A Nicolás Roerich (1874-1947), pintor, explorador y filósofo,
a quien debemos estos versos dedicados a una raza olvidada:
Nosotros no sabemos, pero ellas sí;
las piedras lo saben, y lo recuerdan.
Unas máquinas surcaban los aires,
un fuego líquido apareció y derramó su luz,
la chispa de la vida y de la muerte.
Masas de piedras surgieron
por la fuerza del espíritu.
Celaban las escrituras, sus sabios secretos
y ahora todo nos es revelado.