Bob descubre algo
A la mañana siguiente, Bob bajó a desayunar con el ánimo más confuso que el día anterior; cuanto más meditaba acerca de lo acontecido el día anterior, menos lo comprendía. Se preguntaba si todas las deducciones expuestas por Jupiter no eran otra cosa que esfuerzos para asirse a una paja, representada por aquel tan dudoso código.
Dio los buenos días a su padre, que le respondió desde detrás de su periódico. Sin duda estaba todavía con la primera taza de café y era obvio que no iba a interrumpir su lectura para ocuparse de alguien. Yo había leído todas las noticias concernientes a la agricultura de la región y por consiguiente comenzó a dedicarse a la prensa forastera. Su padre, periodista, afirmaba que ningún periódico podía publicar todas las novedades que ocurrían en el mundo; en consecuencia, con frecuencia se traía consigo otros periódicos para leerlos y constatar su forma de publicación.
Bob tomó un periódico y miró distraídamente los dibujos y caricaturas, leyendo algún que otro titular. Pasadas todas las páginas las dejo a un lado y tomó otro en el que algo atrajo de inmediato su atención. Era una noticia procedente de Koster, en África del Sur:
UN CASI OCTOGENARIO ABRE EN ÁFRICA LA CARRERA PARA LOS DIAMANTES
Con una exclamación de entusiasmo y un brinco de júbilo, casi inconcebible para sus setenta y nueve años cumplidos, Pieter Bester, agitando al aire su permiso de cateo, salió en primer lugar en la carrera desencadenada para hallar diamantes.
Ante el entusiasmo de tres mil espectadores, inauguró el pasado miércoles en la región diamantífera del Swarthand aluvial lo que quizá sea la última búsqueda oficial sudafricana de diamantes. Detrás de Pieter Bester, salieron otros ciento sesenta y cinco catedores.
El veterano buscador Hendrick Swanpoel, de setenta y dos años de edad y descubridor del campo diamantífero citado, hizo una vez más honor a su fama de afortunado al sacar a la luz un diamante de 48,12 quilates, mientras delimitaba el coto que había escogido. La piedra fue vendida en 42 000 dólares.
—No es que quiera desilusionar a nadie, pero creo que he conseguido la mayor pieza del lugar —comentó Swanpoel, sonriendo.
El artículo proseguía dando más detalles del campo delimitado por el gobierno para la búsqueda de diamantes. La región estaba situada a unos 150 kilómetros al noroeste da Joannesburg, ya de antiguo denominada «Tierra de los Diamantes». En los años 1927 y 1928 150 000 cateadores consiguieron diamantes de gran calidad por valor de 28 000 000 de dólares en las regiones diamantíferas de Grassfontein y de Baskerville, situadas a unos cien kilómetros de la recién delimitada región. Para otorgar permisos de búsqueda, todos los nombres de los solicitantes fueron colocados en un sombrero y a los afortunados se les concedió permiso para delimitar un coto de 45 yardas cuadradas[6], más allá de la línea de partida. Algunos veteranos de carreras anteriores alquilaron a corredores atletas para que en su nombre delimitaran los lugares que hablan escogido de antemano, o bien habían dado el encargo a sus hijos más jóvenes.
COMPLICADO EN EL ASUNTO DE LAS GEMAS
Porto Ferraro, un antiguo funcionario del Ministerio de la Minería de Koster, África del Sur, fue acusado ayer, martes, de contrabando en la importación ilegal de diamantes en los Estados Unidos, en el curso del año pasado, por un gran jurado federal.
Cuando fue detenido en el aeropuerto internacional de Los Ángeles, los agentes de la aduana hallaron en su poder cinco envoltorios conteniendo diamantes tallados y pulidos con un peso total de 659,14 quilates y valor aproximado de 750 000 dólares. La acusación se basa en dos delitos: contrabando y eludir el pago de los derechos correspondientes. Por cada una de estas contravenciones puede ser condenado a dos años de cárcel y multa de cinco mil dólares.
—¡Arrea! —fue la nueva exclamación de sorpresa de Bob, porque jamás se hubiera Imaginado que los diamantes fueran tan valiosos.
—¿Qué te ocurre? —preguntó su padre apartando el periódico y tomando un sorbo de café.
—Leía esto de los diamantes. Dice aquí que se ha vendido un diamante en cuarenta y dos mil dólares. ¡Vaya pico! Oye, papá. ¿Sabes lo que es esto de «un quilate»?
—¿El quilate? Es una unidad de peso utilizada para pesar las gemas o piedras preciosas, como se dice corrientemente. El quilate se divide en cien puntos, al igual que un dólar se divide en cien centavos. Un punto de quilate es algo muy pequeño, pero un quilate entero ya comienza por tener un buen tamaño.
—¿Cómo puede ser de grande un diamante de cuarenta y ocho quilates, aproximadamente?
—Pues bastante grande, claro, siempre refiriéndose a diamantes. Verás. Hay un diamante famoso, indio, llamado «Sancy»; tiene el tamaño de un albérchigo, aproximadamente también. Pesa cincuenta y cinco quilates. Por lo tanto ese de cuarenta y ocho sería algo menor.
—¿Y cuál sería el peso traducido a libras y onzas[7]?.
El señor Andrews sacó un cuaderno de equivalencias del cajón de su mesa y entregándoselo a Bob, le dijo:
—Será mejor que lo calcules tú mismo. Ahí tienes tablas de equivalencias. Veamos cómo lo resuelves.
Bob leyó que un quilate es igual a 3,17 granos «troy[8]» o sea equivalente a 0,2 gramos.
Un gramo, unidad básica del sistema decimal de peso, equivale a la 28,35 parte de una onza[9].
Hizo unos cuantos cálculos a lápiz y miró a su padre asombrado, diciendo:
—¡Pero si cuarenta y ocho quilates son solamente el tercio de una onza!
Su padre asintió:
—Desde luego. Un quilate es una unidad de peso harto pequeña. Pero hay que emplear esas pequeñas unidades para pesar las cosas de gran valor.
—¿Y qué vale un quilate?
—Según… Pero para los diamantes he oído decir que el quilate ronda los mil dólares, conforme sea su limpieza, brillo y tallado. ¿Dices que ese diamante de cuarenta y ocho quilates fue vendido en cuarenta y dos mil dólares? Esto significa que la piedra no era perfecta del todo o bien que para tallarla se previo una buena pérdida.
—¿Tallarla?
El sistema de pesos inglés se divide en dos: «avoirdupuis»: 1 onza = 437,5 granos = 28,35 gramos; 16 onzas = libra = 453,6 gramos.
«troy»: 1 onza = 480 granos = 31,10 gramos; 12 onzas = 1 libra 373,2 gramos.
El sistema «troy» sólo se emplea para medicamentos, metales preciosos y gemas. En joyería se utiliza el «grano internacional» que equivale a: 1 grano = 5 centígrados; 4 granos = 1 quilate.
—Eso mismo, tallarla. El tamaño y la calidad son de básica importancia, pero no cabe valuar un diamante por completo hasta que no estén talladas y pulidas sus cincuenta y ocho facetas. Algunas veces hay que sacrificar mucho en el tallado y también puede ocurrir algún percance. Ten presente que lo que se recoge en los campos diamantíferos no difiere en mucho del aspecto de unos guijarros corrientes…
—¿Guijarros…? ¡Guijarros! ¡Perdona, papá, pero he de telefonear!
El señor Andrews no pudo por menos que sonreírse al ver la precipitación con que su hijo se abalanzaba al teléfono… Vete a saber lo que se le habría ocurrido…
Cuando Bob consiguió comunicarse con Jupiter apenas podía dominar su agitación.
—¡Oye, Jupiter! ¿Sabías que los diamantes en bruto apenas se distinguen de los guijarros corrientes? ¡Escucha lo que he leído…! —y seguidamente le informó de lo que traía el periódico.
Luego prosiguió:
—Esto quizá signifique que Olsen vaya en pos de… diamantes…
—¡Claro que es posible! ¡Como que en lugar de guijarros también podemos decir «piedras»!, denominación muy corriente en la joyería. Chico, creo que te has apuntado un éxito y coincide con algunas deducciones que he estado estudiando esta mañana. Otra cosa ¿Puedes venir en seguida? Acaba de llamar Mike Hall. «George» va a actuar hoy en una escena, por cuenta de Jay Eastland, como es de suponer, y a Mike le gustaría que estuviéramos allí.
—Desde luego, voy para ahí. Pero tenía entendido que tenías trabajo en el almacén.
—Tío Titus ha decidido quedarse en casa, quiero decir en el almacén y por lo tanto puede prescindir de mí… y lo celebro porque tengo el presentimiento que las cosas Irán de mal en peor en «Jungle Land» hasta que pongamos en claro lo que ocurre. Ven tan pronto puedas al cuartel general. Pete ya está en camino.
—Konrad me ha ofrecido llevarnos hasta «Jungle Land» —explicó Jupiter, añadiendo—: Por lo tanto sólo tenemos algunos minutos para discutir algo que me ha ocurrido, que de coincidir con la realidad crearía un asunto muy serio. En consecuencia, hemos de decidir qué actitud vamos a tomar. Bob, mirando sorprendido a Pete, preguntó:
—Pero ¿qué le ocurre a éste que está tan misterioso?
Pete limitose a encogerse de hombros.
Jupiter, con voz algo campanuda, anunció:
—Basándome en la información proporcionada por Bob, que coincide con mis propias deducciones, creo poder afirmar que los hermanos Hall forman parte de un grupo de contrabandistas.
—¿Qué? —exclamó preguntando Bob. asombrado.
—Como suena. Veamos… Cal Hall envía animales a su hermano Jim y no me extrañaría que aprovechara estos envíos para sacar diamantes de África.
Bob arguyó:
—Poco a poco. Los diamantes vienen de África del Sur y Cal Hall caza por el África Central y eso no está a la vuelta de la esquina.
—Mike nos dijo que su tío Cal estaba en Ruanda para atrapar gorilas de montaña. Pero para esto tiene que viajar por varios países de aquel continente, que también producen diamantes. Por ejemplo: el Congo, Ghana, la Costa de Marfil, Liberia, Sierra Leona, la República del África Central… todos estos países exportan diamantes.
Abrió un cajón. Sacó un atlas y abriéndolo por el continente africano fue pasando las hojas muy pausadamente, diciendo:
—Éste es un país de África Oriental y que no está muy lejos de Ruanda. ¿Lo veis? Cerca de Uganda y Kenya. Se llamaba Tanganika, hoy es Tanzania y también posee minas de diamantes. Según las notas explicativas de este atlas es el país con más vida animal del continente aquél. Cal Hall ha de ir a la costa para embarcar los animales y es lógico que atraviese Tanzania. Su capital, una gran ciudad, está en la costa y se llama Dar-es-Salaam.
—¿Dar-es-Salaam? —repitió Pete con un silbido—. Caramba, yo recuerdo algo que suena de forma parecida. ¿Dónde tienes tus notas, Bob?
—Ya me imagino a dónde quieres ir a parar —contestó el interpelado, sacando el libro de anotaciones y abriéndolo por las hojas escritas la noche anterior—. Sí… aquí está. «De la información que conseguimos de la alarma de Dora…», claro… y además si lo escribimos en inglés el genitivo lo evoca: «Dora’s» suena hacia «Dar-es»…
—No sabemos cómo Olsen se hizo con el cable, pero si esta deducción es correcta, cabe suponer que Cal Hall expedió el cable desde el lugar del embarque haciéndole saber cómo le enviaba los diamantes. Fijaos. La primera letra del mensaje cobra sentido. DOX puede suponerse que quiere decir «docks» o sea muelles. Los diamantes y los animales son embarcados desde unos muelles.
Bob para mayor claridad escribió ambas formas del texto DOX ROX NOX EX REX BOX DOCKS ROCKS KNOCKS EX WRECKS BOX sobre una hoja de papel.
—Bien, por ahora suponemos que ROCKS significan guijarros o piedras, o sea diamantes. Además tú supones que WRECKS BOX quiere decir desarmar o destrozar las jaulas —expuso Bob y preguntó—: ¿Qué hay de las restantes palabras?
—Todavía no he hallado solución para las palabras tercera y cuarta. Tampoco estoy muy seguro de lo que significa WRECKS, pero si tomamos REX la cosa comienza a tener sentido —explicó Jupiter haciendo una pausa.
—¡Venga! ¡No te detengas! —exclamó Pete.
—Rex es una palabra latina. Significa «rey». El león es el rey de los animales. «REX BOX» podría traducirse por «Caja o jaula de rey». ¡La jaula de «George»! «George» fue embarcado en África. Quizás el mensaje en cuestión se refería a la llegada a este país de «George» y con los diamantes en su jaula. Ahora bien, creo que los diamantes se perdieron y quien sea, los busca con frecuencia y excita los nervios de «George».
—Chico, ni que decir tiene. Cualquier perro ladraría si durante la noche oyera a alguien rondar la casa de su amo —concluyó Pete.
—Pero tened presente que Jim Hall no es ningún extraño, pero conforme a la teoría de Jupiter, forma parte de una banda de contrabandistas.
—Desde luego convengo en que Jim Hall no pondría nervioso a «George». Tiene que ser alguien o algo extraño, diferente.
—¡Jay Eastland! ¡Éste es capaz de acabar con la paciencia de cualquiera! —apuntó Pete.
—Bien, admito que pueda haber alguna relación, pero no adivino cuál —contestó Jupiter.
Pete hizo chascar sus dedos, diciendo:
—¡Ya está! ¡Hank Morton! ¡Apuesto a que está metido con todo esto! Recordad que con toda probabilidad soltó a «George» el otro día. Pudo haberlo hecho para poder examinar la jaula del león.
—Pero recuerda que «George» ya no tiene su jaula. Recuerda que Mike nos dijo que había prescindido de ella y que, en consecuencia, Jim permitió que «George» viviera en su casa —argüyó Jupiter.
Bob preguntó:
—¿Qué me decís de Olsen y de Dobbsie? ¿Dónde encajan? Al parecer, todo indica que saben lo que quieren y dónde buscarlo.
—Desde luego, Olsen y Dobbsie son definitivamente sospechosos y podrían formar parte de la banda de Jim Hall —afirmó Jupiter.
—Entonces… ¿Qué buscaban en el cementerio de coches? —argüyó Pete.
—Los diamantes pudieron perderse allí. Recuerda lo que dijo el llamado Dobbsie: «Esto es como buscar una aguja en un pajar».
Bob hojeó de nuevo el libro de notas y leyó a sus compañeros, en voz alta:
—«Ellos lo perdieron y los vamos a envolver a ambos cuando lo encontremos». Veamos… Jupiter. ¿Qué te sugiere esto? Porque para mí significa que no van de acuerdo con los Hall.
Jupiter ponderó:
—Chico, me había olvidado de esta frase. Así cabe suponer que Olsen y Dobbsie están contra Cal Hall y su hermano Jim. Porque esto de «envolverlos» sugiere una amenaza. Quizás Olsen y Dobbsie rompieron con los hermanos Hall y ahora tratan de hacerse con los diamantes, e incluso cabe la posibilidad que formen parte de una banda contraria.
—Chicos, esto cada vez aparece más complicado y me pregunto si acaso Mike está enterado de este enredo —comentó Bob.
—Lo dudo y en consecuencia hemos de evitar con sumo cuidado cualquier expresión acusadora contra su tío Jim, que es su ídolo y al igual en lo que atañe a su tío Cal, hasta que estemos completamente seguros. ¿Conforme?
Bob y Pete asintieron en silencio. Jupiter, levantándose de la silla y desperezándose, terminó:
—Bien, pues adelante. Konrad ya nos aguarda ahí fuera. Quizás ahora vayamos a desentrañar este misterio del «Jungle Land».
Con gesto preocupado se encaminaron hacia la salida. Gustaban de descifrar enigmas, pero el asunto que se traían entre manos aparecía como algo amenazador para alguien. Jupiter se preguntó cómo deberían explicarlo a Mike Hall si llegara el caso de que fuera necesario hacerlo.