A Lupita le gustaba preguntar.

Saber el por qué y para qué de las cosas. Conocer las causas ocultas que empujaban a las personas a actuar en tal o cual sentido. Lo que más le intrigaba era saber por qué la gente guarda silencio ante las injusticias, ante los abusos, ante la ilegalidad. Y no se refería precisamente a permanecer pasivos ante los actos de corrupción sino a pasar por alto acciones que se realizan en sus círculos cercanos y que la gente acepta como parte de su cotidianidad a sabiendas de que por medio de ellos se está afectando la vida de muchos otros. Por ejemplo, no entendía cómo había mujeres que solapaban a maridos violadores y nunca los denunciaban. O aquellos que sabían que en su vecindad o en la casa de junto había una persona secuestrada y por miedo se callaban la boca. Tampoco entendía por qué a nadie se le ocurría profundizar en las razones que llevan a una persona a consumir drogas. No era metiéndolos a la cárcel o utilizando la represión policiaca que se termina con el tráfico de drogas. ¿A nadie se le ha ocurrido analizar el por qué nuestros vecinos del norte consumen la mayor parte de las drogas que se fabrican en el mundo? ¿Por qué se drogan masivamente? Ella tenía algunas de las respuestas. Por muchos años la única opción que tuvo a la mano para evitar que las cosas siguieran sucediendo fue no viéndolas, no escuchándolas, no estando ahí, o sea, vivir drogada. ¿Qué tanto quieren evitar los millones de personas que se drogan en el mundo? ¿Qué es lo que esperan encontrar al salir de sus cuerpos? ¿Qué es lo que buscan con tanta desesperación? ¿Será el espíritu? ¿O una esencia que no poseen la bola de productos de consumo que acumulan sin descanso?

Desde que estaba en el campo su cabeza se había llenado de nuevas dudas. ¿Para qué seguir trabajando en una corporación que no protegía a la gente? ¿Para qué estar bajo las órdenes de funcionarios corruptos? ¿Para qué separar la basura si en verdad los camiones que la recolectaban terminaban mezclándola? ¿Para qué utilizar jabones que contaminaban los ríos? ¿Para qué comprar y comprar y comprar y comprar tanta mamada? Ahora que sólo tenía lo suficiente le empezaba a encontrar otro significado a su existencia pero al mismo tiempo tenía muchas más preguntas que nunca.

En busca de respuestas se acercó a Tenoch en un momento en que lo encontró solo. El chamán estaba guardando en un morral los objetos con los que celebró la ceremonia ritual. Lupita se sentó a su lado y comenzó con su bien intencionado interrogatorio.

—Perdone, Tenoch, ¿le puedo hacer unas preguntas?

—Todas las que quiera.

Lupita no sabía cómo dar inicio a su indagación. Para calentar motores soltó al aire un par de preguntas intrascendentes mientras ponía en orden sus ideas.

—¿Quién le puso Tenoch?

—Mi mamá.

—¡Ah! ¿Y por qué?

—Pues no sé. Me parece que lo soñó.

—¡Ah!

TENOCH

Tenoch fue el nombre de un caudillo azteca que inició la etapa de los Huey Tlatoanis. A él le correspondió hacer la primera ceremonia del Fuego Nuevo en el año de 1351. Se realizó en un lugar cercano al Cerro de la Estrella. En su honor, en el año de 1376 la ciudad de Cuauhmixtitlan cambia su nombre por el de Tenochtitlan.

—Oiga, ¿y por qué le pusieron al sicario un disco de obsidiana en el pecho antes de enterrarlo?

—Para que se reintegrara a la luz.

—¿Por qué?

—Porque si no lo hace, nosotros tampoco.

—No entiendo.

—¿Qué no entiende?

—Qué tiene que ver él con nosotros.

—Que nos tejieron juntos.

—¿Quién?

—El universo. Todo está enlazado. Todo va junto. Si alguien se desconecta y se suelta, altera el orden del todo. Ese hombre había olvidado quién era. Ya no lo recordaba. Vivía en la oscuridad.

—Sí, pero ya se murió. Con ceremonia o sin ceremonia de por medio, la tierra igual lo iba a recibir y reciclar.

—Ajá, pero él no era sólo un cuerpo. ¿O sí? —continua respondiendo con sorna:

—Pues no sé.

—Su cuerpo hacía lo que él le ordenaba, pero él no sabía mandarse a sí mismo. Mire, nosotros, al igual que nuestros abuelos creemos que el universo tiene un propósito y que nosotros formamos parte de él. Todo lo que hacemos tiene que estar de acuerdo con ese propósito para que se mantenga un equilibrio entre luz y oscuridad, entre día y noche, entre vida y muerte. Si ignoramos ese plan del cosmos causamos un gran desequilibrio que afecta no sólo nuestra vida, sino la vida del universo entero. Si usted ve, en los últimos tiempos hemos creado un desastre ecológico, económico y social debido a que la oscuridad, en su afán por vencer a la luz y abarcarlo todo, busca para sus fines a aquellos que viven sin propósito alguno, fuera del orden cósmico. El hombre que enterramos había olvidado que era parte de nosotros. Tenía una imagen falsa de sí mismo. Se miraba en un espejo negro y por eso le pusimos el disco.

—¿Cómo?, ¿le pusieron un espejo negro para que viera su luz? No entiendo.

—Lo oscuridad no es la ausencia de luz.

—Sigo sin entender.

—La obsidiana refleja la luz porque la contiene. Utilizamos la filosa obsidiana para cortar la oscuridad y liberar la luz. Los espejos de obsidiana son utilizados para ese fin. Para ver nuestro lado oscuro pero también entrar en contacto con nuestro ser luminoso.

—¿Por eso mató al delegado con un disco de obsidiana?

Tenoch sonrió y guardo silencio unos segundos antes de responder.

—Sí.

—Y dígame, ¿el universo requería que el delegado muriera?

—Aunque usted lo diga con sorna, sí. Lo requería. En nuestro país cada día hay más gente que está desconectada del todo. El uso de las drogas propicia la desconexión. Y el dinero que producen con el narcotráfico se utiliza en crear más separación, más caos y más destrucción. Y la gente, sin estar plenamente consciente de ello, busca reconectarse con el todo mediante el uso de las drogas que la hacen abandonar su cuerpo pero en vez de reintegrarse a esa energía universal cada vez se desconecta más porque utiliza drogas en vez de plantas sagradas. Y busca dealers en vez de chamanes. Llegó el momento del cambio. Tenemos que trabajar a favor de la luz. Tenemos que volver a ella. Conectarnos con ella. Encender el sol en nuestros corazones. Nuestros antepasados nos heredaron el conocimiento para realizar una ceremonia del Fuego Nuevo que corresponde con el movimiento de los astros en el cielo. Con la armonía. Con el equilibrio de fuerzas. El lugar propicio para hacerlo es un lugar cercano al Cerro de la Estrella. Es un lugar sagrado y es preciso que sea ahí mismo.

—Y ya no es posible hacerlo porque el licenciado Larreaga le dio el terreno a la “Mami” para construir una plaza comercial en donde aparte de artesanías iba a vender drogas.

—Exactamente.

—¿La traición del delegado hizo que mereciera la muerte?

—La muerte no existe. Lupita responde con ironía:

—Pues mi hijo se murió en mis brazos.

—Eso no quiere decir que esté muerto. Lupita continúa respondiendo con sorna:

—¿No?, ¿y dónde está?

—En cada partícula del universo. En el invisible… Sé que el hecho de no poderlo ver le resulta intolerable, pero eso no es lo que más le duele.

—¿No?

—No. Lo que más le duele es no haberle pedido perdón a su hijo por haberlo matado.

Lupita abre los ojos sorprendida.

—¿Se lo dijo Celia?

—¿Qué Celia?

—Olvídelo…

—Nadie me lo dijo. Los mayas tenían toda la razón cuando afirmaban que el cosmos no es otra cosa que una matriz resonante y que si uno se conecta con ella a través del cordón umbilical del universo puede obtener toda la información que desee. Eso es lo que hago. Me conecto.

¿Le gustaría conectarse con su hijo?

—¿Usted me puede enseñar?

—La puedo guiar. Todo lo demás lo hace usted misma. Lupita guarda silencio por un momento. Su corazón late con fuerza. Le parece increíble que pueda existir una manera de hablar con su hijo. De hacerle llegar todos los besos que nunca pudo darle. De transmitirle su profunda tristeza, su dolor, su arrepentimiento. De contarle lo que había sido su vida sin él. La única forma de comprobar si eso era posible o no era confiando en un asesino confeso. En un hombre que había matado a sangre fría pero que al mismo tiempo la miraba con una bondad que ella desconocía hasta ahora.

—¿Qué tengo que hacer?

—Participar de una ceremonia ritual.

—Yo hago lo que usted me diga, pero antes dígame por favor cómo fue que disparó el disco de obsidiana sobre el cuello del delegado.

Tenoch sonrió, se levantó y le hizo una seña a Lupita para que lo siguiera. La condujo hasta su choza. Tomó un morral y de su interior sustrajo un sencillo artefacto de madera. Se trataba de una especie de resortera que disparaba canicas y piedras por medio de un par de potentes ligas de resistencia, de ésas que se utilizan para hacer deporte de alto rendimiento. La resortera de Tenoch era muy larga y tenía la particularidad de que se podía ocultar bajo la manga de la camisa. Se accionaba con un simple movimiento de la mano contraria. Lupita y Tenoch salieron al campo y Tenoch le hizo una demostración de su arma. Acomodó una sandía sobre una mesa y tomó distancia de ella. En seguida, se ajustó la resortera sobre el brazo derecho. Luego, sacó de una caja de cartón un disco de obsidiana y lo colocó en medio de las ligas. Levantó su brazo, apuntó hacia la sandía y con la mano izquierda accionó un sencillo mecanismo que liberó el disco. El trozo de obsidiana, al impactar la fruta, la atravesó de lado a lado sin el menor problema. Lupita se sorprendió tremendamente con la sencillez y la efectividad del arma. Con esa información tenía casi todo aclarado en su mente. Recordó el video que le mostró el comandante Martínez, en el cual Tenoch aparentemente saluda al delegado con el brazo extendido e instantes después el licenciado Larreaga empieza a sangrar. Ya sabía cómo y con qué le había disparado pero aún tenía una duda.

—¿A qué hora y por qué le dio su camisa el delegado?

—Me la dio para que hiciera una ceremonia de purificación con ella. Alguien de su equipo de confianza le había comunicado que el jefe de asesores, el licenciado Gómez, creo que se llama, había contratado a un brujo para que le causara daño y confiaba en mí para que lo protegiera; le urgía mi ayuda pero como ese día no tenía tiempo para que hiciéramos la limpia, le pedí que me diera su camisa, ya que con ella podía realizar la ceremonia sin que él estuviera presente. Nos vimos en su oficina después de que regresó de la inauguración de la escuela de adultos mayores. Cuando el delegado estaba cambiándose la camisa en el baño, su secretaria le llamó por el celular, pero habla tan fuerte que yo escuché a través de la puerta todo lo que ella decía. Le informó que le había dejado sobre el escritorio los papeles de la expropiación de nuestros terrenos para que los firmara.

—Y así se enteró de que el delegado los había traicionado y decidió matarlo.

—Así es.

—Una última pregunta. ¿Qué papel juego yo en todo esto? ¿Por qué me cuidaron? ¿Por qué me trajeron aquí?

—Porque una astilla de obsidiana la eligió. Cuando mi mamá me llamó para decirme que se le había clavado supimos que estaba destinada a ser una guerrera de la luz.

—¿Y por eso cuando llegué al Centro de Rehabilitación Salvador les informó del lugar en el que me encontraba?

—Así es, eres buena investigadora.

—Gracias. Por cierto, hay un lavacoches al que también se le clavó una astilla de obsidiana.

—Sí, ya lo contactamos y Salvador lo está preparando. ¿Alguna otra pregunta?

—Por ahora no.

—Yo tengo una.

—¿Cuál?

—¿Me va a denunciar?

—No, no se preocupe, tengo en la mira una mejor candidata para ser denunciada.

—Ojalá sea quien yo me imagino. La “Mami” trabaja para los guerreros de la oscuridad y está empeñada en que no hagamos la ceremonia del Fuego Nuevo porque se terminaría su negocio. Si la gente encuentra la forma de reconectarse con el todo sin el uso de las drogas, la “Mami” y todas las organizaciones criminales estarían condenadas a la muerte.

—Bueno, pues parece que ustedes también son buenos investigadores. ¿Cómo saben que yo puedo denunciar a la “Mami”?

—Pues porque los operadores de la “Mami” fueron los que ametrallaron el Centro de Rehabilitación. Al principio creímos que sólo era como una venganza en contra de los miembros de su organización que habían abandonado sus filas, pero cuando ellos descubrieron que usted estaba internada ahí y que durante el ataque había logrado huir, no pararon de buscarla, lo cual nos indicó que usted debía poseer una información muy comprometedora respecto al grupo delictivo de la “Mami”.

—Así es. La buena noticia es que voy a utilizar esa información y usted va a poder hacer su ceremonia del Fuego Nuevo. Eso se lo aseguro.