Capítulo IX

EL ZODIACO Y LA MÚSICA DE LAS ESFERAS

¿No es extraño que los antiguos mayas llamaran por el mismo nombre a la constelación que nosotros conocemos como Escorpión? Orión, o el Cazador, de Babilonia, Egipto y Grecia, tenía un nombre similar en China: el Cazador de la cacería de otoño. Nuestro Acuario se repite en el dios mexicano Tláloc, el Señor de las lluvias.

Pero lo realmente desconcertante es este hecho: sólo mediante un esfuerzo de la imaginación puede uno hallar una relación entre las figuras que se supone representan las constelaciones y la disposición de las estrellas. Parece como si las civilizaciones primitivas hubieran tenido acceso a catálogos más antiguos de nombres de constelaciones, nombres que adoptaron para identificar las miríadas de estrellas.

El signo zodiacal chino del Carnero encuentra su réplica, como Aries, en el zodíaco babilonio. El signo del Buey, en China, halla su reflejo en Occidente como Tauro. El Caballo de la Astronomía china es Sagitario en Babilonia y Egipto. Aunque los nombres son a menudo idénticos, en ocasiones no se refieren a la misma constelación.

Las semejanzas de los nombres de las constelaciones entre América Central y China son aún más sorprendentes. El calendario azteca tiene los días del Lagarto, la Serpiente, el Conejo, el Perro y el Mono. ¡El calendario chino-tibetano tiene igualmente los años del Dragón, la Serpiente, el Conejo, el Perro y el Mono!

Estas extrañas coincidencias deben ser estudiadas. No podemos estar de acuerdo con el eminente científico Giorgio de Santillana, el cual escribe —refiriéndose a los nombres de las constelaciones— en Los orígenes del pensamiento científico: «Fueron repetidos sin referirse sustancialmente a lo mismo desde México a África y Polinesia, y han permanecido con nosotros hasta hoy».

Mientras los pitagóricos se dedicaban a observar las constelaciones, ocurrió una cosa curiosa: alguien oyó la Música de las esferas. Según Pitágoras, todas las estrellas están vivas y cobijan inteligencias. Imaginaba que el Universo era una lira cósmica, con numerosas cuerdas, que producía esta Música de las esferas. Aproximadamente por la misma época, los taoístas de China sostenían análogo concepto: «Todo lo que existe, existe en el espacio, y todo lo que está en el espacio tiene un sonido».

Hoy sabemos que las estrellas y los planetas son fuentes de emisiones de radio. ¿Es a esto a lo que se referían los pitagóricos y los taoístas? ¿Recogen nuestros radiotelescopios esta Música de las esferas?

La escala musical fue introducida por Pitágoras. Midiendo la longitud de las cuerdas y escuchando los sonidos procedentes de ellas, descubrió una correlación matemática.

Su escuela postulaba que los planetas se desplazan de una manera ordenada, y que sus distancias hasta el «fuego central» guardan la misma proporción que los intervalos en la escala diatónica musical.

Pitágoras y sus discípulos no estaban lejos de la verdad, porque las órbitas planetarias están dispuestas en un cierto orden matemático. Según la Ley de Bode, si se suma el número 4 al 0, 3, 6, 12, 24, etc., y el resultado se divide por 10, tenemos las distancias aproximadas de los planetas al Sol, considerando la distancia Tierra-Sol como una unidad.

Planeta Ley de Bode Distancia real
Mercurio 0 + 4 = 4 ÷ 10 = 0,4 0,39
Venus 3 + 4 = 7 ÷ 10 = 0,7 0,72
La Tierra 6 + 4 = 10 ÷ 10 = 1,0 1,00
Marte 12 + 4 = 16 ÷ 10 = 1,6 1,52
Etc.

Éste es otro ejemplo de cómo los antiguos conocían ya lo que posteriormente se ha considerado como un nuevo descubrimiento en Astronomía.

A través de los siglos, la Astronomía ha estado ligada con la Astrología, o el arte de valorar la influencia de los cuerpos celestes sobre la Tierra y el hombre. Las ciencias fósiles de la Alquimia y la Astrología no estuvieron libres de superstición y distorsión. La Astrología es definida por la Ciencia como Astronomía primitiva. No obstante, su tentativa de prever el futuro ha sido considerada por los sabios como una falacia.

Hace sólo unas pocas décadas, ningún científico habría creído que la actividad de las manchas solares podría producir una devastadora invasión de langosta en el Sudeste de Asia. La idea de semejante relación entre las manchas solares y los insectos sobre la Tierra habría parecido demasiado ridícula para ser discutida a un nivel académico. Sin embargo, observaciones realizadas durante las pasadas décadas, han establecido una coincidencia existente entre las invasiones de langosta y la actividad solar. En la actualidad se adoptan las medidas apropiadas antes de que llegue la plaga de langosta[20].

Los científicos serios están empezando a prestar atención a esta influencia de las energías del espacio sobre los fenómenos terrestres. En sus Misterios del Universo W. R. Corliss escribe: «Más extraña todavía es la observación de que la máxima actividad de las manchas solares coincidió aproximadamente con la Revolución francesa y la rusa, con las dos guerras mundiales y con el conflicto coreano. Si existe algo de verdad en la Astrología, lo correcto es explicar esta verdad en términos científicos y dejarse de toda pretensión»[21].

Según el astrónomo soviético R. P. Romanchuk, las llamadas «cuadraturas» y «conjunciones» de la Astrología tienen una base científica. «Son las posiciones del Sol, Júpiter y Saturno lo que determinan la actividad solar», dice, basando su conclusión en un mapa que dibujó.

En la revista científica rusa Znanie-Sila (núm. 12, 1967), A. Gangus escribe: «En los tiempos antiguos, los astrólogos intentaban predecir el futuro por las posiciones respectivas de los planetas. ¡Quién sabe! Esto podría no ser tan absurdo. Si las posiciones respectivas de los planetas influyen realmente en el Sol, entonces las tablas astronómicas podrían convertirse en datos para las previsiones heliogeofísicas, e incluso para previsiones climáticas a largo plazo».

El cosmonauta soviético A. A. Leonoff y el doctor V. I. Lebedeff, escriben: «El número de accidentes de automóvil se cuadruplica dos días después de las fulguraciones solares, comparando con los días en que el Sol está en calma»[22]. Indican también que los suicidios aumentan de cuatro a cinco veces por encima del nivel normal durante los períodos de explosiones solares.

Estas citas, procedentes de fuentes científicas serias, establecen coincidencias entre las energías solares y planetarias y los acontecimientos de la Tierra. La Astrología fue construida sobre esta presunción de que las estrellas influyen en nuestras vidas. ¡Parece, por tanto, que algunas de las creencias de los astrólogos podrían haber tenido una base científica!

Cuando Halley criticaba a Newton, porque éste consideraba la Astrología como una ciencia, Sir Isaac Newton replicó: «Señor, yo he estudiado el tema, usted no». Prescindiendo del carácter adivinatorio de la Astrología, una cosa resulta sorprendentemente diáfana: los sabios de la Antigüedad tenían un concepto claro de que los cuerpos estelares emiten radiaciones. Esta sola idea es absolutamente científica.