Sencillamente estar
así, juntos, nosotros, respirando estas vistas
más allá de la noche. Es una larga escucha, un oído
hacia ti. Horizontes
cercanos, seres vivos, rientes,
hoy miramos adónde: hoy miramos repletos,
buceadores, chorreados,
contenidos de luz. Existir en tu sangre,
en tu cuerpo, contigo: respirar,
respirarse, adentrarse hasta el fondo, hasta el centro
de ti. Lo sencillo que es
y cuánto cuesta, escalar a estos días, su estructura
metálica, la uralita oxidada donde queda el dolor.
Habla de la alegría, este azul que ahora invade
de alta vida tus ojos. Esta forma
de dar. Somos esos que cantan,
con sus cuerpos felices, en los acantilados
del ser, como el aire o el fuego, inundados
de sí. Nuestros cuerpos tendidos, su rizoma
de amor. Qué sencillo parece
lo sencillo, que es
lo más difícil. Respirar,
respirarte, ser el uno
diverso, formar parte de ti. No es más que eso, no es
más que amarte hasta el fondo, hasta la raíz
misma, hasta el límite exacto: hasta la
disipación.