Aquella no era la forma en que Zoe había planeado pasar la gran fiesta norteamericana, pero parecía lo apropiado celebrarla en el Risco del Guerrero.
Los detalles de transportarlo todo y encargarse de la comida y los preparativos la tranquilizaron. Aun así, había supuesto que la llave sería el primer punto en el orden del día, pero Rowena tenía otras ideas.
—Esta festividad es un ritual importante para ti y para tus amigos. —Rowena iba poniendo platos en la enorme mesa del espacioso comedor—. Debemos respetarla.
—Es una celebración para atiborrarse de comida —le explicó Zoe e, incapaz de reprimirse, se acercó a acariciarle el pelo—. No tienes por qué hacer esto. Todavía estás un poco pálida. Contamos con muchísimas manos. ¿Por qué no vas a acostarte un rato?
—Quiero participar. —Pensativa, deslizó un dedo por el borde de una fuente—. Necesito tiempo para sosegarme, y hacer algo hasta que mi mente vuelva a estar en calma. Tú lo entiendes.
—Sí, lo entiendo. —Sorprendida y conmovida, Zoe le frotó el brazo cuando se inclinó hacia ella.
—He llegado a pensar…, durante un momento he pensado que todo estaba perdido. El poder de Kane estaba tan cargado de odio y cólera… Yo no estaba preparada para eso. A lo mejor no podría haberlo estado. Todo lo que sé, todo lo que soy… Pero no he podido detenerlo. Incluso Pitte habría caído.
—Pero no ha sido así. Ninguno de nosotros ha caído.
—Cierto. He aprendido una lección de humildad.
—Rowena, Kyna me ha dado su espada. ¿Cómo es posible eso?
—Al igual que yo había calculado mal el poder de Kane, Kane había calculado mal el poder del rey; su poder, su paciencia, su determinación. Él te ha dado la espada de Kyna a través de la imagen de esta. —Continuó poniendo la mesa—. Ahora se me permite verlo. Se me permite ver que la batalla entablada en mi mundo, por mi mundo, nunca ha llegado a su fin. Kane fue ganando potencia mientras nosotros buscábamos aquí a las elegidas. Él negoció con las fuerzas de la oscuridad, canjeó su propia alma a cambio de poder, mientras sus seguidores utilizaban la violencia, la intriga o el sabotaje para mantener al rey y sus leales concentrados en conservar el equilibrio detrás de la Cortina de los Sueños. —Con movimientos todavía algo rígidos, Rowena se desplazó alrededor de la mesa—. Se ha perdido muchísimo desde que nos enviaron a este lado, pero no se ha producido una derrota. Eso era lo que yo temía —confesó mirando a Zoe—. Tal vez ese temor me haya vuelto débil cuando por fin he debido enfrentarme a Kane. Sin embargo mi rey no es débil. Kane confundió su capacidad de amar, su afabilidad y su compasión con debilidad, y olvidó su sabiduría y su tremendo poder.
—Yo lo vi —dijo Zoe en voz baja—. Lo vi bajo la apariencia de un ciervo dorado con un collar de piedras preciosas. Anoche, fuera de la casa, observándome.
—Él ha estado observándonos, a todos nosotros, mucho más atentamente de lo que yo creía. Ha esperado, sufrido, luchado y planeado, durante tres mil años, por las que podrían liberar a sus hijas. Vosotras erais las únicas que podían lograrlo. No me lo han revelado hasta ahora. Todos estos años, los fracasos, los preparativos, estaban encaminados a vosotras tres. —Alisó una servilleta con delicadeza—. Si tú o cualquiera de tus amigas hubierais abandonado, no habría habido otras. Si yo lo hubiese sabido… Si lo hubiese sabido, no estoy segura de haber podido soportarlo. Por eso me escamotearon esa información.
Zoe sintió que las piernas se le aflojaban de repente, y alargó una mano para agarrarse al respaldo de una silla.
—Entonces era un riesgo muy grande confiar tal misión a tres mujeres de Pensilvania.
Los labios de Rowena se curvaron, pero la sonrisa no le alcanzó a los ojos.
—Yo diría que los dioses escogen muy bien.
—La espada… Yo ya había encontrado la llave. Había completado mi búsqueda. Entiendo que Kane tratara de impedirnos utilizarla, que lo que había crecido en su interior, o la fuerza que él había decidido usar, lo empujara a tratar de impedirnos utilizarla. Sin embargo, una vez que yo la había encontrado, en realidad el resto era algo entre dioses, ¿no?
—Tú ya habías hecho aquello para lo que se te había elegido —concedió Rowena.
—Entonces, ¿por qué el rey me ha dado la espada? ¿Por qué no te la ha dado a ti o a Pitte? ¿O por qué no ha eliminado él mismo a Kane?
—Él no lucharía con Kane en este campo de batalla, en este lugar. Para esos asuntos debe escoger a un paladín.
—Entonces Pitte, o tú.
—No.
—¿Por qué?
En los ojos de Rowena brillaron las lágrimas un instante, y después desaparecieron. Cuando habló, su voz era muy firme:
—Porque no nos han perdonado. —Colocó en su sitio la última pieza de cubertería y retrocedió para examinar la mesa—. Este no es un momento para lamentarse. Tenemos mucho por lo que sentirnos agradecidos. Dime…, ¿qué viene ahora? Lo cierto es que he entrado en las cocinas lo menos posible…
Zoe pensó que habría que hacer algo, pero sonrió, porque sabía que eso era lo que deseaba Rowena.
—¿Ni siquiera sabes preparar puré de patatas?
—No.
—Vamos, te enseñaré.
Se reunieron alrededor de la mesa, con el fuego crepitando y las velas resplandeciendo. Fuera cual fuese la pena, Rowena sabía que quedaba bien encubierta tras la risa y la charla. El champán burbujeaba en copas que nunca estaban vacías. Las bandejas y los cuencos pasaban de mano en mano en un interminable carrusel de abundancia.
—Seguro que quieres mucho de esto —dijo Zoe a Pitte mientras le ofrecía el puré de patatas—. Lo ha preparado Rowena.
Él alzó las cejas impresionado.
—¿Cómo?
—Del mismo modo que llevan preparándolo las mujeres desde hace años.
En el extremo opuesto de la mesa, Rowena ladeó la cabeza.
—Ahora Pitte está pensando si arriesgarse o no a probarlo. Mi valiente guerrero se pregunta si se verá obligado a comer engrudo y fingir que es ambrosía.
Como si quisiera demostrar su valentía, o su amor, Pitte se sirvió una pequeña montaña de puré.
—Llevas el anillo de tu hombre —le dijo a Zoe al tiempo que señalaba con la cabeza los diamantes que lucía en el dedo.
—Sí. —Solo por gusto, ella agitó los dedos y se deleitó con las llamaradas de luz que despedía la sortija.
Pitte le dijo a Brad:
—Eres un hombre afortunado.
—Lo soy. Junto con Zoe he de cargar con ese enano tan feo —añadió guiñándole un ojo a Simon—, pero me imagino que ella merece el sacrificio.
—¡Cuántas bodas! —exclamó Rowena—. ¡Cuántos planes! ¿Ya habéis fijado alguna fecha?
—Hemos estado bastante ocupados —empezó Flynn.
Malory lo miró batiendo las pestañas.
—Pues ahora ya no estamos tan ocupados.
—Oh. —Flynn palideció un poco—. Supongo que no. Bueno…, no sé. Hum… —Cuando se dio cuenta de que había atraído toda la atención, no supo dónde meterse—. ¿Desde cuándo es responsabilidad mía? Somos tres en este barco.
—Pues parece que eres tú el que está al timón, colega —intervino Jordan, y siguió comiendo pavo.
—Caramba. La Navidad está a la vuelta de la esquina. Podríamos hacerlo entonces.
—Demasiado pronto. —Malory negó con la cabeza—. En ConSentidos tendremos que lidiar…, al menos eso esperamos, con la avalancha navideña. Y yo aún no he elegido mi traje de novia. Luego están las flores, el lugar de la ceremonia, la música, los…
—Eso no debería llevarte más de tres o cuatro años, una vez que hayas empezado. El puré está buenísimo —añadió Flynn mirando a Rowena.
—Gracias.
—Por supuesto que no me llevará ni tres ni cuatro años —replicó Malory—. Soy una mujer muy organizada que se concentra en sus objetivos. Que quiera celebrar una gran boda y quiera que sea perfecta no significa que no pueda tenerlo todo listo en un plazo razonable. Ya puedes ir olvidándote de ganar tiempo, Hennessy.
—El día de San Valentín.
—¿Qué?
Fue algo fantástico ver cómo los enormes ojos azules de Malory se abrían por la perplejidad.
—El 14 de febrero. —Lleno de inspiración, Flynn le cogió la mano y se la besó—. Cásate conmigo, Malory. Sé mi enamorada el día de los enamorados.
—Creo que voy a vomitar —rezongó Jordan para el cuello de su camisa, y se ganó un codazo en las costillas por parte de Dana.
—El día de San Valentín. —Malory se derritió por dentro—. Oh, eso es perfecto. Es precioso. ¡Sí! —Saltó de la silla a Flynn y le echó los brazos al cuello—. Así jamás tendrás una excusa para olvidarte de nuestro aniversario.
—Todo tiene su lado bueno.
—Vale, chicarrón —dijo Dana mientras le propinaba otro codazo a Jordan—, supera eso.
—¿Qué tiene de malo lo que ha dicho Flynn? —replicó él—. Excepto las partes sensibleras.
—¡Sí! —Malory estalló de nuevo con el rostro resplandeciente—. Celebrémoslo juntos. Todos nosotros. Una boda triple el día de San Valentín. Es perfecto. Es… lo apropiado.
—A mí me parece bien. —Brad miró a Zoe—. ¿Qué opinas tú?
—Que es una bonita manera de cerrar el círculo.
—¿Tendré que llevar traje? —preguntó Simon.
—Sí —respondió su madre categóricamente.
—Ya me lo imaginaba —refunfuñó el niño mientras en la mesa se cruzaban planes de boda.
Cuando terminaron de comer, pasaron todos a la sala presidida por el retrato de las Hijas de Cristal. El fuego ardía en la chimenea con llamas rojas y doradas. El resplandor de un centenar de velas iluminaba la estancia.
—Estoy nerviosa —susurró Zoe mientras buscaba a tientas la mano de Brad—. Aunque es un poco ridículo estar nerviosa ahora.
Él le levantó la mano y se la llevó a los labios.
—Todo en un día de mucho trabajo para ti, campeona.
Ella se rio, pero el estómago le dio un salto cuando Pitte sacó la Urna de las Almas.
—Una artista, una erudita y una guerrera. —Depositó la caja en su pedestal mientras las luces azules de su interior latían—. Dentro y fuera. Espejo y eco. A través de sus corazones, sus almas, su valor, la última cerradura puede ser abierta.
Se situó a un lado, como un guardián, y Rowena fue hasta su sitio para flanquear la urna.
—Por favor —le dijo a Zoe—, envíalas de nuevo a casa.
A Zoe se le calmó el estómago, y el corazón le latió con ritmo acompasado mientras atravesaba la habitación. Mirando hacia la última cerradura, sintió la forma de la llave en la mano, y su calidez. Observó las luces que revoloteaban tras el cristal como alas.
Tomó aire profundamente, contuvo la respiración, introdujo la llave en la cerradura y la giró.
Una oleada de calor le recorrió los dedos, y hubo un estallido de luz, blanca, pura y brillante. Maravillada, Zoe vio que se alzaba la tapa de la caja y que esta parecía estallar sin hacer ruido en miles de cristales que serpentearon en el aire.
Las tres luces azules alzaron el vuelo, libres, girando y girando en un círculo dibujado por la estela que dejaban, como la cola de un cometa. El aire centelleaba, blanco y azul.
Aturdida, Zoe oyó que Simon gritaba: «¡Qué guay!», y alargó la mano, fascinada, hacia una de aquellas luces danzantes.
Durante un momento, la luz permaneció en su palma. Su belleza y su dicha la atravesaron con tal fuerza e intimidad que se tambaleó.
Se quedó atónita al ver a Dana y Malory con el brazo extendido y una luz que latía posada en la palma de sus manos.
«Estamos tocando almas», se dijo asombrada.
Luego las luces parecieron saltar, correteando en una especie de loca alegría de mano en mano, dando vueltas alrededor de los hombres con coquetería, girando juguetonas en torno a Simon y sobre las cabezas de los perros antes de dirigirse hacia Pitte y Rowena y quedarse suspendidas sobre ellos, que se habían arrodillado respetuosamente.
—¡Qué hermoso! —Malory cogió la mano de Zoe y la de Dana—. Nunca había visto nada tan hermoso.
Una vez más, las tres luces se elevaron en el aire y formaron un círculo perfecto; después se separaron y se abalanzaron sobre el cuadro. Y desaparecieron en él.
La pintura resplandeció, y sus ya vivos colores se tornaron más vivos aún. Zoe juraría que, durante un breve instante, había oído cómo tres corazones volvían a latir de nuevo.
Después todo quedó en silencio.
—Son libres. —La voz de Rowena temblaba a causa de las lágrimas—. Están en casa. —Fue hacia las tres amigas—. Esto supone una deuda que jamás podrá ser saldada. Lo que os damos no es más que un pequeño obsequio de agradecimiento. —Se acercó más para darles un beso en la mejilla por turnos—. Por favor, sentaos. Sé que tenéis mucho que hacer para mañana, pero aún hemos de hablar de un par de asuntos.
—Yo no estoy segura de poder hablar con sensatez ahora mismo. —Zoe se llevó una mano a la boca mientras se sentaba, y miró el cuadro—. Y quizá no pueda nunca.
—Champán. —Rowena echó atrás la cabeza y soltó una carcajada—. Necesitamos champán para celebrar este gran día. Para festejar nuestra dicha y nuestra fortuna. —Se giró para recoger las copas que Pitte ya estaba sirviendo—. Acción de Gracias. —Se le iluminó el rostro mientras repartía las copas—. Oh, es un día para eso. La vida encuentra su propio camino, ¿no es cierto? Y vosotros habéis encontrado el vuestro.
—Concluyamos la parte económica del contrato —comenzó Pitte—. Los fondos serán transferidos a vuestras cuentas corrientes, tal como estaba estipulado.
—No. —Dana se sentó, bebió un sorbo de champán, y advirtió por el rabillo del ojo la sonrisita de Zoe al ver a Pitte parpadear.
—¿Perdón?
—¿Queréis más? —Con un gesto de aceptación, Rowena alzó una mano—. No me vengas con que un trato es un trato —le soltó a Pitte antes de que él pudiese hablar—. Si quieren una cantidad mayor de la acordada, la tendrán.
—No —repitió Dana—. No queremos más. —Señaló a Brad con un dedo—. ¿Señor Negocios?
—Las partes renuncian al pago previsto —empezó Brad. Disfrutaba con aquello, y sintió un gran afecto por aquellas tres mujeres—. Tras debatir los términos contractuales, las partes han alcanzado, unánimemente, el acuerdo de rechazar cualquier remuneración económica. —Sacó un papel que él mismo había redactado de forma apresurada según las instrucciones de las amigas, y que ellas habían firmado. Luego él, Jordan, Flynn y Simon habían actuado de testigos—. Este documento, aunque informal, es fácil de entender y válido. —Alargó el brazo y esperó a que Pitte se acercase a recoger el papel.
—Se acordó un pago…
—Eso fue antes. —Malory levantó la vista hacia el cuadro—. Antes de que os conociéramos, antes de que las conociéramos a ellas. Cuando era una especie de juego, un desafío. No podemos cobrar dinero por esto.
—Ya aceptamos la compensación inicial —terció Dana—. Y no vamos a devolverla porque, bueno, ya se ha esfumado. —Se encogió de hombros de manera despreocupada—. Sin embargo no vamos a enriquecernos a costa de tres almas.
—El dinero no significa nada para nosotros —afirmó Rowena.
—No. —Zoe sacudió la cabeza—. Pero para nosotras sí que significa algo, por eso no podemos cogerlo. Vayamos a donde vayamos a partir de ahora, hagamos lo que hagamos, lo haremos por nosotras mismas, y juntas. Esa es nuestra decisión, y… esperamos que nos hagáis el honor de aceptarla —concluyó.
—El honor —repuso Pitte despacio— no tiene precio, y el vuestro me ha dado una lección de humildad.
—Entonces, bebamos. —Con una gran sonrisa, Dana alzó su copa—. Será la primera vez que beba por desdeñar un millón de dólares.
Rowena se acercó a Zoe.
—Si pudiera tener un momento contigo a solas…
Zoe estaba esperándolo, pero, aunque se puso en pie, se quedó donde estaba.
—Vas a ofrecerme un obsequio, al igual que hiciste con Malory y Dana cuando encontraron sus respectivas llaves. ¿Me equivoco?
—No. —Rowena arqueó las cejas—. ¿Aquí, entonces?
—Sí, por favor.
—Muy bien. Sabes que la deuda es enorme. Al haber sido la última, sabes mejor que nadie que es imposible saldarla. Así que, sea lo que sea lo que desees, si puedo concedértelo, será tuyo.
—Malory y Dana no pidieron nada.
—No. Aun así…
—Pero yo sí que voy a pedir algo.
—Ah. —Complacida, Rowena la cogió de la mano—. ¿Y qué es?
—Yo creo que, como hemos logrado abrir la Urna de las Almas, si te pido algo que sobrepasa tus capacidades…
—Mis capacidades dan para mucho —replicó Rowena con una carcajada—. Te lo aseguro.
—Pero si no pudieras, en las circunstancias actuales hay otros que conocen lo ocurrido aquí, lo que he hecho, y que podrían concederme lo que deseo.
—Me tienes intrigada. —Rowena ladeó la cabeza—. Creo que puedes tener lo que quieras. Como te he explicado, nuestro rey adora a sus hijas y seguro que te recompensará por todo lo que has hecho. ¿Qué es lo que deseas, Zoe?
—Que se os permita a ti y a Pitte regresar a casa.
Los dedos de Rowena se aflojaron sobre los de Zoe, y la soltaron.
—No te comprendo.
—Eso es lo que quiero. Es lo que había decidido pedir incluso antes de saber que era lo que ellas querían. —Hizo un gesto hacia el cuadro—. Ellas nos han tocado, y nosotras seis hemos sido como una unidad durante un momento. Es lo que todas nosotras deseamos.
Pitte se acercó para posar una mano en el hombro de Rowena.
—Nosotros somos los responsables de nuestra propia prisión.
—No; el responsable es Kane —lo interrumpió Dana—. Y me gusta pensar que ahora está retorciéndose en el infierno. Fuera cual fuese vuestro papel en esto, ya habéis pagado de sobra. Las hermanas lo entienden así.
—Rowena, tú me has dicho que no se os había perdonado —continuó Zoe—, pero aquellas a las que hicisteis más daño jamás os han culpado. Y vosotros habéis mantenido el trato, vuestra palabra y vuestro honor durante tres mil años. Si habéis quebrantado algunas normas, ha sido solo para salvar vidas después de que Kane se saltara los límites. Estoy pidiendo que no se os castigue por esa razón.
—Eso no es algo que… —Mirando con impotencia a Pitte, Rowena sacudió la cabeza.
—Yo no discutiría con ella. —Alborotando el pelo de Simon, Brad le dedicó una cálida mirada a Zoe—. Es una mujer muy resuelta.
—Y también generosa. —Conmovida de manera desbordante, Rowena se apretó el corazón con una mano—. Pero nosotros no tenemos ningún poder para eso que nos pides.
—El rey sí. ¿Me dirá que no? ¿Les dirá a ellas que no? —Con la mente preparada, Zoe apuntó al cuadro—. Si nos lo niega, quizá sea un dios, pero no tiene ni idea de lo que es la justicia.
—Ten cuidado. —Débilmente, Pitte levantó una mano a modo de advertencia—. Incluso una guerrera tan eficaz debería ser prudente cuando habla de un rey.
Zoe recordó que había momentos para bajar la espada. Y había otros para pelear. Se irguió.
—Él me ha entregado una espada, y yo la he utilizado. He luchado por sus hijas, y he ayudado a rescatarlas. —Giró en un círculo y observó el rostro de sus amigos, su familia—. Todos los que estamos en esta habitación hemos trabajado, nos hemos arriesgado y nos hemos esforzado por liberarlas, por devolverlas a casa. Esto es lo que yo quiero a cambio. Esas son mis cuentas. Si él es un auténtico rey, un auténtico padre, me lo concederá.
Retumbó un trueno, no solo en el exterior, sino al parecer también dentro de la misma sala. La enorme casa se estremeció, y las llamas saltaron en la chimenea.
—Vaya. —Dana tragó saliva a duras penas y agarró disimuladamente la mano de Jordan—. Espero que eso haya sido un sí.
Con un sollozo, Rowena se apretó contra Pitte y pronunció algo en una lengua extranjera. Sus palabras estaban cargadas de emoción, al igual que las de Pitte cuando este le respondió en un susurro.
—Yo diría que eso ha sido un grandísimo sí —afirmó Jordan—. Eres una mujer audaz, Zoe.
—Bueno. —Ella alzó su vaso, y le hizo gracia ver cómo le temblaban los dedos—. ¡Uf!
—En todos los años transcurridos desde que llegué aquí —dijo Pitte en voz baja—, a lo largo de los días y las horas interminables de añorar mi hogar, jamás había creído que pudiese echar de menos algo de este mundo. Te echaré de menos a ti. —Con Rowena pegada a su costado, se inclinó para besar a Zoe—. Os echaré de menos a todos vosotros.
—Nunca os olvidaremos. —Rowena se separó de Pitte para dedicarles una profunda reverencia, y rio entre dientes cuando Moe dio un brinco para lamerle la cara—. En mi caso, hay muchas cosas que echaré de menos. Cuida de ellos, mi noble guerrero. —Besó a Moe en el hocico—. Cuidad unos de otros. Los dioses os están muy agradecidos. —Se incorporó y esbozó una hermosa sonrisa—. Hermanas, hermanos. Amigos. Tenéis nuestra gratitud y nuestras bendiciones.
Alargó la mano hacia Pitte.
Sus dedos se entrelazaron, y los dos se desvanecieron.
Al día siguiente, a las 18:45, Dana cerró la puerta de ConSentidos, corrió el pestillo y se dejó caer sobre el suelo.
—¿Seguro que esa era la última persona? ¿Seguro que solo quedamos aquí nosotras tres? —preguntó Zoe.
—Estamos solo nosotras —le garantizó Malory.
—¡Santo Dios bendito! —gritó, y dio un salto en el aire—. ¡Hemos arrasado!
—Hemos arrasado, hemos triunfado y somos la sensación del mundo del comercio —añadió Dana desde el suelo—. Jamás había estado tan cansada en toda mi vida. Podría quedarme dormida aquí mismo hasta que abramos de nuevo mañana por la mañana.
—Somos todo un éxito. ¿Habéis visto? ¿Habéis visto lo bien que ha marchado todo? —Malory habló atropelladamente mientras giraba sobre sí misma—. Ha sido justo como esperábamos. Zoe, una de las mujeres que han venido a hacerse la manicura ha comprado mi vasija de cristal marrón.
—Y dos de tus clientas han subido a reservar una sesión completa de spa.
—Yo he vendido libros a todo bicho viviente —proclamó Dana, y recostó la cabeza en las manos.
—Y yo creo que todos ellos han entrado en mi tienda de camino al salón de Zoe. Y les ha encantado. ¿Cuántas veces habéis oído decir a la gente lo precioso y divertido que era todo, y que esto era lo mejor que podía pasarle al valle?
—He perdido la cuenta. —Dana levantó la cabeza—. Voy a necesitar otra dependienta. Joanne y yo apenas dábamos abasto.
—Yo tendré que encargar más suministros. —Zoe miró hacia arriba—. Tal vez debería subir ahora a hacer el inventario.
—A la porra con eso. —Malory la agarró de la mano—. Estamos de celebración. Hay champán en la cocina.
—He tomado más champán en los tres últimos meses del que había tomado en toda mi vida. —Dana soltó un resoplido—. Pero ¡qué coño! ¿Quién va a llevarme hasta la cocina?
Zoe la cogió de un brazo, Malory del otro, y tiraron de ella hasta ponerla de pie.
—Gracias a Dios que no tenemos que cocinar al llegar a casa. Nos quedan sobras suficientes para todos —dijo Zoe—. Estoy deseando contarles a Brad y Simon lo de hoy. Lo que han visto esta mañana no era nada.
—Yo espero poder engatusar a Jordan para que me masajee los pies durante una hora. —Ya en la cocina, Dana metió la cabeza en el frigorífico para buscar el champán.
—Pero no os olvidéis de que el domingo hemos de empezar a ponernos de acuerdo con los planes de boda. Febrero está más cerca de lo que parece.
—Negrera. —Dana sacó una botella—. ¿Qué tienes ahí, Zoe?
—Estaba en la encimera. —La caja que llevaba en las manos iba envuelta con un papel plateado y atada con una cinta dorada. Del lazo colgaban tres llaves de color dorado—. Este no es ninguno de tus papeles de regalo, ¿verdad, Malory?
—No. Aunque es divino; debería averiguar de dónde ha salido. Pero no es nada que haya olvidado ninguno de mis clientes.
—Quizá alguno de los chicos se ha colado aquí a hurtadillas y lo ha dejado para nosotras —sugirió Dana. Dio un golpecito al paquete antes de sacar las copas—. Eso sería un detalle encantador.
—Solo hay un modo de saberlo. —Zoe tocó con delicadeza los extremos del papel—. No puedo desgarrarlo, es demasiado bonito.
—Tómate tu tiempo. Eso aumenta la expectación. —Malory se inclinó sobre la encimera mientras Dana destapaba la botella de champán—. Dios, estoy agotada, pero en el mejor sentido posible. Es casi como haber disfrutado de una sesión de sexo del bueno. —Miró hacia Zoe cuando esta retiró la tapa—. ¿Qué es lo que tenemos?
—Dentro hay tres cajitas. Y una nota. —Sacó primero las cajas—. Son para nosotras. Cada una lleva uno de nuestros nombres. Caramba, parecen de oro auténtico.
Dana alzó la suya y soltó un gritito cuando Malory le dio una palmada en la mano.
—No la abras todavía. Leamos antes la nota.
—Joder —protestó Dana—, qué estricta eres. ¿Qué dice, Zoe?
—Oh. ¡Oh! Es de Rowena. —Levantó el papel para que pudieran leerlo las tres a la vez.
Mis queridísimas amigas,
Sé que estáis bien y felices, y eso me alegra. Pitte y yo os transmitimos todo nuestro afecto y agradecimiento. En nuestro mundo aún hay mucho trabajo por hacer, pero se está recuperando el equilibrio. Ya han empezado las celebraciones. Aunque las sombras nunca llegan a disiparse por completo, ellas son la causa de que la luz brille con mayor intensidad.
Os estoy escribiendo sentada en el jardín, mientras oigo las voces que han estado en silencio durante tanto tiempo. Hay dicha en ellas, y también en mí.
Estos tres regalos son de las hermanas, que desean que tengáis una prenda que revalorice y honre el vínculo que compartís con ellas.
Sabed que el día de vuestras bodas estaremos festejándolo aquí, en este lado de la Cortina de los Sueños, y que los dioses os bendicen a vosotras y a los vuestros.
Todo mi cariño para vosotras, vuestros hombres y todos vuestros seres queridos.
Rowena
—Suena… llena de paz. —Malory suspiró—. Me alegro mucho por ella.
Zoe dejó la nota y la rozó con los dedos.
—Deberíamos abrir las cajas todas a la vez.
Cada una cogió la suya; luego asintieron y levantaron las tapas de bisagras.
—Oh. —Al igual que sus amigas, Zoe sacó la larga cadena de oro—. Son los colgantes que llevaban las hermanas en el cuadro. Los que dijo Rowena que les había regalado su padre. —Tocó con delicadeza el cabujón de esmeralda, de un profundo color verde.
—Son exquisitos. —Conmocionada, Malory se quedó mirando su resplandeciente zafiro.
—Y muy personales —concluyó Dana alzando su rubí—. Una especie de reliquia familiar. ¿Sabéis? A lo mejor resulta un poco cursi todo eso de que las novias lleven algo usado y algo viejo, pero desde luego que esto puede calificarse de viejo. Creo que las tres deberíamos ponérnoslos el día de la boda.
—Esa es una idea maravillosa. ¿Zoe?
—Es una idea perfecta. —Se pasó su colgante por la cabeza y cerró la mano alrededor de la piedra, sin apretar—. Me parece que tendríamos que hacer un brindis. Que alguien piense en algo.
—Por la belleza —exclamó Malory levantando su copa—, por la verdad y por el coraje.
—Por las Hijas de Cristal —añadió Dana.
—Y, ¡qué caray!, por nosotras. —Zoe alzó su copa.
Mientras el cristal entrechocaba, la bruma plateada de la Cortina de los Sueños se cerró suavemente.
De momento.