCOM.

Ella, por supuesto, había declinado la oferta. Ahora los altos mandos y VIP que querían verla tenían que dedicar medio día sólo para atravesar las barreras de seguridad hasta su cubil. Se daba cuenta de lo irónico de la situación: su destierro se había convertido en un arma burocrática.

Pero nada de eso importaba realmente. Para la doctora Halsey no era más que un medio para llegar a un fin… un medio para poner el Proyecto MJOLNIR de vuelta en el pedestal.

Extendió una mano para coger la taza de café, y tiró una pila de papeles que había sobre el escritorio. Cayeron y se desparramaron por el suelo, pero ella no se molestó en recogerlos. Examinó el poso fangoso del fondo de la taza; tenía varios días de antigüedad.

La oficina de la más importante científica del ejército no era el entorno antiséptico y limpio que esperaba la mayoría de la gente. Archivos y documentos clasificados sembraban el suelo. El proyector holográfico dibujaba en el techo un campo de estrellas. Bellos paneles de madera de arce recubrían las paredes de las que colgaban fotografías enmarcadas de sus SPARTANS II recibiendo condecoraciones, y la plétora de artículos sobre ellos que había aparecido cuando el almirantazgo había hecho público el proyecto, tres años antes.

Los habían denominado «supersoldados» de la UNSC. El alto mando militar le había asegurado que el incentivo para la moral justificaba el compromiso de la seguridad.

Al principio, ella había protestado. Pero, irónicamente, la publicidad había resultado conveniente. Con toda la atención dedicada a las heroicas hazañas de los Spartans, nadie había pensado en cuestionar su verdadero propósito… ni su origen. Si alguna vez salía a la luz la verdad (niños secuestrados, reemplazados por clones criados con rapidez; los acrecentamientos mediante bioquímica y arriesgada cirugía experimental), la opinión pública se volvería en contra del Proyecto SPARTAN de un día para otro.

Los recientes acontecimientos de Sigma Octanus les habían dado a los Spartans y la MJOLNIR el empujón final necesario para que entraran en la última fase operacional.

Se puso las gafas y recuperó los archivos de la reunión informativa del día anterior; el sistema de computadoras de la ONI confirmó, una vez más, los escaners de su retina y voz.

«IDENTIDAD CONFIRMADA. DETECTADA UNIDAD DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL DESCONOCIDA. ACCESO DENEGADO.»

Maldición. La ONI se volvía más paranoica cada día.

—Déjà —dijo, con un suspiro de frustración—. Los espectros están nerviosos. Voy a tener que desactivarte o la ONI no me dejará acceder a los archivos.

—Por supuesto, doctora —replicó Déjà con calma.

Halsey tecleó la secuencia de desactivación en el terminal de su escritorio, y puso a Déjà en modo de espera. Esto, pensó, es obra de Ackerson, el muy bastardo. Ella había luchado con uñas y dientes para mantener a Déjà libre de los grilletes de programación que exigía la ONI… y ésta era su mezquina venganza.

Frunció el ceño con impaciencia hasta que el sistema escupió por fin los datos solicitados. Los diminutos proyectores que había en la montura de las gafas proyectaron los datos directamente en su retina.

Al recorrer la documentación, sus ojos se movieron con rapidez de un lado a otro como si hubiera entrado en la fase REM del sueño. Finalmente se quitó las gafas y las tiró descuidadamente sobre el escritorio, mientras una mueca sardónica afloraba a su cara.

La conclusión general de los mejores expertos militares del comité informativo: la ONI no tenía ni idea de qué estaba haciendo el Covenant en Sigma Octanus IV.

De toda la operación sólo habían averiguado cuatro hechos confirmados: primero, el Covenant se había tomado considerables molestias para obtener una sola muestra de mineral. Segundo, el modelo de las inclusiones de esa muestra de roca ígnea coincidía con la señal que habían transmitido, y que había interceptado la Iroquois. Tercero, la baja entropía del modelo indicaba que no era casual. Y cuarto, y más importante, el programa de traducción de la UNSC no podía relacionar ese modelo de escritura con ninguno de los dialectos conocidos del Covenant.

¿Las conclusiones personales de ella? O bien el artefacto alienígena era de una sociedad precursora del actual Covenant… o pertenecía a otra cultura alienígena no descubierta hasta el momento.

Cuando el día anterior había dejado caer esa pequeña bomba de especulación en la sala donde estaba reunida la comisión, los especialistas de la ONI habían corrido a ponerse a cubierto. En especial aquel burro arrogante del coronel Ackerson, pensó con una sonrisa cruel.

Al alto mando no le gustaba ninguna de las dos posibilidades. Si se trataba de antigua tecnología del Covenant, indicaba que ellos aún no sabían prácticamente nada sobre su cultura. Veinte años de estudios intensivos y trillones de dólares gastados en investigación, y ellos apenas entendían el sistema de castas de los alienígenas.

Y en el caso de la segunda posibilidad, un artefacto perteneciente a otra raza… la cosa podría ser aún más problemática. El coronel Ackerson y algunos de los altos mandos habían considerado de inmediato los aspectos logísticos de luchar contra dos enemigos alienígenas al mismo tiempo. Totalmente ridículo. Ni siquiera podían luchar contra uno. La UNSC no podía esperar sobrevivir a una guerra en dos frentes.

Se pellizcó el caballete de la nariz. A pesar de las horrendas conclusiones, había algo bueno en todo aquello.

Después de la reunión, un nuevo precepto se había convertido en la política secreta oficial del Mando de Operaciones Especiales de la FLEETCOM (la organización padre de la División Naval Especial, la rama de servicio de los Spartans): La ONI tenía nuevas órdenes de acción: aumentar la financiación de las misiones de Inteligencia y reconocimiento por orden de magnitud. Debían ser desplegadas pequeñas naves stealth para que buscaran sistemas remotos y descubrieran dónde tenía el Covenant su base.

Y a la doctora Halsey le habían dado por fin luz verde para continuar con el Proyecto MJOLNIR.

Tenía sentimientos mezclados al respecto. A decir verdad, siempre los había tenido.

Sería la culminación de la más grandiosa obra de su vida. Conocía los riesgos; era como hacer rodar una ruleta, algo muy imprevisible, pero la recompensa era potencialmente enorme.

Significaría la victoria contra el Covenant… o la muerte de todos sus Spartans.

Los cristales holográficos se encendieron y apareció Cortana, sentada con las piernas cruzadas sobre el escritorio de la doctora Halsey; de hecho, flotaba a un centímetro de distancia del borde del escritorio.

Cortana era delgada. El tono de su piel variaba del azul marino al color espliego, dependiendo de su estado anímico y de la luz ambiental. Llevaba el «pelo» muy corto. Su semblante tenía una belleza dura. Líneas de código subían y bajaban parpadeando por su cuerpo luminoso. Y si la doctora Halsey la miraba desde el ángulo derecho, podía entrever la estructura esquelética dentro de la forma fantasmal.

—Buenos días, doctora Halsey —dijo Cortana—. He leído el informe del comité…

—… que estaba clasificado como Alto Secreto, sólo para sus ojos.

—Hmmm… —meditó Cortana—. Debo de haber pasado eso por alto. —Bajó de un salto del escritorio y describió un círculo en torno a la doctora Halsey.

Cortana estaba programada con los mejores programas de insurgencia, así como con la determinación necesaria para usar esas habilidades a la hora de romper códigos. Mientras esto había sido necesario para su misión, cuando se aburría organizaba un caos con las medidas de seguridad de la ONI… y se aburría a menudo.

—Supongo que has examinado los datos clasificados que se trajeron de Sigma Octanus IV —dijo la doctora Halsey.

—Puede que los haya visto en alguna parte —replicó Cortana con tono indiferente.

—¿Y tus análisis y conclusiones?

—Hay mucho más que tener en cuenta que los datos de los archivos del comité. —Desvió los ojos hacia el espacio como si leyera algo.

—¿Ah, sí?

—Hace cuarenta años, un grupo de exploración geológica de Sigma Octanus IV halló varias rocas ígneas con composiciones anómalas similares, aunque no idénticas. Los geólogos de la UNSC creen que estas muestras fueron introducidas en el planeta por el impacto de los meteoritos, ya que suele encontrárselas en cráteres de impacto muy erosionados de la superficie del planeta. Los datos isotópicos del lugar indican que los cráteres tienen sesenta mil años de antigüedad… —Cortana hizo una pausa mientras una leve sonrisa recorría sus rasgos holográficos—, aunque, por supuesto, esa cifra podría ser inexacta debido a un error humano.

—Por supuesto —replicó la doctora Halsey con sequedad.

—También me he, mmmm… coordinado con el departamento de astrofísica de la UNSC y descubierto algunos datos interesantes archivados en las bases de datos de observaciones de larga duración. Existe un agujero negro localizado a aproximadamente cuarenta mil años luz del sistema de Sigma Octanus. Una transmisión de láser extremadamente potente dispersó la materia de la parte posterior del disco de acreción; esencialmente, atrapó la señal cuando esa materia aceleró hasta aproximarse a la velocidad de la luz. Desde nuestra perspectiva, según la relatividad espacial, esto esencialmente congeló el residuo de esta información en el horizonte de evento.

—Acepto tu palabra al respecto —dijo la doctora Halsey.

—Esta «señal congelada» contiene información que coincide con la muestra de Sigma Octanus IV. —Cortana suspiró y dejó caer los hombros—. Por desgracia, todos mis intentos de traducción del código han fallado… hasta ahora.

—¿Y tus conclusiones, Cortana? —le recordó la doctora Halsey.

—Datos insuficientes para completar análisis, doctora.

—Dame una hipótesis.

Cortana se mordió el labio inferior.

—Hay dos posibilidades. Los datos tienen su origen en el Covenant, o en otra raza alienígena. —Frunció el ceño—. Si se trata de otra especie alienígena, el Covenant probablemente quiere esos artefactos para apoderarse de su tecnología. Cualquiera de las dos conclusiones abre varias oportunidades nuevas para la NavSpecWep…

—Soy consciente de ello —dijo la doctora Halsey, al tiempo que alzaba una mano. Si le permitía continuar a la IA., Cortana estaría hablando todo el día—. Una de esas oportunidades es el Proyecto MJOLNIR.

Cortana giró en redondo y abrió más los ojos.

—¿Han aprobado la fase final?

—¿Es posible, Cortana —replicó la doctora Halsey, divertida—, que yo sepa algo que tú no sabes?

Cortana frunció la frente con aire de frustración, y luego sus facciones volvieron a alisarse para adoptar su estado plácido normal.

—Supongo que ésa es una posibilidad remota. Si quiere, puedo calcular esa probabilidad.

—No, gracias, Cortana —replicó Halsey.

Cortana le recordaba a sí misma cuando era adolescente: más inteligente que sus padres, siempre leyendo, hablando, aprendiendo, y ansiosa por compartir sus conocimientos con cualquiera que quisiera escucharla.

Por supuesto, había una muy buena razón por la que Cortana le recordaba a sí misma.

Cortana era una IA «inteligente», un ingenio artificial avanzado. De hecho, los términos «inteligente» y «tonto» eran engañosos cuando se los aplicaba a las IA; eran todas extraordinariamente inteligentes. Pero Cortana era especial.

Las llamadas IA «tontas» estaban creadas para funcionar sólo en áreas específicas, dentro de los límites de su matriz dinámica de memoria y procesamiento. Eran brillantes en su campo, pero carecían de «creatividad». Déjà, por ejemplo, era una IA «tonta»: increíblemente útil pero limitada.

Las IA «inteligentes» como Cortana, sin embargo, no tenían límites en su matriz dinámica de memoria y procesamiento. El conocimiento y la creatividad podían crecer sin estorbo.

Sin embargo, pagaría un precio por su genio. Un crecimiento como aquél acababa por conducirla a la interferencia consigo misma. Un día, Cortana comenzaría a pensar literalmente demasiado a expensas de sus funciones normales. Era como si un humano pensara con una porción tan grande del cerebro que éste dejara de enviar impulsos al corazón y los pulmones.

Como todas las IA «inteligentes» con las que la doctora Halsey había trabajado a lo largo de los años, Cortana «moriría» tras una vida operacional de siete años.

Pero la mente de Cortana era única entre las de todas las otras IA que había conocido la doctora Halsey. La matriz de una IA era creada mediante el envío de impulsos eléctricos a través de las conexiones neuronales de un cerebro humano. Esas conexiones eran luego replicadas en un nanoensamblaje superconductor. La técnica destruía el tejido humano original, de modo que los modelos sólo podían obtenerse de candidatos adecuados que ya estuviesen muertos. Cortana, no obstante, debía tener la mejor mente que hubiera disponible. El éxito de su misión y las vidas de los Spartans dependerían de eso.

Por insistencia de la doctora Halsey, la ONI hizo que se clonara cuidadosamente el cerebro de ella, y sus recuerdos fueran transferidos a los órganos receptáculo. Sólo uno de los veinte cerebros clonados sobrevivió al proceso. Finalmente, Cortana había nacido de la mente de la doctora Halsey, como Atenea de la cabeza de Zeus.

Así que, en un sentido, Cortana era, en efecto, la doctora Halsey.

Cortana se irguió, con expresión ansiosa.

—¿Cuándo será plenamente operacional la armadura MJOLNIR? ¿Cuándo empezaré yo?

—Pronto. Existen unas pocas modificaciones finales que deben hacerse en los sistemas.

Cortana se puso en «pie» de un salto, se volvió de espaldas a la doctora Halsey y examinó las fotografías de las paredes. Pasó las puntas de los dedos por las superficies de vidrio.

—¿Cuál será el mío?

—¿Cuál quieres?

Gravitó de inmediato hacia una fotografía situada en medio de la colección. Mostraba a un hombre apuesto que permanecía firme mientras el almirante Stanforth le ponía la condecoración de la Legión de Honor de la UNSC en el pecho, un pecho ya completamente cubierto de condecoraciones.

Cortana encuadró con los dedos la cara del hombre.

—Es tan serio… —murmuró—. Pero tiene ojos meditativos. Es atractivo en un sentido primitivo, animal, ¿no lo cree así, doctora?

La doctora Halsey se ruborizó. Al parecer, sí que lo pensaba. Los pensamientos de Cortana eran fiel reflejo de muchos de los suyos, sólo que no reprimidos por los protocolos militar y social.

—Tal vez sería mejor que escogieras a otro…

Cortana giró para encararse con la doctora Halsey, y alzó una ceja con burlona severidad.

—Usted me ha preguntado cuál quería…

—Era una pregunta, Cortana. No te he dado carta blanca para que seleccionaras a tu portador. Hay temas de compatibilidad que deben tomarse en consideración.

Cortana parpadeó.

—Sus modelos neuronales están en sincronía con los míos en un dos por ciento. Con la nueva interfaz que instalaremos, eso debería quedar dentro de los límites tolerables. De hecho… —su mirada se apartó y los símbolos que le recorrían el cuerpo destellaron—, acabo de desarrollar un buffer de interfaz a medida que nos sincronizará en un cero punto cero ocho por ciento. No encontrará una sincronía mejor entre los otros.

»De hecho —añadió recatadamente—, puedo garantizarlo.

—Ya veo —dijo la doctora Halsey. Se apartó del escritorio, se levantó y comenzó a pasearse.

¿Por qué vacilaba? La sincronía era soberbia. Pero, ¿era la predilección de Cortana por el Spartan 117 resultado del hecho de que fuese el favorito de la doctora Halsey? ¿Y eso importaba? ¿Quién mejor para protegerlo?

La doctora Halsey avanzó hasta la fotografía.

—Le concedieron esta medalla de la Legión de Honor porque se lanzó al interior de un búnker lleno de soldados del Covenant. Mató a veinte él sólo y salvó a un pelotón de marines a los que tenía inmovilizados el emplazamiento de un arma de energía estacionaria. Leí el informe, pero aún no estoy muy segura de cómo lo logró.

Se volvió hacia Cortana y la miró a los extraños ojos translúcidos.

—¿Has leído su historial profesional?

—Estoy releyéndolo ahora mismo.

—En ese caso, sabrás que no es ni el más inteligente ni es más rápido ni el más fuerte de los Spartans. Pero es el más valiente… y muy probablemente el más afortunado. Y, en mi opinión, es el mejor.

—Sí —susurró Cortana—, coincido con su análisis, doctora. —Se acercó más.

—¿Podrías sacrificarlo si tuvieras que hacerlo? ¿Si eso significara cumplir la misión? —preguntó la doctora Halsey en voz baja—. ¿Podrías quedarte mirando cómo muere?

Cortana quedó inmóvil y los símbolos de procesamiento que corría por su cuerpo se detuvieron en medio de una operación.

—La orden de prioridad Alfa que tengo es cumplir con esta misión —replicó, sin emoción alguna—. La seguridad de los Spartans, así como la mía propia, es una orden de prioridad de nivel Beta.

—Bien. —La doctora Halsey regresó a su escritorio y se sentó—. En ese caso, puedes quedártelo.

Cortana sonrió y se encendió brillante de electricidad.

—Veamos —dijo Halsey, que dio unos golpecitos sobre el escritorio para volver a captar la atención de Cortana—. Muéstrame cuál de las naves candidatas has escogido para esta misión.

Cortana abrió una mano. En la palma apareció un diminuto modelo de crucero clase Halcyon, de la UNSC.

—El Pillar of Autumm —dijo Cortana.

La doctora Halsey se recostó en el respaldo y cruzó los brazos. Los modernos cruceros de la UNSC eran raros en la flota. Sólo quedaba un puñado de aquellas impresionantes naves de guerra…y estaban retirándolos para reforzar las defensas de las colonias interiores. Sin embargo, el montón de chatarra que estaba mirando no era una de esas naves.

—El Pillar of Autumm tiene cuarenta y tres años de antigüedad —dijo Cortana—. Las naves de clase Halcyon fueron las más pequeñas que han recibido la designación de crucero. Pesa aproximadamente un tercio del tonelaje de los cruceros clase Marathón que están actualmente en servicio.

»Las naves de clase Halcyon han sido sacadas de su almacenamiento de larga duración; de hecho, estaban destinadas a ser desmanteladas y reducidas a chatarra. El Pillar of Autumm fue reacondicionada en 2550 para servir en el actual conflicto en las proximidades de Zeta Doradus. Sus motores de fusión Mark II suministran una décima parte de lo que se obtiene de los reactores modernos. Su blindaje es ligero según las pautas actuales. Se ha actualizado y aumentado su capacidad ofensiva con un solo MAC y seis lanzamisiles Archer.

»Lo único que esta nave tiene digno de mención es su estructura. —Cortana estiró una mano para quitarle el fuselaje al modelo holográfico como si fuera un guante—. El sistema estructural fue diseñado por el doctor Robert McLees —cofundador de los astilleros Reyes-McLees en Marte—, en 2510. En su momento se consideró que la masa era innecesariamente excesiva y costosa a causa de una serie de riostras y de la estructura de panal interior. El diseño fue subsecuentemente abandonado en la producción de todos los modelos siguientes. Sin embargo, las naves de clase Halcyon tienen reputación de ser prácticamente indestructibles. Los informes indican que estas naves siguen siendo operacionales incluso después de haber sufrido grietas en todos los compartimentos y haber perdido el noventa por ciento del blindaje.

—¿Su historial de servicio? —preguntó la doctora Halsey.

—Por debajo de la media —replicó Cortana—. Son naves lentas e inefectivas en el combate ofensivo. Son algo así como un chiste dentro de la flota.

—Perfecto —dijo la doctora Halsey—. Coincido con las recomendaciones de tu selección final. Comenzaremos de inmediato con las operaciones de reacondicionamiento.

—Ahora —dijo Cortana—, lo único que necesitamos es un capitán y una tripulación.

—Ah, sí, el capitán. —La doctora Halsey se puso las gafas—. Tengo al hombre perfecto para ese puesto. Es un genio táctico. Te enviaré su historial profesional, y podrás verlo por ti misma. —Le transfirió el archivo a Cortana.

Ella sonrió, pero la sonrisa se desvaneció con rapidez.

—¿Sus maniobras en Sigma Octanus IV fueron ejecutadas sin una IA de a bordo?

—Su nave salió del muelle sin una IA por razones técnicas. Creo que no siente aversión alguna a trabajar con computadoras. De hecho, fue una de las primeras cosas que solicitó cuando repararon el Iroquois.

Cortana no parecía convencida.

—Además, tiene la cualificación más importante para este puesto —dijo la doctora Halsey—. Ese hombre sabe guardar un secreto.