Capítulo IV

EL FORJADOR DEL OLIMPO

La tecnología empezó con Hefaistos, o Vulcano, el primer metalúrgico del mundo según la mitología griega. Su taller —una resplandeciente estancia de bronce— estaba situado en el monte Olimpo. Pero, eventualmente, residía en Sicilia, en el monte Etna, y las leyendas afirman que el humo que surge del cráter procede de las fundiciones del dios. Aunque el autor ha podido ver este humo desde Taormina, no pudo cerciorarse de si Hefaistos sigue todavía al pie de su yunque.

Los mitos griegos hablan de las cuatro eras del hombre: primero hubo la Edad del Oro, seguida por la Edad de la Plata, tras la cual llegó la Edad del Bronce. La última época es la Edad del Hierro, en la que todavía vivimos.

Aunque el hierro abunda más que el cobre o el oro, entraña mayor dificultad su fundición y forja. Por este motivo, los antiguos griegos nos relatan el progreso de la metalurgia mediante la sencilla leyenda de cómo se había iniciado con los metales blandos y finalizado con el duro hierro.

La Edad de la Piedra, que duró mucho tiempo, fue seguida por la Era Calcolítica, en la cual seguían utilizándose principalmente los viejos utensilios de piedra perfeccionados, pero en la que también iniciaban su aparición, como objetos de lujo, los utensilios y armas de cobre.

Luego llegó el bronce, una aleación dura hecha de cobre con adición de una décima parte de estaño. El tercer milenio a. C. en Sumeria y Egipto es, de modo predominante, la Edad del Cobre y el Bronce. No se dispone de ninguna descripción suficientemente clara de dónde y cómo apareció el bronce por vez primera. Para combinar el cobre, que procedía del Sinaí, Creta, Chipre, España, Portugal y otros países del Mediterráneo, con el raro estaño procedente de Etruria, las Galias, España, Cornualles y Bohemia, habría sido necesario disponer de un transporte muy bien organizado, de trabajadores expertos y de hornos capaces de producir temperaturas superiores a los 1000°C.

El bronce, una mezcla de cobre y estaño, es fuerte y duradero. Tendrían que transcurrir muchos siglos para descubrirse que la adición de una décima parte de estaño al cobre produce un metal de superior calidad. No obstante, de forma bastante curiosa, los artefactos de cobre existentes en nuestros museos son escasos. El bronce parece haber surgido súbitamente y haberse difundido por todas partes con gran profusión.

La semejanza entre diversos artículos de bronce hallados en distintos lugares de Europa, nos lleva a la conclusión de que procedían de un único centro de manufactura o escuela de tecnología.

La historia del bronce en las Américas del Sur y Central es similar. La aleación aparece casi bruscamente. ¿Fue realizado el descubrimiento mediante la experimentación, o por casualidad?

El bronce no se descubrió simultáneamente en el Viejo y en el Nuevo Mundo. El cobre, que es un componente del bronce, era ya extraído en Mesopotamia en los alrededores del año 3500 a. C., pero hasta el año 2000 a. C. no se utilizó en el Perú. (El hierro era desconocido por los incas hasta la llegada de Pizarro).

Algunos logros de los indios sudamericanos en metalurgia son enigmáticos. Por ejemplo se hallaron ornamentos de platino en el Ecuador. Esto plantea una pregunta irritante: ¿cómo pudieron los indios americanos producir la temperatura necesaria para fundirlo, superior a 1770°C? No deberíamos olvidar aquí que la fusión del platino fue conseguida en Europa sólo hace un par de siglos.

Al someter a análisis una aleación procedente de un artefacto prehistórico, el Bureau of Standards de los Estados Unidos descubrió que los primitivos talleres de América poseían hornos capaces de producir una temperatura de 9000°C, hace 7000 años. No se ha aportado ninguna explicación satisfactoria de cómo fue posible esta realización técnica en una época tan remota como el año 5000 a. C.[6].

El sepulcro del general chino Chow Chu (265-316 de nuestra era) ofrece un misterio. Al ser analizado por el espectroscopio, un cinturón de metal mostraba un 10% de cobre, un 5% de manganeso y un 85% de aluminio. Sin embargo, según la historia de la Ciencia, el aluminio fue obtenido por vez primera por Oerstead en el año 1825, mediante un método químico. Posteriormente, para satisfacer las demandas industriales, se introdujo la electrólisis en el proceso de manufactura. Inútil decir que un ornamento hecho de aluminio, tanto si éste era producido química como electrolíticamente, parece fuera de lugar en una sepultura del siglo III en China. Tampoco sería razonable pensar que este artículo de aluminio fuera el único manufacturado en China.

La columna de hierro del Kutb Minar, en Delhi, pesa 6 toneladas y tiene una altura de 7.5 metros. Durante quince siglos ha resistido el sol tropical de la India, además de los tremendos aguaceros ocurridos durante los monzones. Sin embargo, no muestra ningún signo de oxidación, y proporciona la prueba de una superior destreza metalúrgica de la antigua India. Aparte el misterio que representa el metal no corrosivo con que está construido el pilar, la tarea de forjar una columna tan grande no podría haber sido ejecutada en ningún lugar de la Tierra hasta tiempos muy recientes. La producción de un hierro inoxidable de este tipo es ciertamente posible hoy día debido a nuestra elevada tecnología, pero resulta sorprendente encontrar semejante hallazgo en el año 415 de nuestra era. La columna se yergue como mudo testigo de la tradición científica conservada por la gente de la Antigüedad en todos los lugares del mundo.

Hombres a los que el tiempo ha olvidado poseen la respuesta a estos enigmas de la historia de la Ciencia.