Gollum

EL HOBBIT Y EL SEÑOR DE LOS ANILLOS • J. R. R. Tolkien

Los otros personajes de los que hablamos en este libro realizan sus hazañas o cometen sus fechorías en este mundo que habitamos también tú y yo. En el mar, en la selva, en el pasado remoto, en China o en Inglaterra, incluso viniendo de otro planeta, pero siempre en nuestro mismo universo. En cambio, Gollum habita en un mundo diferente, un territorio que no se encuentra en los atlas corrientes, en el que junto a los hombres viven otro tipo de seres: hobbits, dragones, nazgules, orcos, entes… A los rincones de ese continente fantástico, pariente de la Tierra de Nuncajamás en la que vivía Peter Pan y del País de Oz de cuyo famoso mago seguro que te acuerdas, no se puede viajar en tren, en avión ni en barco: sólo leyendo. Porque la Tierra Media es propiedad privada del profesor Tolkien, un simpático escritor inglés, aunque la hayamos visitado muchas veces los millones de lectores que disfrutamos con sus libros.

En la Tierra Media hay cosas muy distintas a las que conocemos en nuestro mundo, pero también muchas otras que nos resultan sumamente familiares. En nuestro planeta, por ejemplo, no hay un anillo que haga invisible y conceda poder a quien lo lleva, aunque hay en cambio una cosa llamada «ambición» que se le parece bastante. Quien se pone el anillo mágico de la Tierra Media se siente más fuerte que otros y escapa a sus miradas, pero si se descuida acaba poco a poco dominado por la joya y convertido en enemigo despiadado de todos los demás seres: quiere ser muy poderoso y termina convertido en esclavo maligno. También la ambición nos emborracha con una especial sensación de superioridad y borra a los otros de nuestra vista, de tal modo que dejamos de ver a nuestros semejantes y creemos que ellos tampoco pueden vernos como lo que somos. Pero si seguimos ese camino acabamos no siendo dueños de nada, ni siquiera de nosotros mismos, porque estamos miserablemente poseídos por el ciego afán de poseer. De modo que cuando leemos El hobbit o El Señor de los anillos entendemos muy bien lo que le ocurrió a Gollum, porque sabemos que la ambición del anillo y el anillo de la ambición nos arrastran finalmente a la misma angustia y a la misma soledad.

En los relatos de Tolkien aparecen muchísimos personajes, ¡te confieso que a menudo me parecen demasiados, porque no logro acordarme de todos!, unos amables y otros feroces, unos tiernos y otros crueles, valientes o cobardes, algunos rarísimos y otros tan corrientes como el vecino del piso de al lado. Pero el más patético y desdichado de todos es precisamente Gollum. No siempre se llamó así, porque «Gollum» no es más que un apodo que le pusieron por los ruidos tan raros que hacía con su garganta. Antes se llamó Sméagol y llevó una vida bastante decente y feliz hasta que el anillo se cruzó en su camino. A partir de ese momento comenzó la pesadilla: Sméagol asesinó a su amigo Déagol, que era quien había encontrado el anillo, para apoderarse de la joya mágica. Gracias a ella logró vivir cientos de años, pero con una apariencia física cada vez más aterradora y con un carácter cada vez más desagradable. Expulsado de la convivencia de sus semejantes, Sméagol (que ya era para todos «Gollum») acabará viviendo en cavernas subterráneas, odiando por igual la luz cálida del sol y la fría luz lunar. ¿Ves? El maldito anillo funciona como ciertas drogas: puede ser bien utilizado, pero resulta muy difícil porque es demasiado poderoso. Parece que concede grandes dones a quien lo usa, pero en realidad le arrebata mucho más y termina destruyéndolo.

Y sin embargo, Gollum no puede renunciar a su «preciosidad». Cuando Bilbo se lo lleva, nada le consuela de esa pérdida y durante años intentará seguir su pista para recuperarlo. Gracias a Gollum —torturado, el pobre: ¡siempre sufriendo por culpa del maldito chisme!—, Sauron se entera de dónde ha ido a parar el anillo que le falta para cerrar el cerco atroz de su poder. Y enviará mensajeros a recuperarlo y Frodo deberá huir con él y comenzarán las mil peripecias de las guerras del anillo y… Pero todo eso te lo ha contado ya Tolkien mucho mejor que yo. Si no conoces la crónica de lo que entonces pasó en la Tierra Media, debes leerla enseguida: merece la pena. Gollum seguirá la pista de Frodo a través de todas sus aventuras, intentando robarle el anillo pero ayudándole también a veces para que no se lo quiten otros. Y finalmente, sin querer, será Gollum quien salve el anillo definitivamente de las garras de Sauron. Aunque a costa de perecer con la joya que tanto quiso y que tan mal le trató.