Notas

[1] Es cierto que el psicoanálisis concede ya en la actualidad que existe en el yo una zona no conflictiva (Heinz Hartmann); pero no se ve por qué haya que alabarlo por el hecho de reconocer una cosa que ya era bien familiar a los no psicoanalistas, simplemente porque estos no lo habían negado nunca, como lo hicieron los corifeos del psicoanálisis. En una palabra, no se ve por qué el psicoanálisis ha de llevarse medallas como premio al valor sólo por combatir para cubrirse la retirada.<<

[2] En este respecto va el psicoanálisis tan lejos que, para decirlo con Boss, construye la hipótesis, o mejor la hipóstasis, «de una instancia yo o ello, una instancia del inconsciente o de un super yo», y que «en el fondo utiliza la antigua técnica de los cuentos para niños. En efecto, también estos últimos suelen aislar los tipos de comportamiento materno deseados y queridos por el niño de sus otras posibilidades, transformándolos en imagen de una instancia independiente al condensarlos en la figura de un hada buena; en cambio los aspectos desagradables, aquellos de los que el niño nada quiere saber, los que teme, vienen personificados en la idea de una bruja. Si tan poca justificación puede haber para creer en estas figuras fabulosas, no parece probable que las citadas imágenes o representaciones psicológicas puedan mantenerse por mucho tiempo en el futuro» («Schweizerische Zeitschrift für Psychologie und ihre Anwendungen» 19 1960, 299).<<

[3] Cf. Sigmund Freud, Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie, Viena 1946, p. 108: «La producción de excitación sexual… suministra una cantidad de energía que en gran parte será utilizada para fines no sexuales, por ejemplo… (mediando una represión…) para levantar posteriormente barreras sexuales». O en la p. 92: «Vemos, pues, que (la libido) se concentra en objetos, se fija en ellos, o por el contrario los abandona, pasa de esos objetos a otros y, a partir de estas posiciones, dirige el comportamiento sexual del individuo». (Versión castellana: Tres ensayos sobre teoría sexual, Alianza, Madrid 1972).<<

[4] En resumidas cuentas fue el propio Freud quien calificó a los psicoanalistas de «incorregibles mecánicos y materialistas» Schriften, edición londinense XVII, 29; trad. castellana: Obras completas, Biblioteca nueva, Madrid 3 1967.<<

[5] Cf. mi libro: Ärztliche Seelsorge,8 1971, p. 68.<<

[6] Es cierto que el psicoanálisis concede ya en la actualidad que existe en el yo una zona no conflictiva (Heinz Hartmann); pero no se ve por qué haya que alabarlo por el hecho de reconocer una cosa que ya era bien familiar a los no psicoanalistas, simplemente porque estos no lo habían negado nunca, como lo hicieron los corifeos del psicoanálisis. En una palabra, no se ve por qué el psicoanálisis ha de llevarse medallas como premio al valor sólo por combatir para cubrirse la retirada.<<

[7] Cf. el apéndice «Psychotherapie, Kunst und Religion» en mi libro Die Psychotherapie in der Praxis. Eine kasuistische Einführung für Ärzte, Viena 2 1961.<<

[8] Cf. mi libro Theorie und Therapie der Neurosen. Einführung in Logotherapie und Existenzanalyse, Munich 3 1970.<<

[9] Para entender la explicación del autor hemos de tener en cuenta que juega con vocablos y conceptos alemanes, y en este sentido nos es imposible ofrecer una traducción coherente en castellano. En primer lugar, la relación entre el disco de teléfono y la elección profesional se pone de manifiesto si consideramos que la palabra alemana wählen es la misma para «marcar un número de teléfono» y para «elegir». Wahl es pues también la «composición de un número en el disco» y una «elección». Algo más complicado puede parecer el proceso para asociar una comunicación telefónica con la religión. El vocablo alemán Verbindung tiene asimismo el doble significado de «conexión», «comunicación» y, por otra parte, el de «atadura», «ligadura». Rückverbindung podría por consiguiente significar tanto «re-comunicación» (comunicación repetida una y otra vez) como «re-ligadura» (efecto de «religarse», etc.); esto último no es otra cosa que el sentido etimológico de la palabra latina religio, es decir «religión». Nota del traductor.<<

[10] Uno de mis pacientes declaró en cierta ocasión espontáneamente: «¿Cómo es que me avergüenzo de todas las cosas religiosas, que estas se me llegan a hacer penosas y ridículas? Sin embargo, creo que yo mismo sé perfectamente por qué me dan vergüenza mis propias exigencias religiosas: La tónica central del tratamiento psíquico a que se me viene sometiendo desde hace 27 años en otras clínicas y por otros médicos es siempre la misma; me dicen que tales anhelos no son sino sutilezas filosóficas, especulaciones absurdas, porque sólo existe lo que se ve y se oye, lo demás son desvaríos que proceden de algún trauma o de un deseo de refugiarse en la enfermedad (para huir de la vida real). Así, cuando hablaba de mis tendencias hacia Dios, casi me asaltaba el temor de que acabarían poniéndome la camisa de fuerza. Esta clase de tratamiento ha sido hasta ahora un eterno “escurrir el bulto”».<<

[11] En latín: «resuena», «retumba», «se deja oír con estrépito». Nota del traductor.<<

[12] Cf. mis libros Zeit und Verantwortung, Viena 1947, p. 6, y Der Wille zum Sinn, Berna-Stuttgart-Viena 1972, p, 39.<<

[13] Cf. la declaración espontánea de un paciente: «Al haberme visto privado del Padre divino, me puse a buscar cielos de repuesto, y así llegué a sentir esta fuerte nostalgia por mi padre carnal —¡a quien nunca conocí!— y este apego que ahora tengo por mi madre muerta». Y en otra ocasión: «La nostalgia de Dios, mi ansia de penetrar en el campo de fuerzas divino, es en mí algo primario».<<

[14] Tibi loquitur cor meum.<<

[15] Cf. la declaración literal de uno de mis pacientes: «Los hombres, por supuesto y sin duda alguna, están ligados a la naturaleza y a Dios; sólo que no lo saben».<<

[16] Cf. la declaración de nuestro paciente: «En sueños a menudo se apoderaba de mí un llanto liberador y conciliador que nunca había experimentado estando despierto».<<

[17] «Schweizerische Zeitschrift für Psychologie» VI, 4 (1947), p. 281-282.<<

[18] C. G. Jung, Psychologie und Religion.<<

[19] Cf. por ejemplo el caso de neurosis cardíaca aducido en mi libro: Ärztliche Seelsorge, Viena 1971, p. 175-176; versión castellana: Psicoanálisis y existencialismo, Fondo de Cultura Económica, México.<<

[20] Cf. la declaración de uno de mis enfermos: «Yo soy la prueba médica de que no se puede vivir sin Dios».<<

[21] «El futuro de una ilusión».<<

[22] Goethe decía: «Quien posee arte y ciencia tiene también religión».

Hoy sabemos demasiado bien adónde iría a parar la humanidad si sólo poseyera, por ejemplo, ciencia y nada más; con toda probabilidad acabaría quedándoles a los hombres una sola cosa de toda su «pura ciencia»; bombas atómicas.<<

Hoy sabemos demasiado bien adónde iría a parar la humanidad si sólo poseyera, por ejemplo, ciencia y nada más; con toda probabilidad acabaría quedándoles a los hombres una sola cosa de toda su «pura ciencia»; bombas atómicas.

[23] De Viktor E. Frankl, Der Mensch auf der Suche nach Sinn, Friburgo en Brisgovia 1972, p. 73.<<

[24] W. von Baeyer, Psychologie am Krankenbett, en «Gesundheitsfürsorge - Gesundeheitspolitik» 7 (1958), p. 197.<<

[25] P. Tillich, Die verlorene Dimension in der Religion, en Abenteuer des Geistes, Gütersloh 1961, p. 234.<<

[26] Augustine Meier (Frankl’s «Will to Meaning» as Measured by the Purpose in Life Test in Relation to Age and Sex Differences, Dissertation, University of Ottawa, 1973) ha podido comprobar con ayuda de tests y estadísticas que encontrar sentido es posible independientemente de la edad y grado de instrucción de la persona, así como del sexo masculino o femenino; más aún, dicho hallazgo de sentido es independiente de que el sujeto sea religioso o arreligioso; y si profesa una religión, es independiente de la confesión a la que pertenezca. Esto concuerda enteramente con los resultados de la investigación de Leonard Murphy (Extent of Purpose-in-Life and Four Frankl-proposed Life Objectives, Dissertation, University of Ottawa, 1967), que asimismo se basan en tests y estadísticas; «people who had chosen God and another person as their life objective did not differ significantly in their scores on the Purpose in Life Test. Both groups found equal meaning for their lives». No a propósito de la fe o incredulidad, sino respecto de los credos confesionales concluye von Meier del modo siguiente: «The inability to find evidence to show that subjects differ on the Purpose in Life Test scores on the basis of religious differences gives support to Frankl’s idea that God, as experienced by different religious affiliations, can give equal meaning to subjects.»<<

[27] A. Görres en «Jahrbuch der Psychologie und Psychotherapie». 6 (1958), p. 200.<<

[28] 46 (1965), p. 358.<<

[29] A. Görres en «Praxis der Psychotherapie». 14 (1969), p. 184.<<

[30] Citado por D. Groβmann en «Psychotherapy». 5 (1968), p. 53.<<

[31] J. C. Crumbaugh y L. T. Maholick, The Cose of Frankl’s «Will to Meaning» en «Journal of Existential Psychiatry». 4 (1963), p. 42.<<

[32] De Viktor E. Frankl, The Will to Meaning, Nueva York 1970, p. 57.<<

[33] Como lo describe Thomas D. Yarnell, se ha podido verificar por medio del llamado «Purpose in Life Test» que ni 40 miembros de la Luftwaffe ni 40 esquizofrénicos internados dieron pruebas de que existiera la más mínima correlación entre la impresión de haber encontrado un sentido y su edad o IQ (cociente intelectual). Esto se conforma con la observación de Crumbaugh, según la cual el «Purpose in Life Test» tampoco está en correlación con el grado de cultura del sujeto. Todas las apariencias parecen indicar que el hombre puede encontrar un sentido en la vida independientemente de cosas tales como edad, IQ y nivel de instrucción, concluye Yarnell (Purpose in Life Test: Further Correlates, «Journal of Individual Psychology». 27, 76, 1972). A análogos resultados condujo el trabajo de Augustine Meier, igualmente basado en tests (Frankl’s «Will to Meaning» as Measured by the Purpose in Life Test in Relation to Age and Sex Differences, Dissertation, University of Ottawa, 1973), y no solamente respecto al grado de instrucción, sino también respecto del sexo masculino o femenino y de la confesión de fe o de incredulidad. Meier considera estos resultados «compatible with Frankl’s theory which states that all people are capable of finding meaningful goals around with which to orientate their lives.»<<

[34] K. Eissler, The Psychiatrist and the Dying Patient, Nueva York 1955, p. 190ss.<<

[35] J. Wolpe en «American Journal of Psychotherapy». 25 (1971). p. 362.<<