34. Inglés avanzado

—Aya —murmuró Frizz, abriendo lentamente los párpados—. ¿Eres tú?

—Sí. —Aya se inclinó sobre él—. ¿Estás bien?

—Creo que tengo el cuerpo lleno de contusiones. Y sé que estoy muy enfadado con Tally Youngblood.

Aya le estrechó la mano, dudando de hasta dónde debía contarle. Después de lo que Shay le había dicho, temía lo que Tally pudiera hacerle a Frizz si descubría que su operación de cerebro amenazaba con arruinar sus planes.

¿Le dejaría nuevamente inconsciente? ¿Le echaría del aerovehículo?

Aya llegó a la conclusión de que necesitaba ayuda.

Se volvió hacia Shay.

—¿Qué tal si despertamos a esos dos, Shay-la? Cuanto antes les explique la situación, mejor.

Shay asintió y les propinó un suave codazo. Hiro y Ren despertaron lentamente, paseando la mirada por el compartimento de carga con cara de incredulidad.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Hiro, incorporándose. Le habían quitado el equipo elevador y tenía el traje de fiesta completamente arrugado.

Aya ayudó a Frizz a sentarse e hizo señas a los otros dos para que se acercaran. Cuando los tuvo a los tres reunidos, habló en un japonés rápido.

—Nos utilizaron como cebo y dejaron que nos capturaran. Creo que nos dirigimos al lugar donde viven esos frikis.

Ren miró a Shay.

—Por eso van disfrazados.

—Exacto —dijo Aya—. Y ahora necesitan nuestra ayuda. Quieren colarse en la base de los inhumanos sin que estos sepan quiénes son en realidad. Tenemos que hacer como si fueran amigos nuestros.

—¿Están descerebrados? —aulló Hiro—. ¿Cómo se atreven a meternos en esto?

Aya se encogió de hombros.

—Supongo que Tally es tan famosa que cree que puede hacer cualquier cosa.

—Pues yo no pienso ayudarles. —Hiro se cruzó de brazos—, ¡Y aún menos después de hacer que nos secuestraran!

—No les estaríamos ayudando solo a ellos, Hiro —intervino Frizz—, Tally dijo que había más catapultas magnéticas. Muchas más. ¿No crees que en alguna de ellas podría haber un cilindro apuntando hacia nuestra ciudad? ¿Programado quizá para destruir tu mansión?

—Podría ser —farfulló Hiro, lanzando una mirada furiosa a Tally.

—¿Y no crees que el reportaje será aún mejor si les ayudamos? —preguntó Aya—. Quieren que seamos una especie de... cortadores honorarios.

—¿Cortadores honorarios? —susurró Ren—. Menudo reportaje.

Hiro meneó la cabeza.

—Un reportaje de mierda sin una cámara.

—No te preocupes —dijo Aya—. Moggle sigue con nosotros, adherida a la base del aerovehículo.

—¿Moggle hizo eso mientras nosotros dormíamos? —Ren soltó una carcajada—. ¡Mis modificaciones son la bomba!

Aya asintió.

—¿Qué dices entonces, Hiro? ¿Lanzamos esta historia?

El aerovehículo entró en una zona de fuertes turbulencias y durante un instante el suelo se separó de ellos. Sus cuerpos se elevaron en el aire y volvieron a caer, golpeando el metal con contundencia. Pero Hiro seguía ahí sentado, como si no hubiera tormenta, pensando.

Finalmente asintió.

—De acuerdo, pero lanzaremos nuestros reportajes al mismo tiempo. Y todo el mundo podrá utilizar las tomas de Moggle que quiera.

—Hecho —respondió Aya.

—Vosotros dos podéis ser muy raros a veces —dijo Frizz—. Os recuerdo que la forma en que lancéis esta historia no es el mayor de nuestros problemas.

Aya suspiró.

—En eso tienes razón.

El entusiasmo desapareció del semblante de Ren.

—Sinceridad Radical —dijo con un lento suspiro.

—¿Y? —repuso Hiro—. ¿Es que no puedes mantener el pico cerrado?

Frizz negó con la cabeza.

—Si no soy capaz de mantener una fiesta sorpresa en secreto, ¿cómo voy a ocultar el hecho de que la persona más famosa del mundo está disfrazada a mi lado?

—¿No puedes mantener una fiesta sorpresa en secreto? —dijo Hiro—. Vale, Sinceridad Radical es oficialmente la camarilla más descerebrada que he conocido en mi vida.

—Cuando la formé no estaba entre mis planes colar a Tally Youngblood en un lugar lleno de alienígenas —espetó Frizz—. Y tampoco entre los tuyos, hasta que descubriste que podías lanzar la historia.

—¿Adónde quieres llegar? —preguntó Hiro.

—Una cosa más —les interrumpió Aya—. Creo que Tally es un poco... inestable.

Hiro y Ren la miraron como si pensaran que estaba bromeando, pero Frizz asintió.

—Cuando se me ocurrió la idea de Sinceridad Radical estuve un tiempo estudiando la historia de la cirugía cerebral. No solo los cabezas de burbuja, sino todo, incluido lo que la ciudad de Tally hizo a los especiales. —Frizz miró a los tres cortadores—. Podían ser terribles si alguien se interponía en su camino. Su lema era: «No quiero hacerte daño, pero lo haré si es necesario». Y lo hacían. Incluso mataron a gente.

Hiro miró a su hermana de soslayo.

—¿Y quieres que nosotros seamos «cortadores honorarios»?

—Pensaba que se habían curado —repuso Aya.

Frizz asintió.

—Casi todos ellos fueron completamente desespecializados, pero a los cortadores que habían protegido Diego durante la guerra se les permitió conservar su fuerza y sus reflejos porque sus cerebros estaban curados. —Frizz se inclinó—. Pero Tally Youngblood no aceptó ninguna modificación. No quería que nadie la «reprogramara», dijo, por eso huyó a la naturaleza.

—Mierda —dijo Ren—. No es así como lo explican en las fuentes de historia.

Aya tragó saliva. Eso era mucho peor de lo que había imaginado.

Se volvió hacia Frizz.

—¿Entiendes el problema? Tally no debe enterarse de que perteneces a Sinceridad Radical. No quiero imaginar de lo que sería capaz si descubriera que puedes echar a perder sus planes.

Frizz enarcó las cejas.

—A ver si lo he pillado, Aya. ¿Quieres que yo, una persona que no puede mentir, mienta sobre el hecho de que no puedo mentir?

—Necesitamos otro plan —dijo Hiro.

—¿Y la barrera del idioma? —propuso Ren—. Podrías decirlo absolutamente todo... pero en japonés.

Frizz negó con la cabeza.

—No funciona así, Ren. Hablar en el idioma equivocado es otra forma de ocultar la verdad. No puedo engañar a la gente.

—¿No podrías, como si dijéramos, olvidar que no hablan japonés? —preguntó Ren.

—No puedo mentirme a mí mismo más de lo que puedo mentir a los demás. —Frizz gruñó de frustración—. Cuanto más hablemos del asunto, más pensaré en él. Y cuanto más piense en él, mayor será mi necesidad de contarles que tenemos un secreto.

Volvió a gruñir, esta vez mirando a Tally.

Tally le devolvió la mirada.

—¿Cómo va por ahí? ¿Habéis tomado una decisión?

En un inglés impecable, Frizz dijo:

—¡No quieren que hable contigo! —Se detuvo en seco, llevándose las manos a la boca.

Tally enarcó una ceja. —¿Qué?

—Nada —dijo Aya en inglés—. Todavía estamos debatiendo el asunto, eso es todo.

Shay señaló la puerta con el mentón.

—Pues será mejor que os deis prisa. Creo que tenemos visita.

Aya levantó la cabeza y vio que la puerta metálica que comunicaba con la cabina de los pilotos se estaba abriendo.

«Genial —pensó—. Más gente con la que Frizz podrá hablar».