Capítulo XVIII

UN ENIGMA DE LA CIENCIA SOCIAL: LOS INCAS

La Ciencia y la tecnología marchan paralelamente al orden social del momento. Ctesibios y Herón crearon una máquina de vapor de dos cilindros y un ingenio de propulsión a chorro que funcionaban perfectamente. Pudieron haber construido máquinas para las fábricas. Pero, durante el tiempo de la esclavitud, la mano de obra era tan barata que la máquina de vapor y bombas hidráulicas de Ctesibios y la turbina de vapor de Herón eran solamente inventos curiosos utilizados para abrir y cerrar las puertas del templo y para mover los miembros de los dioses. Las condiciones sociales y económicas no estaban todavía maduras para la explotación de estos inventos en la industria.

Mientras que la tecnología no podía florecer bajo un régimen de esclavitud, la filosofía especulativa y la ciencia teórica podían desarrollarse en un sistema social en el que el científico no tenía que preocuparse de sus comidas y disponía de la totalidad de su tiempo para la contemplación.

La primitiva sociedad comunal no tenía propiedad privada. La caza era regulada por leyes tribales, y todos los alimentos eran compartidos por igual. Este sistema puede hallarse todavía en Australia Central, Nueva Guinea y las islas remotas de Oceanía. Ésta era la dulce infancia de la Humanidad.

Con las sociedades esclavistas, ocurrieron ya cambios radicales en la economía al establecerse la propiedad privada. Aparecieron dueños y esclavos, ricos y pobres. El feudalismo era una versión mejorada de la esclavitud. Y, más tarde, con la aparición de ciudades y ciudadanos libres que traficaban y finalmente se hacían más ricos que los nobles, nació una nueva clase: los burgueses o la burguesía. Tras la caída del feudalismo, la nueva clase de propietarios creó un nuevo sistema económico: el capitalismo.

El socialismo es un sistema de sociedad en el cual no existe propiedad privada, y todos los medios de producción y distribución están en manos del Estado. En última instancia, el socialismo abandonará la moneda como un medio de cambio.

Este capítulo hace surgir una pregunta de importancia capital: ¿el socialismo es una idea nueva? ¿Ha sido practicado anteriormente? Estas preguntas probablemente despertarán furiosos rechazos e insultos por parte de los entusiastas abogados del marxismo. Despertarán igualmente una severa crítica de los sociólogos que, influidos por su afectuosa adhesión al capitalismo, no son capaces de aceptar ningún socialismo en el pasado, y esperan no ver ninguno en el futuro.

Pero en la Historia existió una civilización avanzada en la que todos los recursos nacionales y los medios de producción fueron propiedad del Estado. Éste carecía incluso de monedas o billetes de Banco, que son utilizados aún por los países socialistas. Su población poseía el auténtico ideal socialista de que el trabajo es el fin de la vida, y no un mal inevitable. Este Estado fue el Imperio socialista de los Incas.

Mientras el Estado inca estaba gobernado por una jerarquía de tipo feudal, de nobles y funcionarios, su estructura económica era socialista, porque el feudalismo está basado en la propiedad privada, que los incas no poseían. Tampoco podía ser llamada una primitiva sociedad comunal, si se tienen en cuenta todas las realizaciones científicas y de ingeniería de los preincaicos y los incas.

La superioridad moral del régimen socialista inca puede ser ilustrada por un hecho histórico, relatado por Leguisamo en 1589, el cual había visto 100 000 pesos de oro y plata en la casa de un indio. La puerta estaba totalmente abierta, y tan sólo una pequeña barra cruzaba el umbral, para significar que el dueño de la casa estaba fuera y nada debía ser tocado. Cuatrocientos años más tarde, ningún peruano soñaría en confiar a una pequeña barra la protección contra los ladrones, y mucho menos si había una fortuna en la casa.

Pero la excelencia del Estado inca no se demostraba solamente en el plano moral. La Carretera real, de 5230 kilómetros de longitud, desde Colombia a Chile, fue uno de los más estupendos proyectos de ingeniería del ser humano, superado sólo en el siglo XX. Las antiguas carreteras del Perú estaban tan magníficamente construidas, que incluso hoy circulan por ellas automóviles y camiones.

La albañilería preincaica, descubierta en Ollantay-tambo y Sacsahuamán, es megalítica. El peso de algunos bloques de piedra se calcula en unas 20 a 100 toneladas. No obstante, a pesar de la gran masa de estas piedras, las junturas que las separan son tan estrechas que impiden la penetración de una hoja de afeitar. Hace cien años, ningún contratista en el mundo habría sido capaz de emular semejante técnica de construcción. Tan sólo los antiguos egipcios, con sus bloques de 70 toneladas empleados en las pirámides, fueron capaces de igualar la destreza de estos albañiles sudamericanos.

Con ocasión del terremoto de Cuzco, ocurrido en el año 1950, el noventa por ciento de los edificios de la ciudad fueron dañados, ¡pero ni un solo edificio inca quedó siquiera agrietado! Allí donde una parte de la casa era de origen incaico, las partes de los edificios construidos por los españoles quedaron tambaleándose o resultaron agrietadas. De un modo dramático, el terremoto demostró la superioridad de la construcción preincaica e incaica.

Babilonia, Cartago, Grecia y Roma explotaron el suelo que tenían bajo sus pies, sin darle nada a cambio. De este modo cavaron sus propias tumbas. ¿Acaso no estamos nosotros actuando del mismo modo en ésta era de contaminación atmosférica y máxima explotación de los recursos naturales?

No obstante, el Estado inca poseía un programa de conservación a largo plazo. Nada de este tipo ha sido realizado en ningún lugar, en ningún momento de la Historia. Nadie sufría necesidades en un país en que hoy en día millares de personas están hambrientas. ¡Lo más sorprendente entre los proyectos incaicos y preincaicos era que el suelo y los recursos de agua se volvían más ricos, y no más pobres!

Fue un imperio de paradojas. No había dinero, pero, sin embargo, el oro abundaba. Los incas poseían un excelente servicio postal a través de Sudamérica, pero no tenían cartas. Como carecían de escritura, tan sólo podían enviar mensajes verbales. Aunque no tenían cifras o libros, su sistema de contabilidad y estadística, a base del quipu asombró a los conquistadores. A pesar de que no poseían alfabeto o escritura, su literatura era rica. Todo esto fue realizado por medio del quipu es decir, cuerdas con nudos. Construyeron las carreteras más largas y mejores del mundo, pero no poseyeron la rueda.

El sistema postal inca fue el más rápido del mundo hasta mediados del siglo pasado. Sus mensajeros chasqui corrían en relevos, entregando mensajes desde Quito a Cuzco en cinco días. La distancia es de 2011 kilómetros, y la mayor parte del camino discurre a una altitud superior a los 3000 metros.

A pesar de las excelentes carreteras que había en la antigua Roma, se consumía en este país diez veces más tiempo en entregar una carta, a una distancia similar, durante el reinado de Augusto. Cuando ocurrió el deterioro de las vías romanas, después del siglo VI, las cartas empezaron a viajar aún más lentamente.

Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada o la Estrella Matutina, desciende del cielo, con ayuda de la escalera de cuerda, para llevar la civilización a México. ¿Se tratará de un portador de cultura cósmica?

Kazantsev, el escritor soviético de ciencia-ficción, ve un cohete a propulsión en este grabado maya, existente en una tumba de Palenque (México). Como vemos, identifica todas sus partes mecánicas.

Esta pesada roca, que se halla frente a un pequeño templo mahometano en Shivapur (India), se hace ligera cuando es tocada por once personas que canten Qamar Ali Dervish. ¿Se tratará de un fenómeno de antigravitación?

El conde de Saint-Germain, «un hombre que nunca muere y que lo sabe todo», según Voltaire. Sus riquezas fueron atribuidas a sus conocimientos de alquimia.

Los incas poseían un «telégrafo»: ¡el sistema de código, que utilizaba el fuego y el humo, cubría 3200 kilómetros en tres horas! Durante el socialismo inca, el telégrafo funcionaba más eficazmente que con el socialismo moderno. El autor, en cierta ocasión, envió un telegrama desde la metrópoli de un país socialista a una localidad suburbana situada a 25 kilómetros de distancia. ¡Fue entregado dos días y medio más tarde!

El socialismo inca fue realmente eficaz. A pesar del gran número de funcionarios, no se cumplía muy fielmente el reglamento oficial, característica de la mayoría de los actuales Estados socialistas. La Administración estaba compuesta por hombres completamente responsables del bienestar de su región. Si un servidor público resultaba corrupto o ineficaz, y algún ciudadano no recibía las necesidades básicas de la vida, el funcionario recibía una breve orden del Emperador del Sol: ¡saltar a un precipicio!

En un país en que el trabajo era una virtud, y la holgazanería, un crimen, todos tenían que esforzarse. No se pagaba salario, pero el ciudadano y su familia recibían gratuitamente casa, alimentos y vestidos. Igualmente, la educación y la asistencia médica eran dispensadas sin pago alguno. Este sistema de trabajar sin cobrar y de satisfacer las principales necesidades de la vida también sin cobrar, no es probable que sea alcanzado por ningún Estado socialista moderno durante algún tiempo.

Cuando no lo estaba en los campos, cada ciudadano era empleado en algún destino gubernamental: construcción de carreteras o puentes, servicio postal o Ejército. Este llamado servicio mita estaba tan arraigado en la psicología de los indios, que el pueblo de Carahuasi continuó manteniendo el trabajo en los puentes durante trescientos años después del colapso del Imperio inca. Esto hace surgir otro aspecto, a saber, que el sistema económico de los incas no pudo haber alcanzado su elevado nivel sin haber poseído unos antecedentes de arraigado socialismo durante un largo período de tiempo.

Nuestro principal problema actual es el control de la población. No obstante, los incas no estaban preocupados por los excesivos nacimientos. De hecho, no existían solterones o doncellas de cierta edad en su Imperio, pues tales situaciones eran consideradas como ofensas al Estado. Llevaban a cabo programas de traslado y acomodación para evitar una excesiva densidad de la población, pero siempre teniendo en cuenta la comodidad de los colonizadores. Por ejemplo, el ciudadano de los Andes no era enviado a un valle tropical, o viceversa.

Monedas con la imagen de Creso son exhibidas en nuestros museos. Pero nadie ha visto una moneda del Señor de los Incas, Atahualpa, aunque probablemente éste tenía más oro que el propio Creso. El Imperio inca tenía una economía socialista sin dinero, y de ahí la razón de la ausencia de monedas en Sudamérica. Aunque, políticamente, el método tenía algunos rasgos feudales, el sistema económico era una forma de socialismo, porque no existía la propiedad privada.

Puesto que toda tierra, recursos naturales y poder humano estaban en manos del Imperio del Sol, el Estado inca practicaba indudablemente una cierta forma de socialismo. Como nación avanzada que construyó las carreteras más largas del mundo, que desarrolló una albañilería megalítica que todavía subsiste hoy y que realizó muchas otras hazañas científicas y técnicas, no puede ser clasificada por ningún motivo como una sociedad primitiva.

El socialismo inca se destaca como una luz resplandeciente en la faz de la Historia, ya que ningún otro Estado avanzado se ha gobernado sin propiedad privada como base de las relaciones económicas. Tampoco existió otra civilización elevada sin escritura.

¿Cómo nació este misterioso Estado socialista en Sudamérica? Los gobernantes incas poseían leyendas fantasiosas acerca de sus árboles genealógicos solares y sobre el desembarco de sus antepasados celestes en el planeta. Los descubrimientos antropológicos han creado un sorprendente telón de fondo con relación a los incas imperiales. Un análisis de sus grupos sanguíneos proporcionó pruebas sorprendentes de su singularidad fisiológica.

Como los egipcios, los incas momificaban a sus soberanos. Después de la muerte, éstos eran introducidos, en carros dorados, en el Templo del Sol, en Cuzco. Cinco de estas momias se conservaban en el Museo Británico[41]. En 1952, Gilbey y Lubran efectuaron un análisis sanguíneo de los tejidos de tales momias, con los siguientes resultados: La momia número 3 poseía grupos sanguíneos C, E y c, con la ausencia de D: un caso casi sin paralelo en todo el mundo, mientras que la momia número 4 poseía sustancias D y c, con ausencia de C y E: una combinación extremadamente rara entre los indios americanos. Los científicos admiten que el problema de su origen sigue sin resolver[42].

Los monarcas incas se casaban con sus hermanas, con objeto de asegurar «un heredero a la corona procedente de la raza pura nacida de los cielos, no contaminada por ninguna mezcla de matriz terrena», tal como Prescott declaró. ¿Cuál era esta «raza nacida de los cielos» que poseía semejantes desusadas combinaciones de grupos sanguíneos?

El enigma inca puede ser resuelto en términos de un residuo de socialismo procedente de una civilización desconocida. Escritores clásicos, como Virgilio en las Geórgicas y Tibulo en sus Elegías se mostraron unánimes al afirmar que, en los tiempos antiguos, el suelo había sido cultivado en común, y las puertas de las casas estaban siempre abiertas, porque no existían ladrones. Al leer sus obras, uno se acuerda de las crónicas escritas por los conquistadores acerca de los incas.

El recuerdo de este paraíso perdido fue fomentado en la Antigüedad. Durante la semana de las Saturnales (días 17 al 23 de diciembre), el propietario romano servía a sus esclavos borrachos, soportaba mansamente los insultos y trataba de agradar a sus servidores. Esta costumbre es un gran rompecabezas de la Historia. ¿Qué dinámica tradición impulsaba a los patricios a rebajarse al nivel de sus esclavos?

Las fiestas saturnales se celebraban para perpetuar el recuerdo de la Edad de Oro, en la que no existían la esclavitud ni la propiedad privada, y todos eran iguales. La libertad concedida a los esclavos durante la semana de las Saturnales se suponía que era una imitación de la democracia ideal habida en el pasado.

Esta costumbre debió de haber estado extremadamente arraigada para ser obedecida por las clases dirigentes de la antigua Roma. Inútil decirlo, los patricios no gozaban particularmente la semana héctica de Saturno en diciembre, durante la cual todo era vuelto cabeza abajo. El noble tenía que servir alimentos y vinos a sus esclavos, vestidos de ceremonia, con una sonrisa tan dulce como la que puede verse hoy en la cara de un experimentado camarero de Roma que espera una generosa propina.

El recuerdo popular de una sociedad sin clases en una época primitiva persiste hasta la actualidad. El Carnaval de Niza antes de Cuaresma, con su jolgorio, sus procesiones y sus globos pintados, es un descendiente directo de las Saturnales. Lo mismo puede decirse de Holi el primitivo festival de primavera de la India, en la que alegres multitudes se vierten mutuamente agua de colores, tintes en polvo, barro o alquitrán. El uniforme de un policía o el turbante de un «maharajá» no son suficiente protección contra los alborotadores que esparcen los tintes, ya que éste es el día de los Sudras: la clase inferior. Resulta notable descubrir la misma festividad celebrada durante siglos en el Mediterráneo o en la India, regiones geográficamente tan apartadas.

Nos enfrentamos así con otro descubrimiento —al igual que la teoría atómica, la transmutación, la aviación, la automoción o la electricidad—: ¡El socialismo no es nuevo!

¿Y si aquella olvidada Utopía fuera realmente algo más que un mito? ¿Crearon, tal vez, sus jefes centros aislados para mantener viva su cultura? La idea de que la vida de esta perdida mancomunidad continúa existiendo en algún lugar remoto del mundo, está presente en los escritos de Homero, Píndaro, Horacio, Plinio, Luciano y otras muchas fuentes orientales.

Los próximos tres capítulos están dedicados a los hombres que viajaron a uno de estos oasis del conocimiento secreto y dejaron registros históricos acerca de los practicantes de la ciencia más antigua del mundo, junto con las huellas de sus propias y extraordinarias hazañas en ella.