Esperanza
clara en la raya del amanecer,
toda la noche en vela. Llegas a tiempo, ahora
que ya el tiempo ha mordido
nuestros ojos cansados. Alrededor
de estas salas vacías, sigilosa,
despacio, vas entrando en nosotros, como quien acaricia
lo profundo del agua. Vas vistiendo
la noche, sus metales oscuros, desclavando la urgencia
con tu firme sosiego; con tu cámara lenta
diluyendo las sombras (¿los objetos pesados,
cuánto pesan ahora, sonreídos por ti?). Tienes el corazón
de los presentimientos
mejores, de esta luz
esbozada. La intuición del cristal
que ahora vas traspasando. Claridad y belleza.
Por el hueco de una ausencia llego, en fin,
hasta ti, en la noche rendida que ha lavado tu nombre
para el hombre que sufre, esperanza,
esperanza, que amaneces, de pronto, frágilmente
completa.